Café exprés
Desde 1999 «que es cuando tengo
una conciencia más literaria y es el año en que ya estoy muy metido en esto de
la literatura, porque si bien es cierto que desde la secundaria tuve conciencia
literaria, es en 1999 cuando vi en persona, en Colima, por primera y única vez,
a una de las plumas más importantes de la literatura mexicana: José Emilio
Pacheco». Y de aquél momento guardo un vivido recuerdo.
Tenía
ya diecinueve o veinte años en el noventainueve, para ese entonces ya conocía a
Víctor Manuel Cárdenas y a Guillermina Cuevas «a Víctor, lo he contado en otras
columnas y textos, lo conocí cuando fui parte del Conafe y él era el director y
su estela de perfume me persiguió desde entonces; y a Guille, no sé si lo he
narrado o no, pero a ella la conocí en el maravilloso Cedart Juan Rulfo, Zaira
(hija de Guille y yo, íbamos casi casi en el mismo salón), conocía también a
Alfredo Montaño, al maestro Efrén Rodríguez y creo que nada más». Maravilloso
aquél noventainueve donde la única responsabilidad era la de estudiar.
Ver
a José Emilio Pacheco me impactó sobremanera. Vino a Colima al Archivo
Histórico del Estado (ubicado en el jardín Juárez o de La Concordia), no
recuerdo si presentó libro o sólo una conferencia. El año de 1999 cada vez se
va haciendo más borroso en el almacén de mi memoria, pero ahí vi al maestro,
obviamente, no llevaba ningún libro para que me lo firmara, ni modo.
De
ahí he conocido a muchísimas personalidades del mundo de la literatura e,
incluso, del espectáculo, todas ellas con una vibra maravillosa y una pasión
por nuestro estado como no he visto en muchos de los que vivimos aquí.
No
me gustaría dejar a nadie afuera de este conteo, espero tener buena memoria. El
escritor y amigo mío Rogelio Guedea tuvo a bien organizar una serie de
presentaciones y charlas con varios autores mexicanos, a Rogelio siempre le voy
a agradecer que me haya invitado primero a compilar, después a antologar y por
último a prologar sus minucias e invitarme a presentar la obra o parte de la
obra de un maestrazo en el arte de contar cuentos, estoy hablando sin lugar a
dudas de: Heraclio Zepeda.
Dentro de esas
presentaciones estuvo en Colima: Heraclio Zepeda, Pedro Ángel Palou, Lauro
Zavala, Hernán Lara Zavala, Elba Macías y alguien maravilloso que jamás creí
conocer: Juan Gelman. Supongo que vinieron más personalidades, pero no lo
recuerdo del todo bien. Mi memoria empieza a fallar.
En la entrega
del premio narrativa Colima para obra publicada me ha tocado, en suerte (en
suerte y no porque esos eventos son de estar presentes e ir) conocer
prácticamente a todos y todas que lo han ganado desde que estoy en la facultad
que es 1999 a la fecha. De esos años, recuerdo perfectamente que vino el
escritor Jorge Volpi a presentar su novela En
busca de Klingsor, de esa ahí visita a nuestro buen amigo Oscar Chapula le
quedó el mote de Volpi por su extraño y semejante parecido con el joven autor
mexicano. Por eso repito, qué maravilloso fue el año noventainueve a excepción
que fue el año del fallecimiento de Jaime Sabines, un autor que me hubiera
encantado conocer en persona.
Volviendo a
los premios narrativa Colima para obra publicada conocí a: Mónica Lavín,
Gustavo Sáinz (ya fallecido), Enrique Serna, Daniel Espartaco, Daniel Sada,
Alberto Chimal, Geney Beltrán, René Avilés Fabila, Guillermo Fadanelli, Pablo
Soler Frost, Ana García Bergua, Fabio Morábito y Carlos Velázquez, de esta
extensa lista mencionaré que me tocó presentar a dos de ellos: Paco Ignacio
Taibo II y a Jaime Romero Robledo. A David Toscana, Héctor Manjarrez, Esther
Seligson (ya fallecida) y Rodrigo Garnica no tuve el gusto de conocerlos. Así
las cosas.
A Elena
Poniatowska la conocí en un evento que organizó la Universidad de Colima, ella
venía a hacer un comentario de la vida y obra de Juan Soriano, a quien se le
iba a entregar el doctorado Honoris Causa por esa mismo institución que es mi alma máter. Esperé pacientemente a que
la autora estuviera un poco menos asediada por la prensa, ella se dio cuenta de
ello e, interrumpiendo a los reporteros que, lejos de preguntarle del evento al
que venía, se le lanzaron a la yugular a cuestionarle sobre las elecciones
venideras, me dijo que le pasara mi libro para que me lo firmara, ante el
asombro de los reporteros que, se hicieron a un ladito, la autora me firmó mi
libro, me dio la mano y le di un beso, sus ojos brillaron o quizá siempre
brillan, pero los míos brillaron más y estoy seguro de ello.
A Ana Clavel,
Omar Delgado, Alfredo Peñuelas Rivas, Felipe Lomelí y compañía los conocí en el
evento que se organizó en honor al cuento en Cuento en Comala. Donde repitieron
su estancia Mónica Lavín, Pablo Soler y Eduardo Antonio Parra, a él ya lo había
conocido cuando me inscribí a la escuela Sogem Colima «de donde soy egresado» y
fue mi maestro y, estando ahí, en la Sogem, tuve la oportunidad de cotorrear
con gente como Bernardo Ruiz, Teodoro Villegas, Ester Leñero, Gerardo de la
Torre y muchos más.
Efraín
Bartolomé ha estado varias veces en Colima y he tenido la oportunidad de ir a
verlo en sus recitales poéticos, a Juan Villoro ni se diga, en 2019 ha estado
varias veces en Colima y viene de cuando en cuando a Manzanillo donde tiene un
bonito departamento, fue justamente en Manzanillo cuando lo conocí por vez
primera en un evento que organizó el poeta Avelino Gómez Guzmán en un encuentro
de cuento joven; en el puerto también conocí al monero Trino y a la viuda de
Pedro Infante, la señora Irma Dorantes. A mi cuate Guillermo Vega Zaragoza
también lo conocí en Manzanillo cuando compartimos mesa, vino, fiesta, letras,
rock y tables dances con mi otro querido amigo y escritor Melquiades Durán.
Francisco Hinojosa ha estado varias veces en Colima y en todas esas veces he
estado presente.
Fernando del
Paso «fallecido recientemente y una de las últimas plumas de aquella generación
de autores a la que está ligada también Elenita Poniatowska» vino a recibir el
premio Juan José Arreola dentro de las jornadas del Festival Internacional de
la Palabra donde estuvo Jaime Mesa, Paola Valverde, Dennis Ávila, Carmen
Villoro (a quien ya conocía desde antes) y el maestrazo de maestros Ricardo
Yáñez y fue todo un placer, además de ser su chofer, llevarlos a conocer el
terruño colimense.
Prácticamente no he tenido que viajar para
conocer a mis autores favoritos o que se han convertido en mis favoritos.
Seguro estoy que vi, cuando todavía no ganaba el nobel de literatura a José
Saramago en la FIL de Guadalajara, seguro, pero bueno, ni yo me acerqué, ni
pasó nada. He visto de lejitos a Benito Taibo, a Víctor Trujillo, a Alberto Ruy
Sánchez y a BEF, pero con él sí pude acercarme y que me firmara mi libro.
En un viaje
maravilloso a Campeche con el querido amigo Daniel Casanova me tocó conocer e
ir a beber unos tragos en buena onda, muy buena onda con el estimado maestro y
amigo Antonio Malpica.
Espero no
haber dejado a nadie afuera de este maravilloso conteo. De internacionales he
conocido a algunos, algunas, pero esa es otra historia. No pretendo presumir,
ni mucho menos, pero ahora que estuvo Hugo Hiriart veo y creo que es
importantísimo que los estudiantes sigan teniendo este tipo de encuentros con
autores de renombre y que son un baluarte sin duda de las letras mexicanas. Hiriart
estuvo en la facultad de letras como estuvo también Ianis Guerrero actor de la
serie de televisión Club de Cuervos,
productor y escritor de cine; esto al alumnado se le graba como a mi generación
se le grabó que estuviera Jorge Volpi con nosotros y, si ya tenemos una pasión
por esto que es el mundo de las letras… la pasión se vuelve o se hace más
grande cuando conocemos a alguien así o de esa talla.
En fin.
En otra
columna hablaré de quien me hubiera gustado conocer y no tuve ese maldito
placer. Ni modo.