Wednesday, September 11, 2019

Personalidades


Café exprés


Desde 1999 «que es cuando tengo una conciencia más literaria y es el año en que ya estoy muy metido en esto de la literatura, porque si bien es cierto que desde la secundaria tuve conciencia literaria, es en 1999 cuando vi en persona, en Colima, por primera y única vez, a una de las plumas más importantes de la literatura mexicana: José Emilio Pacheco». Y de aquél momento guardo un vivido recuerdo.
                Tenía ya diecinueve o veinte años en el noventainueve, para ese entonces ya conocía a Víctor Manuel Cárdenas y a Guillermina Cuevas «a Víctor, lo he contado en otras columnas y textos, lo conocí cuando fui parte del Conafe y él era el director y su estela de perfume me persiguió desde entonces; y a Guille, no sé si lo he narrado o no, pero a ella la conocí en el maravilloso Cedart Juan Rulfo, Zaira (hija de Guille y yo, íbamos casi casi en el mismo salón), conocía también a Alfredo Montaño, al maestro Efrén Rodríguez y creo que nada más». Maravilloso aquél noventainueve donde la única responsabilidad era la de estudiar.
                Ver a José Emilio Pacheco me impactó sobremanera. Vino a Colima al Archivo Histórico del Estado (ubicado en el jardín Juárez o de La Concordia), no recuerdo si presentó libro o sólo una conferencia. El año de 1999 cada vez se va haciendo más borroso en el almacén de mi memoria, pero ahí vi al maestro, obviamente, no llevaba ningún libro para que me lo firmara, ni modo.
                De ahí he conocido a muchísimas personalidades del mundo de la literatura e, incluso, del espectáculo, todas ellas con una vibra maravillosa y una pasión por nuestro estado como no he visto en muchos de los que vivimos aquí.
                No me gustaría dejar a nadie afuera de este conteo, espero tener buena memoria. El escritor y amigo mío Rogelio Guedea tuvo a bien organizar una serie de presentaciones y charlas con varios autores mexicanos, a Rogelio siempre le voy a agradecer que me haya invitado primero a compilar, después a antologar y por último a prologar sus minucias e invitarme a presentar la obra o parte de la obra de un maestrazo en el arte de contar cuentos, estoy hablando sin lugar a dudas de: Heraclio Zepeda.
Dentro de esas presentaciones estuvo en Colima: Heraclio Zepeda, Pedro Ángel Palou, Lauro Zavala, Hernán Lara Zavala, Elba Macías y alguien maravilloso que jamás creí conocer: Juan Gelman. Supongo que vinieron más personalidades, pero no lo recuerdo del todo bien. Mi memoria empieza a fallar.
En la entrega del premio narrativa Colima para obra publicada me ha tocado, en suerte (en suerte y no porque esos eventos son de estar presentes e ir) conocer prácticamente a todos y todas que lo han ganado desde que estoy en la facultad que es 1999 a la fecha. De esos años, recuerdo perfectamente que vino el escritor Jorge Volpi a presentar su novela En busca de Klingsor, de esa ahí visita a nuestro buen amigo Oscar Chapula le quedó el mote de Volpi por su extraño y semejante parecido con el joven autor mexicano. Por eso repito, qué maravilloso fue el año noventainueve a excepción que fue el año del fallecimiento de Jaime Sabines, un autor que me hubiera encantado conocer en persona.
Volviendo a los premios narrativa Colima para obra publicada conocí a: Mónica Lavín, Gustavo Sáinz (ya fallecido), Enrique Serna, Daniel Espartaco, Daniel Sada, Alberto Chimal, Geney Beltrán, René Avilés Fabila, Guillermo Fadanelli, Pablo Soler Frost, Ana García Bergua, Fabio Morábito y Carlos Velázquez, de esta extensa lista mencionaré que me tocó presentar a dos de ellos: Paco Ignacio Taibo II y a Jaime Romero Robledo. A David Toscana, Héctor Manjarrez, Esther Seligson (ya fallecida) y Rodrigo Garnica no tuve el gusto de conocerlos. Así las cosas.
A Elena Poniatowska la conocí en un evento que organizó la Universidad de Colima, ella venía a hacer un comentario de la vida y obra de Juan Soriano, a quien se le iba a entregar el doctorado Honoris Causa por esa mismo institución que es mi alma máter. Esperé pacientemente a que la autora estuviera un poco menos asediada por la prensa, ella se dio cuenta de ello e, interrumpiendo a los reporteros que, lejos de preguntarle del evento al que venía, se le lanzaron a la yugular a cuestionarle sobre las elecciones venideras, me dijo que le pasara mi libro para que me lo firmara, ante el asombro de los reporteros que, se hicieron a un ladito, la autora me firmó mi libro, me dio la mano y le di un beso, sus ojos brillaron o quizá siempre brillan, pero los míos brillaron más y estoy seguro de ello.
A Ana Clavel, Omar Delgado, Alfredo Peñuelas Rivas, Felipe Lomelí y compañía los conocí en el evento que se organizó en honor al cuento en Cuento en Comala. Donde repitieron su estancia Mónica Lavín, Pablo Soler y Eduardo Antonio Parra, a él ya lo había conocido cuando me inscribí a la escuela Sogem Colima «de donde soy egresado» y fue mi maestro y, estando ahí, en la Sogem, tuve la oportunidad de cotorrear con gente como Bernardo Ruiz, Teodoro Villegas, Ester Leñero, Gerardo de la Torre y muchos más.
Efraín Bartolomé ha estado varias veces en Colima y he tenido la oportunidad de ir a verlo en sus recitales poéticos, a Juan Villoro ni se diga, en 2019 ha estado varias veces en Colima y viene de cuando en cuando a Manzanillo donde tiene un bonito departamento, fue justamente en Manzanillo cuando lo conocí por vez primera en un evento que organizó el poeta Avelino Gómez Guzmán en un encuentro de cuento joven; en el puerto también conocí al monero Trino y a la viuda de Pedro Infante, la señora Irma Dorantes. A mi cuate Guillermo Vega Zaragoza también lo conocí en Manzanillo cuando compartimos mesa, vino, fiesta, letras, rock y tables dances con mi otro querido amigo y escritor Melquiades Durán. Francisco Hinojosa ha estado varias veces en Colima y en todas esas veces he estado presente.
Fernando del Paso «fallecido recientemente y una de las últimas plumas de aquella generación de autores a la que está ligada también Elenita Poniatowska» vino a recibir el premio Juan José Arreola dentro de las jornadas del Festival Internacional de la Palabra donde estuvo Jaime Mesa, Paola Valverde, Dennis Ávila, Carmen Villoro (a quien ya conocía desde antes) y el maestrazo de maestros Ricardo Yáñez y fue todo un placer, además de ser su chofer, llevarlos a conocer el terruño colimense.
 Prácticamente no he tenido que viajar para conocer a mis autores favoritos o que se han convertido en mis favoritos. Seguro estoy que vi, cuando todavía no ganaba el nobel de literatura a José Saramago en la FIL de Guadalajara, seguro, pero bueno, ni yo me acerqué, ni pasó nada. He visto de lejitos a Benito Taibo, a Víctor Trujillo, a Alberto Ruy Sánchez y a BEF, pero con él sí pude acercarme y que me firmara mi libro.
En un viaje maravilloso a Campeche con el querido amigo Daniel Casanova me tocó conocer e ir a beber unos tragos en buena onda, muy buena onda con el estimado maestro y amigo Antonio Malpica.
Espero no haber dejado a nadie afuera de este maravilloso conteo. De internacionales he conocido a algunos, algunas, pero esa es otra historia. No pretendo presumir, ni mucho menos, pero ahora que estuvo Hugo Hiriart veo y creo que es importantísimo que los estudiantes sigan teniendo este tipo de encuentros con autores de renombre y que son un baluarte sin duda de las letras mexicanas. Hiriart estuvo en la facultad de letras como estuvo también Ianis Guerrero actor de la serie de televisión Club de Cuervos, productor y escritor de cine; esto al alumnado se le graba como a mi generación se le grabó que estuviera Jorge Volpi con nosotros y, si ya tenemos una pasión por esto que es el mundo de las letras… la pasión se vuelve o se hace más grande cuando conocemos a alguien así o de esa talla.
En fin.
En otra columna hablaré de quien me hubiera gustado conocer y no tuve ese maldito placer. Ni modo.       

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