Friday, December 07, 2007

Las borlas del café (cuento).

Las borlas del café


Alberto Llanes


Se dice que el ser humano es el único ente capaz de tropezar no sólo dos, sino como infinita es la numeraria con la misma piedra. Y en efecto, yo he tropezado de esa forma. Vaya que sí.
Mis múltiples descalabros en esta vida me han llevado a tomar, literalmente, cartas en el asunto.
Primero fui con una señora dedicada a este arte, destreza o habilidad. Entre sus muchos decires predijo que iba a tener un accidente muy fuerte, dos hijos y morir joven. Nada bueno me deparaba el destino según la cartomancista.
Sin embargo no ha pasado nada de esto. Por eso creo que este tipo de personas a veces engañan a la gente, y es que aún, a mis veintitantos años de edad no logro comprender en qué forma un simple juego de cartas (barajas) españolas puedan predecir nuestro futuro.
El futuro tú mismo te lo construyes, le dijo el Doc a Marty Mcfly en la última parte de una de mis películas favoritas: Volver al futuro.
Insisto, no lo entiendo.
Esa vez tuve que desembolsar mil pesos para que la pitonisa me tomara literalmente el pelo. Predecir puras desgracias y para colmo ninguna me ocurrió.
Mi vida siguió su curso normal. Pero me volví a encontrar con hechos de suma importancia que me obligaron a volver a las andadas, pero esta vez de manera diferente.
Aquí es donde digo que el hombre es capaz de tropezar las veces que sean necesarias con la misma piedra. Vaya que sí. Y no aprende la lección.
Digo, tampoco soy un ferviente admirador de bagatelas de estas. No. Las circunstancias y amigos en común (a este tipo de prácticas) me han llevado a hacerlo. Pero para mi mala fortuna, el destino, caray con el destino, me llevó otra vez a intentarlo de nuevo.
Siempre he vivido solo. Mi madre murió cuando yo era muy joven. A mi padre nunca lo conocí. Me hace falta una mujer que soliviante, aunque sea medianamente, la soledad, el letargo e infortunio en que vivo.
De pronto vi algunos resultados favorables en mi compañera de turno del trabajo. Opté por volver a probar suerte en las cuestiones de la adivinación y el azar. Ya dije que no creo en bagatelas de esas, pero también es cierto que en algo o en alguien hay que creer.
Como todo buen solitario trabajo en un lugar que, dicho sea de paso, me viene, a cualquier solitario supongo yo, como anillo al dedo.
De entrada una labor nocturna, sin más compañía que la oscuridad, la música, el tabaco y mi compañera de turno.
Entonces empezó mi calvario.
Mi trabajo es el más aburrido del que se pueda tener nota. Pero es apasionante para mí: soy programador musical en una estación de radio.
Es verdad, es una labor que apenas me da para comer.
Rosaura y yo somos los únicos trabajadores en la madrugada en la estación. No hay ningún programa a esa hora, así que puedo poner y hablar por micrófono a un grupo reducido (supongo) de radioescuchas. Rosaura es la vigilante de la estación.
Decía que en la noche puedo programar cualquier tipo de música. Es raro que un noctámbulo (máximo si es viernes o sábado) llame a la estación pidiendo oír algo “especial”.
A mí me gusta el rock duro, el heavy pues. Así que programo a las bandas que han dejado huella en este género. Rosaura me dice que oyendo este tipo de música no voy a llegar a ningún lado, ni siquiera a encontrar una mujer para esposa, ya no digamos novia o amante.
Rosaura es viuda.
A ella le gusta oír la estación del barrilito, esa que de cortinilla de presentación dice: Estás escuchando la sinfonola, la estación del barrilito. Y tiene un gingle que va más o menos así: “Sinfonola… sinfonola… la estación del barrilito”.
Ella tiene dos hijos y prácticamente trabaja todo el día. Por eso, cuando la veo que empieza a clavar el pico, le pongo una almohada que tenemos por aquí y la dejo dormir placidamente.
En las mañanas, Rosaura trabaja haciendo la limpieza en una clínica del Seguro Social. En la tarde hace la comida para sus hijos. Y en la noche me hace compañía, además de vigilar y dormir, a mí, gran perdedor en esta pinche estación mediocre de radio.
Por eso la dejo dormir a sus anchas. Porque su carga laboral está pesada. Por las mañanas, me ha contado, usa una especie de radio-diadema donde oye su música favorita: Bronco, Los tigres del norte, Los tucanes de Tijuana. Cosas así. Nombres completamente desconocidos para mí.
El otro día llegó entonando una melodía que dice más o menos así: “Bailemos con el tuca, bailemos con el nazo, bailemos con el tuca tuca nazo”. Canciones sin nada de cerebro pero ella es feliz así y yo la respeto.
En cambio, en la estación, tiene que chutarse la música que me gusta a mí.
Y ella no respinga nadita, sólo me dice que con esa música no voy a encontrar mujer. Deep purple, Led Zepellin, Black Sabath, Skid Row, AC/DC, Kiss, L.A. Guns, Mötley Crüe y grupos de ese estilo es lo que tiene que oír. Nombres completamente desconocidos para ella.
Rosaura dice que nada mejor que una buena taza de café para permanecer despierto toda la noche. A mí me repatea. Simplemente no lo tolero. Ya sea de Veracruz, Comala o Colombia. No lo soporto.
No niego que huele bastante bien. El aroma del café recién hecho es inigualable, casi puedo decir que es muy similar al del tabaco. Son aromas inenarrables. Pero de ahí a que me tome una taza es otra cosa. Simplemente mi estómago, maltrecho por el trato que le ha dado en la vida no lo soporta, y al primer trago ya pide esquina, y eso que aún no llego a los treinta años aunque poco me falta.
Rosaura ha de andar por los cuarenta a lo mucho… no más…
Rosaura y yo nos contamos nuestras desavenencias. De fondo siempre hay una guitarra estruendosa que nos acompaña. Ella enviudó gracias al azar. Fue con una cafeomancista a que le predijera el futuro y le dijo que pronto iba a enviudar, que cuidara a su marido. Qué le voy a cuidar a ese guevón, pensó Rosaura, que se muera siguió pensando mientras la adivinadora seguía hablando.
Y es que Rosaura amaba mucho a su marido. Pero éste de pronto, de un día para otro le empezó a pegar. De la noche a la mañana, sin decirle agua va: tun tun tun y moretón. Tun tun tun y sangre en la boca. Por eso Rosaura quería que se muriera (y cuanto antes mejor). Fue el tiempo, también, en que su marido se dedicó más al trago que al trabajo.
Por eso Rosaura fue con la lectora del café. Su consigna era bastante buena. No cobraba nada hasta que no hubiera resultados, y si éstos no se daban, el trabajo era gratis. De fondo musical sonaba una canción de Pink Floyd cuando me lo contó.
Entonces la pitonisa le leyó el café. Le dijo que su marido iba a sufrir un accidente, que tendría que buscar (obvio) trabajo, y que uno de sus hijos quizá la sacara pronto de trabajar primero y de pobre después. A veces creo que estas personas dicen lo mismo en cada sesión.
Seis meses después, y ya cuando Rosaura pensaba en no pagarle nada a la pitonisa ésta. ¡Zas! Sucede que pasó todo lo que le había dicho que le iba a pasar. Su marido en efecto sufrió un accidente y se murió. Era maestro albañil, iba hasta el gorro de borracho y allá fue a dar. Suelo. Se cayó de un décimo piso y no vivió para contarla. Dicen, los que vieron el patético espectáculo, que ni las manos metió y que nada más se fue de boca.
Meses antes de todo esto, Rosaura halló trabajo. Primero aquí en la radiodifusora. Trabajar de noche le permitía no ver llegar borracho a su marido. También le evitaba algunos golpes o gritos y cosas de esas. Porque cuando ella llegaba, después de ir a recoger a sus hijos a la casa de su mamá. Rodolfo estaba prácticamente muerto, en calidad de bulto por decir lo menos.
Sin embargo, Rodolfo pensaba que su mujer trabajaba de puta. ¿Quién que se diga decente trabaja de noche?, le reclamaba Rodolfo a Rosaura. Y lo que más coraje le daba a Rodolfo es que su mujer todavía estaba de bastante buen ver.
Luego, una comadre de Rosaura, Lupita, la metió al Seguro Social. Rosaura ocupó el lugar de Donaciano que falleció días antes de un ataque fulminante al suyo cardio. Y como vivía solo nadie lo atendió.
Lupita es trabajadora social. De esas que se enteran santo y seña (el huevo y quien lo puso), de lo que pasaba en el hospital. Así que en cuanto se enteró de la muerte de Donaciado, rápido propuso a su comadre para el puesto. Y Rosaura, un lunes del mes de abril ya estaba trabajando en la flamante clínica del Seguro Social.
Así la adivinadora cobró sus dos mil pesos por sesión. Pero los valía y vaya que sí.
La muerte de Rodolfo no fue entonces nada sorpresivo para Rosaura. Se podría decir que la esperaba. El día de la velación ni parecía sufrir, al contrario, se le notaba en el rostro un gesto malicioso, como si le hubieran quitado un peso de encima. Y vaya si se lo quitó.
En cambio sus hijos eran un mar de lágrimas. Ella los consoló con un: “Qué le lloran a ese ingrato desobligado”. Y cuando bajaron la caja a lo más oscuro de la fosa, Rosaura sólo atinó a decir: “Pues a otra cosa mariposa, muerto el perro se acabó la rabia”. Se dio media vuelta y esperó a sus hijos a la entrada del panteón.
Cuando me contó esto, los Iron Butterfly sonaban de fondo con su éxito In a gadda da vida. Dio una fumada a su tabaco y lo apagó estrellándolo con cierta rabia dentro del cenicero. Me acordé de una greguería de Ramón Gómez de la Serna: “La saña de una mujer está en la forma en que apaga un cigarrillo”. Y había quedado más que demostrado el odio que sentía aún por Rodolfo.
Rosaura le tomó mucho aprecio y fe a su adivinadora “de cabecera”. Que con una simple taza de café podría predecir el futuro. A ella le cambió la vida. Y podría ser la oportunidad de que te le cambie a ti, me decía cada que tocábamos el tema.
Sólo faltaba que uno de sus muchachos la sacara de trabajar primero y de pobre después. Y la “nena”, hija mayor de Rosaura estudiaba medicina. Si todo iba como hasta ahora, ella podría ser su posibilidad. Si se encontraba a un hombre bueno, pensaba de cuando en cuando Rosaura.
A mí me insistió a que me diera una vuelta con la adivinadora. Nada perdía y a la mejor mi vida mediocre cambiaba. Al fin que no le tienes que pagar hasta no ver resultados, me dijo. Y bueno, tenía de pronto razón. La cuestión es que necesitaba tomar una taza de café, y en los residuos que quedaran al fondo, entonces sí, la adivinadora podría predecir mi futuro según las borras del café.
Yo por alguna razón siempre me había negado. Hasta ese día que decidí ir. Ya no quiero que me vean la cara. A la mejor lo que le pasó a Rosaura fue pura suerte de la buena. Y yo nunca me caracterizado por tenerla. Nunca me gané nada en nada. Y mi suerte no iba a cambiar ahora, no tenía porqué cambiar. Además, odio el café. No lo soporto, y aunque no he negado que huele bastante bien. No logro creer cómo con su lectura (como me pasó con las cartas), me puedan decir mi aciago futuro.
No concibo esa extraña relación. En que con su lectura salga del letargo en que vivo, si desde que tengo uso de la memoria he cometido siempre los mismos errores, dijera José Alfredo. Y no sólo una vez, sino varias como según lo indican las sagradas escrituras.
Sin embargo fui. Me acompañó Rosaura. La adivinadora, en su papel, nos recibió en el quicio de su puerta. Artilugio en cabeza, ojos pintados, cejas remarcadas, miles de pulseras en muñeca izquierda, ropa holgada y nos hizo pasar. Con voz sepulcral dijo que esperáramos nuestro turno. Rosaura, con un gesto, me dijo que todo estaba bien.
La casa se encontraba a oscuras. En la pared colgaban miles de cosas. Supercherías de adivinación, no sé describirlo bien. La cuestión era tomar una taza de café. Platicar con la adivinadora sobre mi peculiar situación actual, terminarlo y dejar que ella hiciera el trabajo.
La taza era enorme. Para mí que no tomo café la sentí grandísima. La mujer se sentó frente a mí esperando que le contara algo. Por ejemplo qué me había llevado a tomar la decisión, quién me había recomendado con ella, y varias cuestiones más.
La adivinadora veía que no ingería nada.
Yo pensaba que al primer trago me iba a doler el estómago. Y así pasó. El café era negrísimo, cargado, fuerte y calientísimo. Tampoco me gusta por eso, se acostumbra a tomar caliente y a mí me escalda la lengua.
Todo pasó. Ni me tomé la taza a gusto ni me predijo nada porque concluyó que las borlas del café no estaban del todo nítidas. Eso sí. La adivinadora me dijo, según lo que escuchó de mi patética situación actual, que con esa actitud y esta vida que llevo (pero sobre todo con esa música que oigo) no iba a encontrar a ninguna mujer para compañera, ya no digamos novia o amante.
Tomé entre mis manos la mano de Rosaura y salí de ahí. Por supuesto no iba a pagar por algo que ya sabía (de antes) y que además me produjo dolor de estómago durante toda la noche. Lo que me obligó irremediablemente a permanecer despierto, y programar la música (aunque no encuentre nunca mujer), que más me gusta oír.

Tuesday, December 04, 2007

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En la tira de imágenes. La estancia de Paco Ignacio Taibo II recibiendo el premio narrativa Colima, por la obra publicada: Pancho Villa, una biografía narrativa. Evento que se llevó a cabo en el auditorio de la Facultad de Letras y Comunicación de la Universidad de Colima. Aparecen en la imagen: Aidé Savala, Paco Ignacio Taibo II, el MC Miguel Ángel Aguayo López (rector de la U), Dra., Lupita Chávez y un ser-vil, o sea, yo... Alberto Llanes.

Semblanza

Semblanza


Alberto Llanes


Cuando me invitaron a leer un texto con una semblanza sobre Paco Ignacio Taibo II (ahora que lo tenemos con nosotros para recibir el premio narrativa colima 2007 por obra publicada por el libro Pancho Villa una biografía narrativa), la palabra semblanza no me sonó, no me cuadró pues, hablando revolucionariamente.
Y no me cuadró porque una semblanza es leer la biografía del autor, y acaso nada más, decir los premios que ha recibido y las obras que ha escrito y es todo.
Tarea demasiado fácil con sólo ir a una computadora, abrir una página de Internet, ir la dirección electrónica de google, poner en buscar el nombre del autor, darle aceptar a todo el proceso, y en menos de cero punto quince segundos (confirmado para el que no me crea) tener en dicha página cerca de doscientas sesenta y siete mil ligas (también confirmado por este tundeteclas) que nos dicen algo acerca del autor, su obra y su vida.
El proceso siguiente es todavía más sencillo. Copiar y pegar fragmentos de por aquí y de por allá. Y como en un mosaico con letras, vuelvo a recalcar, muy fácilmente, tener listas unas dos páginas (páginas más páginas menos, todo depende del criterio de cada quien) con información precisa del escritor. Y eso sin duda será una biografía o semblanza (en este caso) del autor que nos toca presentar.
Tarea más sencilla no puede haber.
Todavía a ese texto se le puede (si nuestro cinismo da para ello) poner nuestro nombre, y decir que fue un texto de nuestra autoría. Y entonces podríamos ser eficaces focos de atención para el taller de Plagio y disección, (porque eso es prácticamente lo que hemos hecho) que le ha tocado, por suerte, impartir a Ignacio Padilla en la Escuela Dinámica de Escritores que dirige Mario Bellatin, en la Ciudad de México.
Por eso es que digo que la palabra semblanza no me sonó, no me cuadró pues, desde un principio.
Lo que quiero decir aquí y ahora, básicamente es, narrar qué se me viene a la mente cuando alguien menciona el nombre de Paco Ignacio Taibo segundo.
Y es sencillo.
Cuando alguien dice o nombra o yo mismo veo por ahí el nombre de Paco Ignacio Taibo dos, irremediablemente me acuerdo de una sola cosa, un grandioso personaje que no es el Che Guevara por aquello de ese libro titulado Ernesto Guevara, también conocido como el Che. Y que ganó, dicho sea de paso, el premio Bancarella en 1998 “al libro del año es Italia”. No. Eso no.
Y sería muy ordinario (porque es de suma obviedad), decir que se me viene a la memoria ese otro personaje: Héctor Belascoarán Shayne, el detective. Que nuestro afamado autor describe en varias de sus novelas, Días de combate, Adiós, Madrid y Algunas nubes (sólo por mencionar tres de ellas).
Tampoco se me viene a la mente esa otra novela, apenas aparecida en el 2005, titulada Muertos incómodos,(falta lo que falta) que escribió a cuatro manos con el sup Marcos, y que los que no nos aguantamos a que saliera el libro, fuimos leyendo cada domingo en el suplemento la Jornada semanal.
Una semana escribía el sup, otra Paco Ignacio. Y si mal no recuerdo, el trato era que nadie supiera de qué se trataba o cómo iba la novela, hasta que cada quien, uno en la Ciudad de México, otro en Chiapas, leyera el domingo el suplemento y tenían entonces una semana para sentarse a escribir su parte de la historia y presentarla el domingo. Genial.
Pero no. Nada de eso se me viene a la mente en cuanto oigo mencionar a Paco Ignacio Taibo II.
De lo que indudablemente me acuerdo cuando escucho nombrar a este popular autor mexicano nacido en Asturias es ese otro personaje suyo que me da tanta risa (por las desavenencias que le suceden como personaje de Paco).
E indudablemente estoy hablando del famoso (al menos para mí, a la mejor para el resto de los lectores del autor no, pero para mí sí): Rayo Láser: mejor conocido como Jerónimo Ramírez. Que sin duda Paco Ignacio Taibo conocerá mejor, mucho mejor que yo.
El rayo láser, decía, es un personajazo. Y es lo primerito que se me viene a la mente en cuanto oigo mencionar a su creador. Todo lo que le sucede al Rayo Láser es para peor; es decir, no pretende mejorar en nada, y en efecto, no mejora nada su situación en el transcurso del cuento.
¿Y todo para qué o por qué?, por una mujer y una ventanita que desde que se da cuenta de ella, y de la ventanita también, de ahí le vienen todas sus desavenencias a nuestro social personaje.
Por supuesto el cuento se llama: El sabor de la Leila, y aparece en el compendio de cuentos El regreso de la verdadera araña.
Decía que al Rayo Láser le pasa de todo: ejemplo. Alguna vez recibió, por parte de su primo Tobías una información que no supo, o que sí supo pero no pudo controlar del todo bien, es decir y cito literalmente:

Su primo Tobías le había transmitido la peligrosa información de que los pedos eran esencialmente gases sulfúricos y amoniacales y, por lo tanto, combustibles. Jerónimo Ramírez, una mañana de supremo hastío (en el trabajo), entró al baño de la empresa, se bajó los pantalones, encendió un Bic y se lo aplicó a un pedo. La explosión fue más que regular, y le costó florearse el culo de mala manera (siete días de incapacidad en el Seguro Social), y que la raza, enterada del experimento, le pusiese el apodo del El Rayo Láser.

Así que eso o este particular personaje es lo primero que se me viene a la mente en cuanto escuchó el nombre de Paco.
Este cuento, basta decir, lo he leído entre unas quince o dieciséis veces. Y ahora que doy clases de literatura en el Centro de Readaptación Social de Colima, muchos de los alumnos se sintieron plenamente identificados con el personaje central, ya sea por una u otra razón que por su puesto no explicaré en este momento y quizá en ningún otro.
Pero no sólo Jerónimo es digno de mención. La Leila también tiene su parte de acción en este relato, y como pieza de la clase social a la que pertenecen las secretarias, la Leila actúa como tal. Todo lo tiene bajo estricto orden y control. Los lunes utiliza ciertas tangas color verde papagayo que ponen a volar la imaginación del Rayo Láser. Quizá sean las tangas. No, definitivamente son las tangas, el motivo principal por el cual el Rayo Láser se ve en la imperiosa necesidad de bajar tres escalafones de importancia en la fábrica de pinturas para la cual trabaja y que su salario se viera reducido a unos mil 600 pesos menos en su paga quincenal.
Todo para verle los calzones, cuando llevaba, a la Leila, porque sobra decir que la chica a veces no usaba nada debajo de esas minis, que dicho sea de paso, estaban fuera de moda, igual que la música que le gustaba al Rayo Láser, fuera de moda.
Eso sí, podía dejarse las patillas largas porque el montacarguista (oficio que ahora iba a ocupar El Rayo Láser), podía dejarse las patillas, no así un mecánico C de mantenimiento, labor anterior de nuestro buen personaje Jerónimo Ramírez.
Estas son sólo algunas de las desventuras que le suceden a Jerónimo Ramírez, 23 años 9 meses, nacido en la colonia Aviación Civil de la Ciudad de México, habilitado montacarguista aunque mecánico de oficio, de ojo café y 64 kilos que llegó (sigue la cita literal del libro) a la fábrica con lentes oscuros, patillas recortadas y cachucha hasta las cejas con lo cual parecía una especie de Batman crudo.
Como decía, todo un personajazo.
Pero más personaje es aún este otro Doroteo Arango: mejor conocido como Pancho Villa y que Paco Ignacio, en un tiempo donde las novelas históricas vuelven a tomar importancia, con Rosa Beltrán y La corte de los ilusos; Enrique Serna y El seductor de la patria; Pedro Ángel Palou y su trilogía iniciada con Zapata y continuada con Morir es nada, la vida de Morelos (y a la espera de ver cuál sigue), Paco Ignacio nos narra la vida de este otro gran personajazo que fue Pancho Villa, que su sólo nombre ponía a temblar a los gringos, que fue el centauro del norte y muchas anécdotas más que podremos encontrar en este libro, que hoy merece el premio narrativa Colima.
Con cerca de 400 fotografías nunca antes vistas. Y con más de 800 páginas. Paco Ignacio nos ofrece (narrativamente hablando), la vida de este singular personaje que fue también un gran estratega militar: Pancho Villa.
Enhorabuena a Paco Ignacio Taibo II por esta obra, y por este premio. Y seguimos a la espera de más personajes como Héctor Belascoarán, Jerónimo Ramírez, o en su defecto, de otras biografías bien realizadas como la del Che Guevara y esta que ahora tenemos en nuestra manos.

Monday, December 03, 2007

Paco Ignacio Taibo II (Crónicas defenestrantes)

Paco Ignacio Taibo II
(Crónicas defenestrantes)


Alberto Llanes


Empezaré esto desde el jueves 29 de noviembre por la noche. Cumpleaños de mi mujer. Recibí una llamada telefónica: Beto /decía la voz/, ¿quieres recoger a Paco Ignacio Taibo II en la FIL el domingo?, Por supuesto fue mi inmediata respuesta, Bien /siguió la voz/, mañana nos ponemos bien de acuerdo. Perfecto /contesté/, y ambos, voz y servidor colgamos al unísono, como si nos hubiéramos, previamente, puesto de acuerdísimo.
Quién era /preguntó mi Alejandra/, Juan Diego /contesté ipso facto/, Y qué quería /continuó/, Preguntarme que si quería recoger a Paco Ignacio en la FIL el domingo. Y mi mujer oyendo que mi respuesta había sido afirmativa, me tendió un cálido beso en la mejilla derecha que poco a poco fue resbalando.
Esa noche festejamos por partida doble. Su cumpleaños y la ida por Paco. Cosa curiosa, decidimos ir, ese día, al bar que se llama: El mesón de Villa. Y digo cosa curiosa porque, precisamente, el afamado autor nacido en Asturias viene a recibir el premio narrativa Colima por la obra Pancho Villa, una biografía narrativa. Así que entre besos y cervezas, mi mujer y yo celebramos por partida doble.
El viernes, como bien dijo Juan Diego, nos pusimos de acuerdo. Saldría el domingo al mediodía para Guadalajara. Mi labor consistía en llegar, estar un rato en la FIL, ubicar la sala número uno (labor nada difícil para quien ha estado en presentaciones de libros), y asistir, efectivamente, a la presentación del libro El cuaderno verde del Che, en la que iba a estar Paco Ignacio Taibo II.
Así que me presentaría con el autor, decirle a qué iba, y arreglar todo para regresar a Colima. Todo estaba perfecto pero… me hacía falta un contaplache de andazas. Mi mujer tenía un evento previo y no me podría acompañar. Así que, me faltaba alguien. Luego de un par de llamadas, varios mensajes por celular y sabe qué bagatelas más. El diablo estuvo dispuesto.
Quedamos de vernos el domingo, a las diez de la mañana, en la plaza Los Arcos para tomar un ligero desayuno e partir de ahí directo a Guadalajara. El sábado lo pasé bien. Con mi Alejandra a lado viendo la segunda temporada de mi serie favorita: ROMA.
El domingo, muy temprano, me levanté. Mi Alejandra tenía que irse a Tecomán. Así que de las siete a las diez de la mañana, aguantaba para echarme otro episodio de ROMA, y así lo hice. Cuasi a la hora en que me quedé de ver con el afamado (en este blog) diablo. Me presenté en la mentada plaza. Todavía no llegaba así que me puse a esperar. ¿Cómo se pone a esperar uno?, no lo sé.
Cinco minutos después lo vi venir. Y es que el diablo tiene el olor del azufre metido en los huesos. Qué hay Bristy, ya tienes rato /preguntó discreto/, Voy llegando pero tengo hambre /fue mi respuesta/. Me eché unas enchiladas suizas y un jugo de naranja. El debil me dijo que ya se me había adelantado y nada más tomó café y platicamos, platicamos bastante.
Fuimos a ver si la librería estaba abierta. Pero no. Dimos una vuelta por el centro. En estas fechas (decembrinas), la venta de chingaderas en el centro está al por mayor, se siente de entrada un ambiente, un aroma especial. Justo a las doce y cuarto abordamos el diablo-móvil. Teníamos que ir al IUBA, porque de ahí saldría la camioneta que nos iba a llevar a guanatos. Llegamos. Preguntamos por Solorio, nada. Fumamos entonces y volvimos a esperar. Minutos después vi que Solorio se acercaba a nosotros. A Guadalajra directo /dijo/, A Guadalajara directo /contesté/ y trepamos a la camioneta para dieciséis plazas.
Intercambié (mos) algunas palabras con Solorio. Cosas de rutina, el futbol, el clima, cosas así. El diablo iba previsto de su compu para trabajar. Yo llevaba mi cámara para filmar. Solorio dijo que antes íbamos a pasar por un vale (no de dinero sino humano). Llegamos al Trapiche y el vale se subió con nosotros. Era en realidad el chofer. En la primera caseta de cobro, Solorio y chofer hicieron el cambio. Perfecto. Íbamos ya para Guadalajara en busca de Paco Ignacio Taibo II.
No describiré el camino porque fue como todos los caminos Colima-Guadalajara. Oyendo música, platicando, cosas así. Incluso una duermevela suficiente para no despertar sino ocho horas después.
Llegamos a Guadalajara dos horas y media después. Buscamos la expo-FIL. Solorio nos dejó ahí y como no había lugar para estacionar el mamotreto de camioneta en que íbamos, nos dijo que nos recogía a las siete de la noche en el mismito lugar en que nos estaba dejando. Bien.
Entramos a la expo-FIL luego de pagar quince locos cada uno. Dentro, lo primero que hicimos fue tirar el miedo, regar las flores, cambiarle el agua al pato… qué sé yo. Lo segundo que hicimos fue ir por un programa de eventos. Taibo II iba a presentar El cuaderno verde del Che en el sala uno de la FIL, todo eso ya lo sabía… pero… ¿a qué hora?, unos pendejos organizadores me dijeron que a las seis. Tontos de capirote. El programa decía a las cinco.
Ubicando la sala y con programa en mano, la FIL era prácticamente nuestra. El diablo quiso ir (y esto lo confirma como diablo) al stand de la Modelo. La chica, tetas cuasi al aire, nos dijo que en la compra de cuarenta pesos podíamos entrar a un juego de dados y ganar más chingaderas. Yo compré dos chingados botellones de plástico de cerveza. Cuarenta y cinco pesos. Órale, a jugar dados (cubilete pues). La primer tirada, la chica y yo quedamos pares (de ases), nada para nadie. La segunda saqué full. Ella tiró y volvió a repetir par (otra ves, de ases). Me la chingué. Escogí una playera que trae los colores de la Negra Modelo y su inscripción. De haber sido solterito y sin compromisos la hubiera escogido a ella. Pero tengo a una mujer que respetar. Ni pedo.
El diablo también ganó. Pobre mujer, traía mala suerte. Nos obsequió un vasito micro de chela y nos fuimos contentos de ahí. Parecía que habíamos ido a la feria de la chela y no a la del libro.
Teníamos dos horas para recorrer la FIL y después ir a la sala uno. Fuimos por los stans. Yo le advertí al diablo que no iba a comprar ni madres. Falso que soy. Salí con tres discos, dos películas y un libro. Es que en la FIL no te puedes contener. El diablo salió con algo similar. Casi a la hora de la presentación del Cuaderno verde del Che, diablo y yo nos encaminamos a la sala uno.
El evento estaba a punto de empezar. Pronto vi a Paco. Me fui directo con él. Cuando lo tuve cerca, luego de presentarme, le dije que iba a ser o quien lo iba a llevar a Colima. Me tomó del brazo, me dijo Órale, qué bien, y presto me presento a su mujer: Paloma.
Paloma me dijo que me sentara junto a ella para no perdernos. A una señal, le dije al diablo que se jalara pa´ delante, donde estaba Paloma. Me sentía muy verga, muy influyente pues, ahí, en primera fila, con Paloma a lado y platicando con Paco Ignacio Taibo sobre Colima, sobre el clima, sobra la Universidad, bla bla bla…
La presentación duró media hora y otra media para preguntas. Que Paco dijo que no fueran tan inteligentes para poder contestarlas. Jajaja río el público de la FIL.
Salimos rayando. Había otro evento después del de Paco Ignacio, y nos dirigimos pues, al stand de Planeta a la firma de libros. La fila era larga. El primer día de la FIL había mil ejemplares del Cuaderno verde…, el domingo 2 de diciembre no había ninguno. Paco firmó y firmó, fumó y fumó, y tomó y tomó (Coca-cola). Después, con dedo amenazador me dijo, tú no te me pierdas (refiriéndose a mí), al cabo nos vamos a ver y pasar juntos todavía mucho tiempo y se rió.
Terminó la firma. Buscamos a Paloma que se nos había perdido. Y junto con Aidé Savala nos fuimos directo a la salida. El diablo venía detrás de nosotros. De cuando encunado le preguntaba algo al autor, o a Aidé. Paco nos preguntó que dónde habíamos dejado la camioneta. Le dije que junto al hotel. Bien /respondió/.
Abordamos. Solorio se presentó. Llevaba la compu en sus piernas. Estaba viendo el partido. No le voy a los Pumas pero ahora abogo por ellos. Me tocaron en la quiniela del trabajo. Paco dijo que fuéramos por sus cosas al hotel y luego al Aidé, que nos iba acompañar a Colima porque tenía que darle ella el premio en representación de Silvia Molina (que, gracias a dios, deja de ser encargada del INBA).
El chofer que nos llevaba no conocía Guadalajara. Y me preguntaba a mí por calles, sitios, etc., el hotel de Paco era el Quinta real y el de Aidé era el Crowne Plaza. Luego de dar un pequeño tour por Guadalajara, dimos con el hotel de Paco. Hotelazo debo decir.
En esa búsqueda de hoteles, nos dimos cuenta el diablo y yo que no habíamos comido nada. Las tripas empezaron a gruñir. Paco pidió que ya por la carretera pasáramos por un Oxxo o algo así. Llegamos a un Oxxo como bien pidió el autor. Tomamos carretera como a las siete y media. Paco compró una Coca-cola de a litro. Yo lo acompañé con otra. Paco compró una bolsa de Rufles enorme. Yo lo acompañé con una torta de pierna. El diablo compró algo similar. El regreso fue como todos los regresos. Oyendo música, platicando, durmiendo y saltando. Se me ha pasado mencionar que esa camioneta salta un chingo. Y así nos fuimos todo el culero camino.
Paco fue leyendo. Hábilmente sacó su kit de viaje: un libro, una lamparita, su Coca-cola y sus Rufles. Y fue un buen trecho lee y lee. Yo de plano me quedé jetón un rato. El diablo hizo algo similar.
A las nueve y media estábamos en Colima. Antes, como es obvio, pasamos a dejar al chofer (que no supe nunca su nombre pero sí su apodo, era Pelón, de apodo) al Trapiche. Solorio siguió el camino manejando. Llegamos al Fiesta inn a dejar a Paco, Paloma y Aidé. Ellos todavía iban a cenar.
Nosotros fuimos al IUBA a dejar el camionetón. Abordamos el diablo-móvil y lentamente nos fuimos alejando de ahí. Al otro día, Paco recibiría el premio Narrativa Colima 2007 por Pancho Villa, una biografía narrativa, a las once de la mañana en el auditorio de la facultad de letras.

Wednesday, November 14, 2007

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...¡Ah! pero sus ojos están hechos de una materia anticorrosiva. Sus pupilas se dilatan y son azules. El brillo se hace penetrante pero sólo yo puedo ver su aura, florescente, libre como pluma, ligera como mancha. Es límpida, fresca, antiarrugas. Su alma antimanchitas y su tersura tienen esencia de mar. Su piel es suave, más pálida que la piel del leopardo. Su grito es cálido, reacio al eco de infinitudes. Su rugido es el inclemente, líquido como una lámpara. Ataca a retaguardia. Pero su manera es la única manera, la más excitante, la más fulminante también. Pareciera que de ella se desprenden todos los aromas del mundo, todas las maderas también, y de las maderas y de los aromas se hicieran todas las cosas del mundo. Y así es ella, suave, dulce, paciente, encarnizadamente mujer y etérea. Enumerarla llevaría más poesía. Me falta poesía para poderla acomodar, y que estuviera así, en el poema, ella, aquí, adentro...

Tuesday, November 06, 2007

Fotomotion

Los compadres: el diablo y anexas. La pinche cara de pedos nos delata, ni como ayudarnos, me cai. De izquierda a derecha: primazo del diablo, servidor e diablo. Pa servir a ustedes y a...diós.


Monday, October 29, 2007

El teatrero

El teatrero
(Maicro Machines)


Para Jaime Velasco


El autor, director, productor, actor, escritor, dramaturgo, escenógrafo, tramoyero y único miembro activo de la asociación de actores y dramaturgos de México A.C., quería a fuerzas de la voluntad de quien se le pusiera en frente, que le montaran una obra de teatro, su más reciente creación decía él.

Fue a hablar con el presidente de la asociación de actores y dramaturgos de México A.C., que era sin duda él mismo y él mismo se dijo a sí mismo que fuese con el vicepresidente para que diera su visto bueno (VoBo). Entonces él mismo fue con el vicepresidente de la asociación que casual pero extrañamente también resultó ser él mismo.

Como el vicepresidente; o sea él mismo estaba muy ocupado, el vicepresidente o sea él mismo, le dijo a él mismo que fuese con el secretario de la asociación, que estúpidamente era él mismo, entonces el secretario, se mandó o lo mandó con el supervisor que simpáticamente era él mismo y el supervisor lo mandó con el director que resultó ser también él mismo y el director, o sea él mismo se mandó con otro y ese otro resultó ser también él y ese él lo mandó con otro y ese otro fue él y él fue él y siempre él fue él y así hasta que llegó con un tal gerente de asepsia, que también resultó ser él.

Entonces ese sujeto poco docto en cuestiones relacionadas con el teatro, leyó un texto que lo mandó cosa curiosa él mismo, o sea el presidente de la asociación y ese texto decía que montasen esa obra, reciente creación de él mismo. Entonces el gerente general de asepsia del teatro dijo muy a los cuatros vientos: “traigan un caballo y que monten ahí, la obra de ese señor, que curiosamente cubre todos los puestos del santo oficio y cosa curiosa soy yo mismo”.

Entonces, él mismo montó la obra de él mismo, que venía por órdenes muy muy pero muy superiores de él mismo. Así que la obra del autor, director, productor, actor, escritor, dramaturgo, escenógrafo, tramoyero y único miembro de la asociación de actores y dramaturgos de México A.C. quedó montada tal vez no como debería, pero eso sí, en un hermoso y brioso corcel que se va alejando poco a poco

El escriba o el eterno retorno

El escriba o el eterno retorno
(Maicro Machines)




Dicen que escribo libros... yo no escribo libros, los libros ya están escritos. Yo sólo escribo letras, de esas letras se forman palabras, las palabras a su vez hacen frases, las frases se convierten en oraciones con sentido, las oraciones con sentido dan paso a líneas, esas líneas forman párrafos, entonces muchos párrafos se convierten en cuartillas; al conjunto de esas cuartillas se le llama capítulo, al capítulo se le pone nombre y/o número, cuando se tienen varios capítulos se puede decir que es una novela y esa novela es sin duda un libro, interesante o no, ese no es problema mío, porque yo sólo escribo letras, de esas letras se forman palabras, las palabras a su vez hacen frases, las frases se convierten en oraciones con sentido, las oraciones con sentido dan paso a líneas, las líneas forman estrofas, entonces muchas estrofas se convierten en cuartillas; al conjunto de esas cuartillas se le llama poema tal vez, al conjunto de varios poemas se le conoce como plaqueta, a esa plaqueta se le pueden agregar más poemas para que al final todo quede conformado en un poemario y ese poemario será sin duda un libro, interesante o no, ese no es problema mío, porque yo sólo escribo letras...

Friday, October 19, 2007

Tierna es la noche III (Crónicas defenestrantes)

Tierna es la noche III
(Crónicas defenestrantes)


Alberto Llanes


Día 3


Jueves 4 de octubre. Mañana. Guía espiritual quedó de pasar por servidor para ir a la oficina y de ahí por poeta para luego hacer entrada triunfal a bachillerato en turno. Que si mal no recuerdo era el de Cuauhtémoc.
Sin estar desvelado, ni crudo, la vida parece fácil. Guía espiritual pasó por servidor y antes de llegar a la oficina a trabajar en los pendientes, guía espiritual optó por echarle de comer a su can. Y ahí vamos. Bueno, es tan fácil la vida sin estar crudo, que hasta tenía hambre a esas horas de la madrugada y un plato de croquetas no me vendría nada mal, la perra hambre es cabrona.
En la oficina no tenía cuasi ningún pendiente. Sólo revisar mi bandeja de entrada. Y tal vez llamar por teléfono a poeta para ver si ya estaba listo. Me preocupaba que se fuera sin desayunar, porque los alimentos iban incluidos con el hospedaje.
La cita en el bachillerato era a las once la mañana, así que teníamos tiempo, guía espiritual y un servidor, para ir a echarnos una birria o un desayuno continental a cualquier lugar, sí, lo que no teníamos era dinero, así que nuestros sueños guajiros de ir por un plato de birria o un desayuno continental se vieron reducidos a una vivificante y bastante nutritiva rebanada de picza. ¡¡¡Ni pedro-juan!!!
Cuando llegamos al hotel, poeta ya nos esperaba en el lobby del congal. Sentadito en un reposé leyendo el matutino. Al verme lo primerito que dijo fue: Wey, ya no voy a regalar tantos libros porque me quedan pocos para la venta. Luego de afirmar con la cabeza, la que está más cerca del cielo que del infierno, le aconsejé que nada más regalara tres a las mejores preguntas, eso sí, a-l-a-s-m-e-j-o-r-e-s-p-r-e-g-u-n-t-a-s. Haciendo mucho énfasis en cada una de las letras que pronunciaba. Y es que cuando uno saca un librito quiere que todo el mundo lo tenga, pero no se puede regalar a todos. La casa pierde y hay que chupar. Total.
Guía espiritual siguió en calidad de guía, verdaderamente, cada trecho que avanzábamos explicábale a poeta casi casi quién había pisado ese terruño. Cosa que yo no iba a hacer, no porque no conozca la ciudad en que vivo, simplemente porque esas pláticas no se me dan.
Motor en marcha, reloj cuasi marcando diez y media. Los tres gatitos encaminamos para el municipio de Cuauhtémoc. Poeta conoció, de diez municipios, cuatro, y eso porque no organicé presentaciones en Quesería, ni Minatitlán o Coqui. Será para el año que viene.
El bachillerato de Cuauhtémoc está interesante. De entrada queda en el mero centro del municipio. Tiene una estructura antigua que lo hace más original. Y en frente, justo en frente del bache., hay un jardín. Así que tiene varios atractivos, claro, incluyendo a una morena que de pronto me quitó el sueño. El jardín que está frente al bache es el jardín central del pueblo, más interesante.
En cuanto llegamos fuimos a la dirección para presentarnos con la autoridad correspondiente. Ipso facto nos ofrecieron el auditorio, preguntando que a qué medida queríamos el aire acondicionado. Poeta contestó que lo más bajo que se pudiera, para que hiciera friyito. Pero la maestra creo que no nos entendió.
Entramos. Guía espiritual había retrasado su entrada por estacionar camioneta de Dirección. Acomodamos la mesa protectora para poeta y para mí. Al poco rato entraron los muchachos. En un vistazo rápido, a ojo de buen cubero, vi entre la multitú a un par de jovencitas que estaban bastante potables, incluyendo a la morena de fuego que de pronto me quitó el sueño que llevaba.
La maestra que nos recibió hizo el acomodo de los muchachos, quienes tomaron asiento esperando a ver qué chingao íbamos a hacer ahí, en el estradito, dos weyes que a decir verdad y a la distancia nos parecíamos bastante. Casi como padre e hijo. Guía espiritual podría pasar por el espíritu santo.
Le di pie, con mi entrada, a poeta para que leyera sus trabajos. Creo que esta fue la mejor charla que dimos, que dio poeta. Porque le salió bastante bien y la interacción con los alumnos fue bastante buena.
Creo que fue también, una decisión muy compleja dar tres libros a tantas preguntas que le hicieron a poeta, pero bueno, esa chamba la tuvo que hacer él, ni hablar mujer traes puñal, es un trabajo sucio pero alguien lo tiene que hacer.
De regreso en la ciudad. Con el calor sofocando luego de que incluso en la mañana el clima era lluviosón. Dejamos a poeta en su hotel no sin antes indicarle dónde estaban las librerías. Y fui a hacer trabajo de editor.
En la tarde se presentaban los rapidines, una colección que incluye una plaquete de servidor. Así que poeta tenía tiempo de dar una vuelta por la ciudad, conocer sus alrededores, descansar como se debe, comer como se debe e ir a presentación de rapidines para después inaugurar (haciendo el corte oficial del listón y toda la cosa) nuestro tuguriotour.
Después de parlar con persona adorable sobre qué onda. Y después de hacer mi chambita de editor consistente en revisar, leer y corregir material escrito, fui a comer cerca de la universidad para estar temprano en la presentación de la colección donde se incluye también, plaqueta de amigo entrañable Carlos Ramírez.
Con el estómago lleno y los nervios porque y para que todo saliera bien. Servidor desplaza sus movimientos a Pinacoteca universitaria. Después de saludar a algunas persona, de acomodar personificadotes, botellines de agua, y orden en que debían hablar los presentadores (todos alumnos de la facultad de letras y periodismo). Entró llamada de persona adorable. Antes, llamado de Inés diciendo que no nos retrazáramos mucho con la presentación y que empezáramos a tiempo. Persona adorable ya venía en camino así que salí por ella.
Poeta llegó para presentación de rapidines. Saludó a maestra que también está incluida en plaqueta Guille Cuevas. Y de pronto la sala del vitral del volcán haciendo erupción se llenó a full time de su capacidad. Organizadora de evento de presentaciones optó porque todos los autores se sentaran justo al frente, para oír comentarios de alumnos acerca de sus obras. Yo era autor, pero no podía estar sentado porque el evento estaba por empezar y me faltaba un presentador por llegar. Con nervios en punta, llevé a persona adorable a sentar en la segunda fila diciéndole que me apartara el lugar contiguo a ella para poner las posaderas ahí después, porque iba a esperar a que la presentadora llegara.
A las seis de la tarde con diez minutos empezamos el evento. La presentadora no llegaba ni por equivocación. Más nervio todavía porque el lugar de ella era el único que se veía vacío y le tocaba presentar el cuento de la maestra Guille Cuevas.
Con un ojo al gato y otro al garabato. Me senté al lado de persona adorable para dicho evento. Doctora Gloria Vergara, en sustitución a Avelino Gómez fue la moderadora de evento. Guille Cuevas, Guillermo Vega y Carlos Ramírez, ocupaban los asientos primarios de la fila primera. Yo ocupaba, junto con persona adorable, los de la segunda.
El evento empezó muy bien, bastante bien diría yo. El presentador que le tocó hablar sobre mi plaqueta, era, haz de cuenta, una copia al cabrón mía. Fue el mejor presentador que pude tener. Todo dicho como anillo al dedo, tanto así, que doctora Vergara notó en el comentario el parecido y lo hizo saber al público conocedor que nos acompañaba esa tarde-noche. Persona adorable diciéndome al oído que sí, en efecto, fue el presentador que se parece, en usos y costumbres al autor.
Después de tanto esperar llegó presentadora de Guille Cuevas. Se le notaba en lo ojos la palidez del momento. Lo bueno que le tocaba hablar hasta el último y no antes, si no, hubiera sido más notoria su falta de puntualidad. Hasta ese momento descansé y le puse empeño, más que empeño atención a la presentación de esa noche y fui un poco más feliz. De hecho ya era feliz por tener a persona adorable ahí, pero esa es otra historia.
Terminó evento con fuerte aplauso de la concurrencia. De pronto, persona adorable y yo nos vimos rodeados por un buen de alumnos de quién sabe qué bachillerato, que a boca jarro, sacando sus cuadernos y lápices y plumas, me hicieron una entrevista súper exprés, con un montón de preguntas. Contesté a todos y nos dirigimos al siempre tonificador y vivificante brindis después del evento. Luego de firmar algunas plaquetas, de saludar a un montón de personas, de compartir y degustar viandas con personita adorable. Dirigimos, los dos memos, personita adorable y yo, nuestros pasos al centro de la ciudad a beber un café, cosa que a mí, en lo personal y en lo particular no me sonaba para nada.
Llegamos a un lugar bastante nuevo y no tan lejano a la Pinacoteca, porque a decir verdad, teníamos que regresar a evento de presentación del fondo de libros de amigo Francisco Blanco Figueroa.
Así que después de dos chelas súper rápidas. Una botana consistente en mango y pepinillos, pedimos la cuenta y vade retro a la Pina.
El evento estuvo también a tope. Amigo Carlos Ramírez, que antes había sido autor en la presentación de los rapidines, ahora le tocaba ser comentador de este fondo de libros del buen Francisco Blanco.
En tanto cada uno de los presentadores hablaba. En una pantalla gigante se proyectaban unan serie de fotos que amigo entrañable y servidor fuimos a tomar de dicho fondo.
Al termino de presentación del fondo de libracos del buen Francisco, cada quien agarró para el congal de su preferencia. Yo le debía una ida de tugurio a poeta, que no es que quiera terminar con su buena reputación, pero era cierto, deudas de juego son deudas de honor. Así que fuimos por vehículo de persona adorable y… se nos atravesó congal llamado La puerta, y ahí vamos. Para llegar un poco entonados al tuguriotour que nos correspondía esa noche.
Varios tarros de chela después, emprendimos, en vehículo de persona adorable nuestra tierna huída a tuguriotour.
No quiero decir por hombre las cosas que hicimos en ese congal. Pero sí agradecer a persona adorable todas las incomodidades, si incomodidades se le puede llamar las de esa tugurionoche, y a poeta por aguantar pleito de atrás tiempo.
La noche terminó como todas las noches. Con servidor completamente ebrio, pero con la armonía de haber arreglado asuntos pendientes con persona adorable. (Continuará).

Monday, October 15, 2007

Tierna es la noche II (Crónicas defenestrantes)

Tierna es la noche II
(Crónicas defenestrantes)


Alberto Llanes


Día 2:


Como no quiero terminar con la buena reputación de Guillermo Vega, de aquí adelante, en estas crónicas, lo llamaré poeta.
El día dos estuvo lleno de todo. Una vez que poeta y yo terminamos hasta atrás en casa de poeta Guille, al otro día, servidor tuvo que ir a trabajar muy tempranito. A las seis de la mañana, no crudo, sino todavía muy pedo, estaba en la ducha para ir al programa de Max Cortés.
En la noche, de la oficina me habían llamado para que asistiera a una entrevista a la radio. Así que a las siete de la mañana, mis compañeros, que de aquí en adelante los llamaré mi equipo, pasaron por mí para ir a la dichosa entrevista.
Poeta de seguro estaba contento, calmando su cruda con un buen sueño, para después tomar una buena ducha, para después tomar un buen desayuno, para después ir a publicaciones, para después ir al bachillerato de Comala a la primera charla, para después ir a pistear otra vez, para después ir a dormir, para después tomar una buena ducha, para después tomar un buen desayuno, para después ir al segundo bachillerato, para después ir a comer, para después… para después…
Así más o menos estaba previsto el jornal. La entrevista nos salió bastante bien. A pesar de ir completamente ebrio no se me salió ninguna aberración. Creo que todo estuvo pasable. Le dimos promoción a las jornadas, a la venta nocturna de libros, a la venta de libros universitarios y a los talleres y actividades que aún faltaban por cumplimentarse (como dijeran los guachos).
Nos llevó un total de media hora la entrevista. El resto, ir por mí a mi casa, llegar a la estación, esperar nuestro turno, etecé etecé… nos llevó más. Salimos de la dichosa estación a las siete, casi ocho de la mañana, demasiado temprano para ir a la oficina, pero demasiado tarde como ir para ir a la casa a tomar otro sueñito reponedor. Así que vamos a desayunar a la birria. Sí, aquella que está por la Insurgentes. Basta decir que a esa hora, madrugadora de la mañana, servidor nada más quería permanecer acostado (si se podía en compañía de mujer, mejor). Pero no, andaba yo a deshoras, en entrevistas y en desayunos que no me apetecían porque no más no.
El suculento desayuno no hizo más que me dieran ganas de cantar Oaxaca. Pero enfrente, en un local de un dentista, una chica de pantalón súper entallado y blusita rosa apretujada, dejaba mostrar sus encantos mientras barría y preparaba el lugar para su apertura. Así que servidor se distrajo en eso, y plato de birria quedó ahí, intacto. Eso sí, el agüita de jamaica que nos ofreció dependiente, además de sabrosa y heladita, estuvo bastante reponedora.
Desayuno no se alargó tanto como hubiera querido en otra situación. Así que terminamos, pagaron, pedí mi suculento platillo para llevar, y fuimos ipso facto a la oficina, donde me esperaba computadora, ventanas del Chat y un informe que tenía que llenar. Porque al rato vendrían actividades de bachillerato a las que teníamos que ir.
La mañana transcurrió entre que se me bajaba la cruda, me reponía del estómago y me daba hambre. Hacer… hacer, no hice mucho. Sólo esperar a que llegara poeta (quien dicho sea de paso, se veía mejor repuesto que yo), para empezar la chinga de tratar de meterle a los alumnos tantito el gusto por la poesía, labor que no iba a hacer yo, por cierto, sino que se le iba a legar toda a poeta.
Total. Poeta llegó alrededor de la una de la tarde porque a esa hora tenía una entrevista para radio universo efe eme. Y ahí vamos. Celular mío quién sabe qué chingados tenía que no entraban llamadas. Lo abandoné por ahí y vamos a la estación. La cara me delataba a kilómetros de distancia. El cansancio se antojaba sólo de verme. La entrevista fue buena. Le volvimos a dar promoción a las jornadas y poeta leyó poesía, pos sí.
Salimos de radio con la firme idea de ir a comer a algún lugar para después, a las tres de la tarde ir a bachillerato 17. A la salida de la estación poeta fue abordado por una chica que le pedía, para ese mismo día, otra entrevista pero a las cinco de la tarde. ¡¡¡Eres famoso, papá!!!, además del héroe de esta película, dicho sea de paso.
En publicaciones, recibí llamada de persona adorable que me puso bastante mal por hecho cometido una noche antes, culpa mía lo tengo que admitir. Adolfo, guía espiritual dijo que ya era hora para irnos. Fue por viáticos, volví a bocina pero había colgado, así que fui por rapidines, poeta no sé a dónde fue, y en un santiamén estábamos de nuevo en camioneta incómoda yendo rumbo a destino paraíso: Comala.
Todo el trayecto iba pensando en muchas cosas con respecto a persona adorable. En las tantas veces que he cometido error. Seguía sin tener hambre pero habría qué comer algo. Vamos entonces a cafetería de bache 17. Un trío de tacos y un vaso con agua de coco (uyyyyy qué miedo), fue todo lo que probé. Fui a preguntar por maestro de literatura. Maestro Valpuesta salió, dijo que ya estaba todo listo y que en unos quince minutos mandaría a los alumnos, que nos fuéramos yendo para el módulo de cómputo. Antes, conocimos a director de plantel. Y vamos a la primera charla en bachillerato.
Salón de cómputo lleno. Poco incómodo a decir verdad, porque según poeta no había mesilla protectora, y era verdad, no había mesilla protectora. Charla alargada bastante. Poeta leyendo obra, tanto nueva como viejita. Yo sudando como perro. Adolfo tomando fotos de las chicas más guapas de la comunidá, digo, tomando fotos de las chicas que estaban más atentas a la conversa. Finalmente llegó la hora de las preguntas. Poeta regalando cinco librines a las mejores cuestiones. Yo hubiera dicho que a las viejas más buenas, pero es poeta y poeta tiene la última palabra.
Pensando que no iba a ver tanta cháchara, imaginé que no pasaríamos de dos preguntitas y nos íbamos a ir a la chinita de ahí. Pero oh, nalga de eso, resulta que muchachos salieron muy preguntones y no paraban de hacer cualquier tipo de cuestiones a poeta. Que dicho sea de paso, se vio un tanto cuanto agobiado por demasiada algarabía.
El tiempo es oro, ahora comprendo ese término. A las cinco teníamos que estar en universo efe eme otrora vez, para entrevista novísima a poeta. Y el tiempo estaba apremiando. Así que cortamos por la santa paz, agradecimos al público conocedor, yo a las falditas de las esculapias que pululaban por ahí. Y vade retro al campus central de Colima.
Llegamos, vamos a publicaciones, poeta checó su correo ipso facto, yo recogí mi celular dado a la chingada. Adolfo a terminar unas cuestiones pendientes para ir a la Pinacoteca, aún. Diez minutos antes de la hora vamos otra vez poeta y servidor a universo. Entrevista un poco alargada. Yo en sala de espera viendo qué pedo con el teléfono porque no entraban llamadas, mensajes sí. En eso estaba cuando móvil sonó. Sacó un gran pedo porque no lo esperaba. Llamada de diablo diciendo que quería entrevistar a poeta. Contestar que en media hora íbamos ir a comer-cenar al hotel ceballos. Diablo diciendo que ahí nos veía, entonces. Entrevista muy larga. Más del tiempo que le había pronosticado a diablo para vernos. Nueva llamada de diablo que no contesté porque no oí por estar en cabina junto con poeta. Por fin, final de entrevista. Ida otra vez por Adolfo para ir a comer-cenar a hotel ceballos y vernos ahí con diablo para entrevista. De nuevo, en camioneta incómoda, vamos los tres con rumbo desconocido, más bien conocido pero…me gusta hacerla de pedo. Llegar bien tarde a hotel ceballos. Lluvia en la ciudad. Diablo no aparecer por ningún lado. Igual, desesperarse e irse de ahí. Pedir nuestros platillos para la susodicha comilona. Poeta ir a cuarto por libro para regalar a guía espiritual. Comer con parsimonia. A las ocho de la noche tener un evento pero nada importante. Nada importante para ellos. Yo tenía que estar presente awilbur porque era quien llevaba los curriculos de los participantes. Terminar de comer luego de estar risa y risa. Leer cuento dañado de poeta, porque también le hace al cuento. E ir a la Pinacoteca para el evento de esa noche: presentación del libro grupos de discusión, bla bla bla… ir entonces a dar una vuelta por la librería. Encontrar personas conocidas, entre ellos Rubén Carrillo y editor-revisor de la revista Majaramonda. Presentar a poeta a muchas personas. Entonces, recibir nuevamente llamada de persona adorable. Seguía aún con el ánimo muy bajo por la noche de juerga y asunto con persona adorable que chingué. Contestar ese telefonema pensando en que iba a seguir bastante mal. Yo ocupadazo salude y salude a personas, pero poniendo atención a lo que persona adorable decía. Llamada que al final me fortaleció bastante, porque solucionar o arreglar, si se le puede llamar arreglar, asunto con persona adorable que me traía bastante jodido. Volverme entonces las ganas al cuerpo. Poeta notar ese cambio y nada más decir, te ves mejor, papá. Confirmarle en efecto que hecho que me tenía dado pa´l can, me había reconfortado luego de recibir llamada, y sin dar más detalles, poeta ponerse alegre también. Brindar al final del evento. Cambiar de planes de ir de tuguriotour porque aún me sentía cansado, aliviado por un lado, pero cansado físicamente. Poeta ir a su hotel directo. Yo, ir a mi casa de raite que me dio mi jefaza. Llegar a mi casa, lavarme los dientes, ponerme ropa cómoda, prender la tele, programarla, poner la cabeza en la almohada y dormir… nada más dormir con una sonrisa dulce… y tranquila (JS). (Continuará).

Thursday, October 11, 2007

Tierna es la noche I (Crónicas defenestrantes)

Tierna es la noche I
(Crónicas defenestrantes)


Alberto Llanes


Con bombo y platillo llegó a Colima nuestro buen amigo Guillermo Vega. Colimote ya por adopción. Y así, del mismo modo, se nos regresó a la ciudá del smog y las transas (obvio no tengo que decir a cual me refiero).
Su visita era para participar en las jornadas alsexo 2007 en Colima, capital. Era, hay que decirlo, su primera vez. Antes había estado en Manzanillo, pero en Colima, no.

Día 1:
Adolfo, compañero de chamba y yo, fuimos designados para ir a recoger al poeta (ahora vino en calidá de poeta), al aeropuerto. Y ahí vamos, risa y risa, jajajá, jejejé, jijijí. Teníamos entendido que el poeta llegaría al mediodía, y francamente, en el aeropuerto de Colima no hay pierde. Estacionamos la camioneta (incomodísima) que tiene la Dirección General de Publicaciones, y fuimos a buscar al poeta. No habíamos cruzado el umbral que separa la calle con la realidad aeroportuaria, cuando nos topamos de frente con Guillermo Vega y sus tres, vamos a llamarle así, petacas.
En cuanto nos vimos antecedió un buen abrazo, y emprendimos la huída de regreso al campus central de la Universidad de Colima. Luego de la cháchara de costumbre, que qué tal el viaje, qué tal el clima, qué tal esto, qué tal aquello; Guillermo me entregó un pequeño encarguito que le hice días antes de su llegada. Y vade retro.
En el camino, el poeta iba disfrutando del paisaje verdoso de la carretera. Nuestro guía, Adolfo, le iba explicando cosas del terruño que estaba pisando. La camionetita iba con el aire acondicionado a todo lo que daba, porque a decir verdad, el calor estaba cabrón, como de costumbre por estos lares para uno, pero un tanto nuevo para el poeta.
Una vez en el campus central, creí que lo más conveniente era que el poeta, conociera a la jefa de la Dirección de Publicaciones, quien había hecho posible, so consejo mío, la venida del poeta a tierra cálida como en la que se encontraba ya. Así que antes de pasar con la jefa tuvo a bien conocer a la contadora, la que se encarga de los dineros y la que dispuso de todo lo disponible, para que Guillermo nos pudiera acompañar en las jornadas altexto.
Total, una vez que hubo conocido a nuestra jefa, y que ella misma nos recomendó ir a conocer Nogueras y Comala, y que nos dio su venia pa´ echarnos unos ponches, creí que lo conveniente, antes de ir al hotel, sería que el poeta conociera poquito el campus central de la Universidad de Colima. Y eso hicimos.
La primer persona con la que el poeta tuvo contacto, luego de Adolfo, la jefa y la contadora fue Moy, sí, Víctor Gil Castañeda, porque al primer lugar que fuimos fue el Cedeluc, y como siempre, el único que estaba ahí, incólume pa´ variar, era el moyete.
Luego fuimos a la Dirección de la Facultad de Letras donde conoció a nuestro poeta y amigo Carlos Ramírez Vuelvas, que estaba medio ocupado con la directora del plantel intercambiando algunas expresiones. Fuimos a la antigua rectoría, a la actual, etc., pero como el calor estaba de verdad sofocante, regresamos al aire acondicionado de la Dirección de Publicaciones y a la sombra, pa que no nos fuéramos a aprietar.
Entonces apagué mi computador, y con la venia que nos había dado nuestra directora de publicaciones, fuimos pues, a conocer (el poeta) Nogueras y de paso Comala, y sí cómo no, refrescarnos con unas buenas heladas.
Adolfo volvió a ser nuestro guía espiritual. Antes pasamos a que el poeta se registrara en el hotel y dejara todo su equipaje. Luego de un rato de espera emprendimos la marcha a buscar a un tal Pedro Páramo… porque según esto, a Vega le dijeron quesque por acá vivía.
Nogueras nos recibió como siempre: al estilo Rangeliano. Un vistazo de volada al museo Rangel Hidalgo, unas compras de volada al estilo Rangel Hidalgo, y entonces el poeta dice: , entonces yo contesto , y bueno, dicen que al lugar donde fueres haz lo que vieres. Llevamos al maestrazo a Don Comalón.
Justo estábamos por pedir the first cubeta, cuando el maestro me dice que estaba a dieta, de hecho sí, lo notaba algo más delgado pero pensé que como siempre, en Manzanillo, lo vi cuando yo estaba totalmente pedo, pensé entonces que era una aberración visual. Pero no, resulta que nuestro poeta había bajado, desde esa última vez que lo vi allá en Manzanillo, a la fecha, vientres kilitos, a base de una dieta balanceada y de tomar Vodka en lugar de cerveza.
Pero como ese día nuestro poeta tenía la venia de su médico, no quiso quedarse atrás y se echó dos chelitas, no más pa´l gasto… y chíngueme yo, a sufrir yo que tuve que chingarme el resto de la cubeta. ¡ay, cómo sufro!, dijera el poeta José Eugenio Sánchez. Ni modo.
Como teníamos que estar a las cuatro en la Dirección de Publicaciones, bueno, Adolfo, pedimos en chinga la cuenta y nos fuimos de ese lugar de perdición. Antes de ir a la Dirección pasamos por la maestra Guille Cuevas para llevarla a la Pinacoteca para que diera su tallercito: La lectura es un placer. Y como el poeta y yo no teníamos nada, pero absolutamente nada qué hacer, fuimos a un lugar de tradición y abolengo, el taurino, como ño.
Estábamos ahí, degustando de unas buenas negras modelos, y el poeta unos cuantos vodkas, cuando nos dio mucho gusto ver que por las puertas de dicho recinto, finísimo por cierto, entraba Alfredo Hermosillo, compa nuestro por antonomasia, y seguimos la ronda, a tal grado, que nuestro agraciado poeta se hizo cuate de don Jorge, el mesero estrella de mi cantina favorita. Don Jooooooooooooorge, le gritaba, y don Jorge venía en chinga a ver qué se nos ofrecía. Jajaja…
Luego de no sé cuantas rondas de negra modelo, nos regresamos a la Pinacoteca. No nos hubiéramos ido de ahí, de no ser por dos cosas, una, tenía que ir a llevar los curiculos de quienes iban a presentar el video de los pollos, y dos, porque había llegado, a la cantina, el famoso cadenas.
Así que hay vamos de regreso a la Pinacoteca, donde hice lo que tenía que hacer, vi a quien tenía que ver, y vade retro, otra vez Adolfo pasó por nosotros (Alfredo Hermosillo y su mujer, Guille Cuevas, poeta Vega y un servidor), para ir a cenar a casa de Guille, quien con días de antelación nos había dicho que ese día nos iba a invitar a una rica cena. Y vaya si estuvo rica, y vaya si estuvo larga. Porque poeta y yo terminamos ya muy entrada la madrugada. Al otro día, a las ocho de la mañana, tenía que estar yo, en una radiodifusora de la localidad para hablar de las jornadas altexto. Lo único en lo que pensaba, a esas horas de la madrugada, era en no equivocarme y decir Pinacoterca, en lugar de Pinacoteca. Ya saben, el inconsciente a veces juega malas pasadas… (Continuará).

Monday, October 08, 2007

Ora sí, lo prometido es deuda...



Va que va... las gemelitas Olsen, saboooooorrrrrrrrr. Para mis detractores. Les dejo mis cariños. Como ahí, qué, por ejemplo?

Monday, September 17, 2007

Programa de las jornadas Alsexo 2007

IX Jornada del
libro universitario altexto 2007
Programa general


Martes 25 de septiembre

18:00 horas. Presentación del proyecto Altexto virtual

Comentaristas: Griselda Michel, Nubia Macías y Ana Lilia Moreno.

Moderadora: Guillemina Araiza.

Salón del Vitral, Pinacoteca Universitaria.

19:00 horas. Presentación de la rondalla de la Universidad de Colima.

Explanada de la Pinacoteca.

19:00 horas. Presentación de la página de Publicaciones en línea de la Universidad de Colima.

Comentaristas: Miguel Ángel Aguayo López, Celia Cervantes Gutiérrez y Román Gallardo.

Moderadora: Ana Lilia Moreno.

Salón del Vitral, Pinacoteca Universitaria.

20:00 horas. Inauguración oficial de la IX Jornada del libro universitario altexto 2007 por el rector de la Universidad de Colima, MC Miguel Ángel Aguayo López y autoridades invitadas.

Modera: Tita Ochoa.

Sala de usos múltiples, Pinacoteca Universitaria.

Miércoles 26 de septiembre

20:00 horas. Presentación del libro Muertos en espera y otros cuentos. Autores: Elva Patricia García, Josué Solís, María Cristina Hernández, Alberto Llanes.

Comentaristas: María Cristina Hernández y Patricia García Novela.

Moderador: Víctor Gil Castañeda.

Salón del Vitral, Pinacoteca Universitaria.

Jueves 27 de septiembre

9:00 - 11:00 horas. La ciencia que no se ve no existe. Taller con editores de revistas científicas de la Universidad de Colima. Dra. Rosario Rogel Salazar Directora editorial del Sistema de Información Científica Redalyc.

Sala de usos múltiples de la Biblioteca de Ciencias.

12:30 - 14:00 La ciencia que no se ve no existe. Seminario open access con profesores investigadores de la Universidad de Colima, Campus Colima, Villa de Álvarez y Coquimatlán.

Auditorio de la Facultad de Psicología.

18:00 horas. Presentación del libro Experiencias de desarrollo rural. Dos visiones de vinculación universitaria: Colima y IOWA Coordinadores: Renato González y María Antonieta Barrón.

Comentaristas: Ignacio Peralta Sánchez y Dr. Ramón Cedillo Nakay.

Moderador: Jesús Muñiz Murguía.

Salón del Vitral, Pinacoteca Universitaria.

19:00 horas. Presentación de la banda sinfónica de la Universidad de Colima.

Explanada de la Pinacoteca.

20:00 horas. Presentación de Cuadernos de la lengua y el viento. Autores: Avelino Gómez y Carlos Ramírez.

Comentaristas: Julio César Zamora y los autores.

Moderador: Gabriel Govea.

Salón del Vitral, Pinacoteca Universitaria.

Viernes 28 de septiembre
10:00 - 11:30 La ciencia que no se ve no existe. Seminario open access con profesores investigadores de la Universidad de Colima. Campus Tecomán.

Auditorio del Centro de Tecnología Educativa.

12:30 - 14:00 La ciencia que no se ve no existe. Seminario open access con profesores investigadores de la Universidad de Colima. Campus Manzanillo.

Auditorio del Centro de Tecnología Educativa.

11:00 horas. Derechos de Autor como instrumento para el desarrollo educativo. Manuel Guerra Zamarro, Director General del Instituto Nacional del Derecho de Autor.

Moderador: Óscar Javier Solorio Pérez.

Auditorio de la Facultad de Derecho.

18:00 horas. Presentación de la revista de filosofía Majaramonda.

Comentaristas: Omer Buatu Batubenge y Juan Carlos Yánez.

Moderador: Benjamín Panduro Muñoz.

20:00 horas. Presentación de Iridia 4 Las tecnologías de información, revista multidisciplinaria de la Universidad de Colima.

Comentaristas: Juan José Contreras Castillo y Dr. Jesús Favela Vara.

Moderadora: Jesús Muñiz.

Pinacoteca Universitaria.

Sábado 29 de septiembre
18:00 horas. Presentación de grupo instrumental.

Explanada de la Pinacoteca.

Lunes 1 de octubre
17:00 - 19:00 horas. Inicia taller literario La lectura es un placer con la escritora Guillermina Cuevas Peña. Abierto a todo el público. De lunes a jueves de 17:00 a 19:00 horas.

Pinacoteca Universitaria.

Martes 2 de octubre
19:00 horas. Presentación de guitarras populares.

Explanada de la Pinacoteca.

20:00 horas. Presentación del video Bioterio III. Embriodiagnosis de los pollos. Duración 20 minutos. Autor Julio Villegas. Comentarista: Luis Jorge García Márquez.

Moderador: Miguel Alberto Macías.

Pinacoteca Universitaria.

Miércoles 3 de octubre
20:00 horas. Presentación del libro El grupo de discusión una estrategia metodológica útil para generar conocimiento reflexivo en la investigación social desde la perspectiva cualitativa. Autora: Ma. Guadalupe Chávez Méndez.

Comentaristas: Armando Castañeda Morfín y Catalina Suárez Dávila.

Moderadora: Myriam Cruz Calvario.

Pinacoteca Universitaria

Jueves 4 de octubre
18:00 horas. Presentación de la colección El rapidín primeros cinco títulos 1) El sueño del pobre y el sueño del rico. Autor: Gregorio Torres Quintero. Comentarista Roxana Jazmín Mendoza Ochoa, 2) Ruleta rusa. Autor: Carlos Ramírez Vuelvas. Comentarista: Miguel Ángel León-Govea, 3) Signus-1. Autor: Carlos Moisés Hernández Suárez. Comentarista: Eréndira Cortés Ventura; 4) Breve manual de greguerías. Autor: Alberto Llanes. Comentarista: Víctor Hugo Martínez; y 5) Los oníricos. Autora: Guillermina Cuevas. Comentarista: María del Pilar Gay Gómez.

Modera: Avelino Gómez.

Pinacoteca Universitaria

19:00 horas. Presentación de la rondalla de la Universidad de Colima.

Explanada de la Pinacoteca.

20:00 horas. Presentación del Fondo de libros de Francisco Blanco Figueroa. Donado a la Biblioteca de la Universidad de Colima.

Comentaristas: Mtra. Lourdes Feria Basurto, María de la Salud Blanco Figueroa, Carlos Ramírez Vuelvas.

Moderador: Juan Diego Suárez Dávila.

Pinacoteca Universitaria.


Viernes 5 de octubre
18:00 horas. Presentación de la revista Ciencia, deporte y cultura física.

Comentaristas: Jorge Rueda, Fernando Platas y Lupillo Castañeda.

Moderador: José del Río Valdivia.

Pinacoteca Universitaria.

20:00 horas. Presentación del libro Desde la patria del insomnio.

Comentaristas: Gabriel Govea, Krisnha Naranjo y Guillermina Cuevas.

Moderador: Alberto Llanes.

Pinacoteca universitaria.

Sábado 6 de octubre
19:00 horas. Presentación de grupo de música Latinoamericana.
Explanada de la Pinacoteca.


TALLERES

La lectura es un placer.

Coordinado por Guillermina Cuevas

Lunes a jueves (el jueves en el taller estará invitado el poeta y escritor Guillermo Vega Zaragoza), de 17 a 19 horas en la Pinacoteca. Días: 1, 2, 3 y 4 de octubre.
Se leerán textos de:
1. Rubén Bonifaz Nuño.
2. Alí Chumacero.
3. Elías Nandino y,
4. José Emilio Pacheco.
Informes al Tel. 31 6 10 81 ext. 35006, 35007, correo inesandoval@ucol.mx, llanes@ucol.mx

Promoción de lectura en los bachilleratos

Coordinado por Alberto Llanes y con la participación del escritor Guillermo Vega Zaragoza.

Miércoles 3 de octubre, 15:00 horas: Bachillerato 17 de Comala
Jueves 4 de octubre. Bachillerato 12 de Cuauhtémoc 11: 00 am.
Viernes 5 de octubre. Bachillerato 30, de la Albarrada 11:00 am.
Informes al Tel. 31 6 10 81 ext. 35006 o 35007 correo inesandoval@ucol.mx, llanes@ucol.mx.

Taller de lectura. La literatura con visión de género.
Organizado por la ACU Asociación Colimense de Universitarias, Coordinado por Margarita Rodríguez.

Lunes, martes y miércoles de 5 a 7 en Casa de la acu. Constitución (frente a la casa del piano de la Pinacoteca).
Informes al Tel. 3161053 ext 33404 con Margarita Rodríguez o al correo acucom@hotmail.com

Talleres para niños
Recorriendo Colima: Coordinado por Roxana Mendoza Ochoa martes y jueves a las 17:00 horas. (Se leerán cuentos regionales y actividades relacionadas con la geografía del estado). Edades: 10 a 15 años.

Proyectando fantasías: Coordinado por Cintia Caldera Radillo:

Proyección de película infantil. Miércoles 25 a las 10:00 am y 16:00 pm.
Proyección de película infantil. Jueves 27 a las 10:00 am.
Proyección de película infantil. Viernes 28 a las 10:00 am.
Proyección de película infantil. Domingo 30 a las 10:00 am.
Proyección de película infantil. Lunes 1 a las 10:00 am.
Proyección de película infantil. Martes 2 a las 10:00 am y 16:00 pm
Proyección de película infantil. Miércoles 3 a las 10:00 am
Proyección de película infantil. Jueves 4 a las 10:00 am y 16:00 pm
Proyección de película infantil. Viernes 5 de octubre a las 10:00 am
Proyección de películas animadas.

Del cuento al garabato: Cordinado por Krisnha Naranjo los días miércoles 26 y viernes 28 de septiembre a las 17:00 pm, y lunes 1 y viernes 5 a la misma hora. Se leerán narraciones fantásticas y se hará papiroflexia.

Ecopintura: Coordinado por Víctor Hugo Gaytán los días jueves 27 de septiembre, sábado 29, miércoles 3 y sábado 6 de octubre a las 17:00 horas. Se trabajará con pintura.

Cristóbal cuentacuentos: sábado 29 y viernes 5 de octubre, a las 19:00 horas. Con Cristóbal Barreto de cuentacuentos.

Cuentos en la galería: Coordinado por Roxana Mendoza los días sábado 29 de septiembre y sábado 4 de octubre. Se leerán cuentos infantiles.

Todos los talleres se llevarán a cabo en la Pinacoteca de la Universidad de Colima.

Informes al Tel. 3311200 o 3161180, con Daniel Valera Valencia.


Participan:

• Dirección General de Difusión Cultural
• Dirección General de Publicaciones
• CENEDIC
• Servicios Universitarios
• Pinacoteca Universitaria
• Centro de Estudios Literarios
• CGVU
• Secretaría de Cultura
• Programa de propiedad intelectual
• Facultad de letras
• Ceuvidite


Más de 54 editoriales entre comerciales y universitarias.

Friday, September 14, 2007

La lola

La Lola


Para una tal por cual


Miren nada más lo que me pasó hace poco menos de seis meses, cuando descubrí que la Lola estaba loca.
Ambos vivimos en la costa, donde el mar se enfurece cuando llueve. Yo conocí a la Lola por pura casualidad, ella me presentó como su “novio”, al principio no le di importancia, pero al final terminaría siendo mi gran desasosiego, porque pasó algo que nunca entendí realmente.

-Vamos a la playa, -me decía todas las noches-.

Yo que no le negaba ninguna petición aceptaba ir. Salíamos en mi camioneta una Nissan tipo pick-up, matrícula de circulación PGJ555 del estado de Veracruz, faros de halógeno para ver en la niebla y color azul chiclamino a doble tracción.
La Lola muchas veces me ha dicho que no sabe conducir, yo lo dudo por diversas razones. El caso está en que siempre (al menos hasta esa noche) siempre manejaba yo, esto por dos cuestiones, la primera porque no me gusta que otros conduzcan mi camioneta y la segunda, porque aunque nadie lo sabe la azul chiclamino tiene una maña que sólo yo conozco para poderla poner en marcha.
Aunque eso de la maña hasta esa noche lo creí, porque llegó la Lola y no sólo la manejó sino que pudo echarla a andar. Ahí radicaba entonces mi duda acerca de su ignorancia al conducir.
Esa noche nos encontrábamos en el bar “Teto’s”. Los amigos de la Lola ya estaban entonados y la Lola por más que tomaba y tomaba no se le subían las cervezas. Yo bebía Coca-Cola con limón.

-Tu novio parece viejito, míralo tomando Coca-Cola con limón -decía uno que le apodaban “El Diablo”-.
-No le digas viejito -respondía en mi defensa la Lola- es mi conductor designado.

La Lola siempre me defendía, pero siempre ponía de parapeto que yo era su pinche chofer. En ese instante me quedé pensando y sí, yo era su chofer; de no andar a esta hora con la Lola estuviera en mi casa viendo cómo pierden los 49 de San Francisco contra los Vaqueros de Dallas en lunes por la noche; pero no, ahí anda uno de caliente como bien me dice mi mamá, con la pinche Lola loca.
De coraje hice que me sirvieran la primera, total. Pero bebí de más, tanto que me percaté de ellos cuando Toño, el Bar-man del lugar, amigo mío desde la secu., me hizo ver que traía un cigarrillo en la mano.

-No sabía que fumabas güey.
-No, ni yo tampoco. Me voy enterando.

No sé si Toño me lo dijo en buena onda o no, pero por el tonito de su voz lo interpreté como una burla; por eso mi respuesta fue tan cortante. Antonio se quedó callado. Yo seguí en lo mío total, ya estaba ahí.
Así pasó un rato, Toño destapaba y yo tomaba; hasta que llegó junto a mí la Lola, me besó con un dulce y apasionado mordisco en la boca, como nunca antes lo había hecho, delante de sus amigos. Me sacó de la bolsa del pantalón las llaves de la furgoneta y me dijo lo que todas las ingratas noches me decía.

-Vamos a la playa-.

Yo me sentía algo mareado pero le dije que sí (como accedía siempre cuando la Lola me pedía algo).
Andaba ya hasta atrás porque fui a la rocola y puse “La Incondicional”. La Lola sabía que cuando ponía canciones de Luis Miguel era, o porque de plano andaba muy romanticón, o andaba pedo, pero en este caso fue lo segundo, andaba ebrio.
Recuerdo perfectamente bien que aquella noche había llovido a cántaros, el mar debía estar como hace mucho tiempo no lo había visto, ¡bravo el desgraciado!, y la Lola loca necia con querer ir a la playa.
No nos fuimos del bar hasta no escuchar: “La que no espera nada, sólo tú, sólo, sólo, sólo muy sólo, sólo, sólo, amiga sólo, sólo tú”, de esa forma por que la puse en concierto. Al terminar Luis Miguel de cantar; la Lola me tomó por un brazo, me condujo a la camioneta, me subió del lado del copiloto, ella ocupó el otro asiento, puso en marcha la camioneta y en un santiamén llegamos a “Costa Azul”. Nunca supe cómo puso en marcha la furgoneta.
El mar hacía unas olas tan grandes esa noche, que hubiera estado excelente para que los surfistas practicaran su deporte favorito a esa hora.
La Lola se metió con todo y camioneta a la mera orilla, ahí, donde fácilmente llegaban a estrellarse contra nosotros lluvia, el viento y las olas del ancho mar.
Nunca me acordé que esa mañana la locutora de “Buenos días Veracruz”, dijo algo de que a nuestras costas llegaba el huracán “Barber” instalado en la categoría número tres.
Lo recordé hasta que me di cuenta que el viento soplaba fuerte y la lluvia y el viento golpeaban el parabrisas de la furgoneta azul chiclamino cada vez con mayor fuerza.
La Lola salió de la camioneta, se desnudó, puso la ropa en el asiento del conductor y se fue a nadar así sin más. Mientras, en la camioneta yo ponía música en el estéreo “Tú, la misma siempre tú, amistad, ternura que sé yo...”, cerré momentáneamente los ojos y dejé que la dulce melodía me adormilara. Aún me encontraba bajo el efecto mareador de las cervezas.
Cuando me acordé de la Lola nadando desnuda, la canción había pasado algunas estrofas, abrí rápidamente los ojos y observé en dirección donde “supuestamente” se encontraría, pero nada, voltee al otro lado y tampoco, no estaba por ninguna parte.
Encendí los faros de alógeno para ver si servían del algo pero no, no estaba ningún lado la Lola, me bajé del vehículo para buscarla. El viento hacía complicado el ya de por sí complicado trabajo de buscar a esa hora a la Lola pero estaba decido, no podía perderla así.
Afuera el ruido era ensordecedor, el frío constante y yo todavía estaba ebrio. Sospeché lo que me temí que la mar se había tragado a la Lola, porque por más que grité, busqué, miré y nadé no encontré nada.... ni rastro.
Regresé derrotado a la camioneta. La Lola no estaba. Qué le pasó, qué hizo, a dónde fue, no sé, supuse que el mar, que el inmenso mar había hecho de las suyas.
Estaba completamente solo, poco ebrio aún, defraudado del mar, del inmundo mar, del negro mar, del calamitoso mar. Lo último que recuerdo es que cuando volví a la camioneta la melodía seguía sonando “Tú, la misma de ayer la que no supe amar, no sé porque, la misma tú”. Me quedé dormido pensando en la Lola.
Cuando desperté al día siguiente, la camioneta seguía ahí, exactamente en el mismo lugar de la noche anterior, cerca de la orillita del mar, que por cierto, ya se encontraba en calma y se veía inmenso y de un azul profundo, la pinche -disculparan el adjetivo pero de verdad se lo merecía-, la pinche Lola todavía desnuda, estaba en el asiento del copiloto a mi lado, abrazada a mí y con el disco de “La Incondicional” en su mano…
-Estamos en la playa -fue lo que me dijo cuando me despertó-.

Wednesday, September 12, 2007

EL PARAÍSO ERA UN AUTOBÚS

Va otro textito de JUAN JOSÉ MILLÁS.





EL PARAÍSO ERA UN AUTOBÚS
Juan José Millás


Él trabajó durante toda su vida en una ferretería del centro. A las ocho y media de la mañana llegaba a la parada del autobús y tomaba el primero, que no tardaba más de diez minutos. Ella trabajó también durante toda su vida en una mercería. Solía coger el autobús tres paradas después de la de él y se bajaba una antes. Debían salir a horas diferentes, pues por las tardes nunca coincidían.
Jamás se hablaron. Si había asientos libres, se sentaban de manera que cada uno pudiera ver al otro. Cuando el autobús iba lleno, se ponían en la parte de atrás, contemplando la calle y sintiendo cada uno de ellos la cercana presencia del otro.
Cogían las vacaciones el mismo mes, agosto, de manera que los primeros días de septiembre se miraban con más intensidad que el resto del año. Él solía regresar más moreno que ella, que tenía la piel muy blanca y seguramente algo delicada. Ninguno de ellos llegó a saber jamás cómo era la vida del otro: si estaba casado, si tenía hijos, si era feliz.
A lo largo de todos aquellos años se fueron lanzando mensajes no verbales sobre los que se podía especular ampliamente. Ella, por ejemplo, cogió la costumbre de llevar en el bolso una novela que a veces leía o fingía leer. A él le pareció eso un síntoma de sensibilidad al que respondió comprándose todos los días el periódico. Lo llevaba abierto por las páginas de internacional, como para sugerir que era un hombre informado y preocupado por los problemas del mundo. Si alguna vez, por la razón que fuera, ella faltaba a esa cita no acordada, él perdía el interés por todo y abandonaba el periódico en un asiento del autobús sin haberlo leído.
Así, durante una temporada en que ella estuvo enferma, él adelgazó varios kilos y descuidó su aseo personal hasta que le llamaron la atención en la ferretería: alguien que trabajaba con el público tenía la obligación de afeitarse a diario.
Cuando al fin regresó, los dos parecían unos resucitados: ella, porque había sido operada a vida o muerte de una perforación intestinal de la que no se había quejado para no faltar a la cita; él, porque había enfermado de amor y melancolía. Pero, a los pocos días de volver a verse, ambos ganaron peso y comenzaron a asearse para el otro con el cuidado de antes.
Por aquellas fechas, él ascendió a encargado de la ferretería y se compró una agenda. Entonces, se sentaba tan cerca como podía de ella, la abría, y con un bolígrafo hacía complicadas anotaciones que sugerían muchos compromisos. Además, comenzó a llevar corbata, lo que obligó a ella, que siempre había ido muy arreglada, a cuidar más los complementos de sus vestidos. En aquella época ya no eran jóvenes, pero ella comenzó a ponerse unos pendientes muy grandes y algo llamativos que a él le volvían loco de deseo. La pasión, en lugar de disminuir con los años, crecía alimentada por el silencio y la falta de datos que cada uno tenía sobre el otro.
Pasaron otoños, primaveras, inviernos. A veces llovía y el viento aplastaba las gotas de lluvia contra los cristales del autobús, difuminando el paisaje urbano. Entonces, él imaginaba que el autobús era la casa de los dos. Había hecho unas divisiones imaginarias para colocar la cocina, el dormitorio de ellos, el cuarto de baño. E imaginaba una vida feliz: ellos vivían en el autobús, que no paraba de dar vueltas alrededor de la ciudad, y la lluvia o la niebla los protegía de las miradas de los de afuera. No había navidades, ni veranos, ni semanas santas. Todo el tiempo llovía y ellos viajaban solos, eternamente, sin hablarse, sin saber nada de si mismos. Abrazados.
Así fueron haciéndose mayores, envejeciendo sin dejar de mirarse. Y cuanto más mayores eran, más se amaban; y cuanto más se amaban más dificultades tenían para acercarse el uno al otro.
Y un día a él le dijeron que tenía que jubilarse y no lo entendió, pero de todas formas le hicieron los papeles y le rogaron que no volviera por la ferretería. Durante algún tiempo, siguió tomando el autobús a la hora de siempre, hasta que llegó al punto de no poder justificar frente a su mujer esas raras salidas.
De todos modos, a los pocos meses también ella se jubiló y el autobús dejó de ser su casa.
Ambos fueron languideciéndose por separado. El murió a los tres años de jubilarse y ella murió unos meses después. Casualmente fueron enterrados en dos nichos contiguos, donde seguramente cada uno siente la cercanía del otro y sueñan que el paraíso es un autobús sin paradas.

Friday, September 07, 2007

Un textito de Juan José Millás (Crónicas defenestrantes)




EL QUE JADEA
Juan José Millás


Descolgué el teléfono y escuché un jadeo venéreo al otro lado de la línea.
–¿Quién es? –pregunté.
–Yo soy el que jadea –respondió una voz neutra, quizá algo cansada.
Colgué, perplejo, y apareció mi mujer en la puerta del salón.
–¿Quién era?
–El que jadea –dije.
–Habérmelo pasado.
–¿Para qué?
–No sé, me da pena. Para que se aliviara un poco.
Continué leyendo el periódico y al poco volvió a sonar el aparato. Dejé que mi mujer se adelantara y sin despegar los ojos de las noticias de internacional, como si estuviera interesado en la alta política, la oí hablar con el psicópata.
–No te importe –decía–, resopla todo lo que quieras, hijo. A mi no me das miedo. Si la gente fuera como tú, el mundo iría mejor. Al fin y al cabo, no matas, no atracas, no desfalcas. Y encima le das a ganar unas pesetas a la Telefónica. Otra cosa es que jadearas a costa del receptor. La semana pasada telefoneó un jadeador desde Nueva York a cobro revertido. Le dije que a cobro revertido le jadeara a su madre, hasta ahí podíamos llegar. Por cierto, que Madrid ya no tiene nada que envidiar a las grandes capitales del mundo en cuestión de jadeadores. Tú mismo eres tan profesional como uno americano. Enhorabuena, hijo.
A continuación escuchó un poco sofocada dos o tres tandas de jadeos, y colgó con naturalidad. Yo intenté reprimirme, creo que cada uno puede hacer lo que le dé la gana, pero no pude. Me salió la bestia autoritaria que llevo dentro.
–No me parece muy edificante la conversación que has tenido con ese degenerado, la verdad.
Ella se asomó a la página de mi periódico y al ver las fotos de las amantes de Clinton por orden alfabético respondió que un lector de pornografía barata no era quién para meterse con un pobre jadeador que vivía con su madre paralítica, y cuyo único desahogo sexual era el jadeo telefónico.
Me mordí la lengua para no discutir, porque era sábado y quería empezar bien el fin de semana. Pero el domingo, mientras mi mujer estaba en misa, telefoneó de nuevo el jadeador y le mandé a la mierda.
–Se lo voy a contar a tu mujer –respondió en tono de amenaza–. Le voy a decir cómo tratas tú a la gente educada y te vas a enterar de lo que vale un peine.
–Tampoco es para ponerse así –dije dando marcha atrás, no tenía ganas de líos domésticos–. Es que me has cogido en un mal momento. Discúlpame.
–Está bien, está bien. ¿Y tu mujer?
–Se ha ido a misa.
–Dile que luego la llamo.
Me quedé un rato pensativo. Desde pequeño, siempre había deseado jadear por teléfono, pero mis padres decían que era una cosa de enfermos mentales. Me he perdido lo mejor de la vida por escrúpulos morales, o por prejuicios culturales, no sé. Pero al ver aquella relación tan sana entre mi mujer y el jadeador pensé que no podía ser malo. Así que marqué un número al azar y me puse a jadear como un loco, intentando recuperar los años perdidos.
–¿Quién es? –preguntó con cierta alarma una mujer cuya voz me resultó familiar.
–Soy el jadeador –dije con naturalidad.
–Espere, que le paso a mi marido.
El marido resultó ser mi padre, nos reconocimos enseguida: inconscientemente, había marcado su número. Me dijo que ya sabían los dos que acabaría así y colgó. Luego llamaron a mi mujer y le contaron todo. Ella dice que quiere abandonarme, por psicópata, y me ha pedido que le firme unos papeles.
–Jadear a tu propia madre. ¿Dónde se ha visto eso?
Nunca acierto, sobre todo cuando imito a los demás para ponerme al día. Total, que ahora ya no puedo dejar de jadear, pero de angustia, aunque mis padres creen que lo hago por vicio.

La cannabis 2007 (Crónicas defenestrantes)

Hoy no más pondré esta fotito del cartel 2007.



Friday, August 31, 2007

Un trabajo para todos (Crónicas defenestrantes)

Un trabajo para todos
(Crónicas defenestrantes)


Alberto Llanes


He pensado en una forma creativa para pasar más tiempo con los amigos. Una forma maravillosa y poco ordinaria que nos hará pasar tanto tiempo juntos que vamos a vernos de lunes a viernes (porque haremos semana inglesa conforme los cánones), y de tanto que nos vamos a ver hasta nos podremos, en una de esas, caer hasta mal. Pero nada que una cerveza, o varias cervezas no puedan en un domingo aciago, o un sábado toooooodo el día arreglar.
Me refiero a crear nuestra propia empresa. Sí, nada mejor que poner nuestra empresa editorial y traer a todos mis amigos para trabajar juntos.
Un día que fui a Sericolor, acompañando a Carlos se me ocurrió que bien podríamos hacer lo propio. Existiría por ejemplo, buen ambiente de trabajo, compañerismo, diversión y todo lo que un trabajo requiere. Seríamos dueños de nuestro horario, podríamos ir a frontonear a nuestro antojo y cumplir con nuestras labores sin ningún problema.
Los días de permiso o de faltas por algún evento especial, no serían problema, sólo con tratarlos con anticipación quedarían arreglados. El nombre de nuestra empresa sería chistosón, algo así como: “Se lo imprimo, se lo pegó o se lo engrapo y se lo entrego sin errores ese a de ce ve y asociados”, o “Editores Peder no se nos va ninguna herrata (con hache)”, o, “Editorial Pederísima” no sé, algo así.

a) Oscar: Por ejemplo, a él le vendría bien la chamba de diseñador. Además de que es lo suyo lo suyo lo suyo (lidiar y entenderle a las computadoras, menos cuando se le descomponen cual rayo les cae), creo que su carácter (a veces bonachón-puercochón en el sentido literal de la palabra) va de maravilla con el carácter que tienen todos los diseñadores en el gremio que nos compete. Un editor llega con pinchemil o un único cambio en sus humildes hojitas, y el diseñador pega el grito en el cielo (así pasa siempre) y creo, fervientemente, que esa chamba es la de él, encabronarse cuando el editor llegue con sus correcciones, que al cabo, para enojarse, no hay nadie como el gran Volpi.
b) Carlos: Él quedaría perfecto como editor jefe. Creo que su responsabilidad y su capacidad para ver la más pequeña errata son inmejorables para inmejorable trabajo. Además de que también le halla a esa chamba (porque hoy día, encontrar editores de calidad es trabajo complicado), y dicho sea de paso, es también un apasionado y no le gusta, en el texto, ni el más mínimo error, como me supongo le pasa a todo editor. Creo también que tiene el tino y la gracia para hacer enojar al diseñador (Volpi), pero como todos vamos a ser amigos nada va a pasar. Nada que las cervezas, como ya he dicho, no puedan arreglar.
c) David: A él le gustaría ser el cortador y el engrapador de los libros y cuadernillos (respectivamente), que vayamos a imprimir. Recordaría así, sus años mozos de cuando era universitario y llevaba ese pantalón azul de bolsitas a los lados (quien tuviera un pantalón de bolsitas a los lados, frase hecha) y grapas en la bastilla, por eso y nada más por eso, le vendría bien esta chamba de e-n-g-r-a-p-a-d-o-r, y es que la experiencia que se requiere para esto David la tiene y de sobra (por eso, la experiencia). Finísima persona también podría ayudar, cuando no haya trabajo de engrapador o cortador, en labores editoriales y de corrección, así recordaría, finísima persona, sus años de traductor, rehacedor y otras vaguedades, de notas en periódicos diversos de Colima y sus alrededores.
d) Jaime: A Jaimito le vendría bien ser el pegador (sobre todo si vamos a utilizar para nuestros libros Resistol 5000). Además de tener la finta de… finísima persona B puede ser ideal para este trabajo. Pondría por ejemplo el libro a pegar, se daría antes un touch, luego al libro, luego otro touch él, luego al libro, luego dos touchs él, luego al libro, luego tres touchs él, luego al libro ya no le toca nada y así sería bien divertido verlo pegar. Aunque también podría hacer labores de corrección, recordando como cuando en Avanzada esa era su chamba y, como todos los demás, sería uno de los prolíficos autores de la Editorial Pedera ese a de ce ve.
e) Julio César: Mejor conocido como el Parri, y en el bajo mundo, como el Diablo. El Parri es ideal para las relaciones humanas. Es decir, sería el vínculo preciso entre el cliente y nosotros, máxime si el cliente es mujer, usa minifaldas, le apodan la Pecas o Piernas Largas y les guste el agua (es decir, el agua que se junta en un receptáculo gigante y se hace llamar alberca). Por que después de sus labores, nuestro flamante negociador (vamos a llamarle así), tendrá que hacer labor de convencimiento y ventas y distribución y bueno, todo aquello que le genere a la empresa dinero y placer. Aunque uno vaya de la mano de la otra. Y tendría, como es menester, que llevar a la suscrita clienta a la alberquita de su tío donde se han generado verdaderas bacanales.
f) Alberto: Por último yo. Yo sería el impresor. Tener las manos siempre negras de pintura es lo mío lo mío lo mío. Estar al pendiente de la compaginación, las tintas, los colores, los tonners bla bla bla. Haría también labores de: ámonos a las chelas, ámonos a la birria, ámonos a la academia, ámonos al ejecutivo, ahora hay que descansar porque es cumpleaños de equis o ye y hay fiesta en tal o cual lugar, es decir, mi labor sería también la de animador, aunque pudiera, a veces, cuando no haya nada que imprimir, hacer labores de corrección o de edición, o apoyando al diseñador a buscar imágenes para portadas o cosas así. Sería también el que fuera por las cocas, los tortas (nadadoras) y las papitas. El que llevaría la televisión para cuando hubiera mundial de futbol, o juegos olímpicos o algún partido de fut americano o qué sé yo.

Así el acomodo de nuestra empresa. Cualquier sugerencia o comentario favor de hacerlo aquí, en caso de solicitar empleo, mandar su currículo a los correos electrónicos que ya conoce o en la página de Internet www.editorialpedera.com.mx

¿Qué es lo primero que levantas del suelo después de un terremoto?

 En palabras Llanes     I Una vez más México hace historia; otro 19 de septiembre que « retiembla en su centro la tierra al sonoro...