Wednesday, October 23, 2019

#OrgulloFalcom


Café exprés


 El discurso de ayer del rector de la Universidad de Colima, José Eduardo Hernández Nava ofrecido dentro del informe de labores de nuestra directora, Paulina Rivera Cervantes, me conmovió. Y me conmovió porque empezó diciendo #SomosOrgulloFalcom y porque comentó que los videos que presentamos lograron: 1) captar su atención en apenas unos minutos; y 2) conmoverlo a él mismo porque en el segundo video se exalta, honra y reconoce la labor de un gran maestro como lo fue el compañero y amigo Armando Castañeda Morfín recientemente fallecido. Dichas estas palabras por el rector, uno siente la piel de gallina porque se cree o reconoce, sin lugar a dudas, pero sin lugar a dudas: como un #OrgulloFalcom y además de ser orgullosamente Falcom, uno conoce a muchísimas decenas o centenas de personas que han egresado de la misma facultad y, amén de los años de egreso todos tenemos algo en común: “no hemos perdido esa misma pasión que nos hizo cursar estar maravillosa carrera: las letras, ese medio que nos hace, definitivamente, humanos”. Y uno también se cree que pertenece a algo. Entonces es por partida doble.
                El día de ayer fue sin precedentes. El auditorio de la Facultad de Medicina estuvo repleto y con la energía de la juventud que engrosa las filas de nuestra amada Falcom; esa energía que se siente cuando uno se para frente a ese grupo (o cualquier grupo de las cuatro carreras) y nos transmiten eso mismo que, seguro estoy, uno traía o transmitía cuando estábamos en las mismas condiciones pero, sobre todo, a esa misma edad.
                Todo marchaba como en ocasiones anteriores, como en informes pasados. Yo estaba sentado a medio plano del auditorio (no me gusta llamar la atención ni sentarme hasta atrás ni hasta adelante, soy medianero en ese sentido). Entonces me pidieron que me sentara en el área de los coordinadores, ni modo, con todo y pena me moví para mi nuevo sitio. En eso noté algo extraño y la presencia de muchas autoridades universitarias, me dio mucho gusto verlos ahí. Que conozcan mucho de nuestra carrera, eso. Presentía un cambio en la dirección de la Facultad de Letras y todo pintaba para que ahí, al final del informe, se diera dicho cambio. Y así fue. El presentimiento vino justamente por el tiempo que llevaba la maestra Paulina al frente de la dirección.
                Justo cuando el rector de la Universidad de Colima terminó con su intervención y fue, de nueva cuenta a ocupar su lugar en la mesa, volvió a pedir la palabra para dar a conocer la noticia a toda la comunidad Falcom reunida ahí: la doctora Ada Aurora Sánchez Peña fue nombrada como nueva timonel de esta embarcación llamada Falcom. Bravo.
                Para la maestra Poly (Beatriz Paulina Rivera Cervantes) no tengo más que palabras de agradecimiento, me tocó colaborar con ella un breve tiempo en la coordinación de la carrera en Letras Hispanoamericanas, pero fue quien me llamó, me propuso para ser parte de su equipo de colaboradores y con mucho gusto acepté el reto que ha sido intenso pero maravilloso, sobre todo, me pone en contacto con los jóvenes de la carrera que, como yo, tienen y seguimos teniendo el mismo sueño y la misma pasión por la palabra escrita… por las historias.
Ayer en la noche, cuando toda esta vorágine de emociones menguó un poco (ya me imagino cómo estaba la doctora Ada Aurora Sánchez), en una publicación en mis redes sociales le agradecí a Poly por todo lo que hizo para que yo brincara de la Dirección General de Publicaciones (mi antiguo trabajo, donde dejé grandes amigos y compañeros y lugar que también amo porque es una de mis pasiones y donde colaboré durante trece años), para estar ahora en la Falcom, mi facultad, donde me formé y soy egresado.
Y eso se tiene que agradecer.
Por otro lado, en esa misma publicación le di la bienvenida a la doctora Ada Aurora Sánchez Peña quien va a fungir como la nueva directora del plantel, con quien tengo una relación de amistad y de pasión por el arte escrito desde hace muchos años.
Hemos coincidido en diversos y variados eventos de índole literaria, cultural, poética e, incluso, musical y demás… y seguro estoy que esa misma pasión que le imprime a sus proyectos, le imprimirá a conducir esta facultad por el buen camino para seguir siendo #UnOrgulloFalcom.
Enhorabuena. 
Ha sido una semana de muchas y muy variadas emociones.

Thursday, October 03, 2019

Los talleres literarios


Café exprés



Me he ausentado del café exprés, lo sé. Me he ausentado de este espacio que es vínculo con el lector o lectora y que es importante para el contacto entre ambos (escritor y lector) y que, aunque digital, a final de cuentas es contacto. Sin embargo, he estado trabajando en una serie de talleres literarios que me han tenido movido, con la cabeza ocupada y en contacto con otras personas que tienen un gusto igual al mío por las letras; estoy yendo de un lugar a otro, preparando el material y las sesiones; por ejemplo, empecé esta labor en el Colegio Campo Verde donde un grupo de cinco entusiasmados adolescentes (con quienes comparto además del gusto por las letras el gusto por la música rock y la locura, quizá también el mismo sueño de ser escritores); y eso me tiene no ocupado, pero sí entretenido los lunes y los miércoles por la tarde. No le puedo decir a esta labor que me tiene ocupado, porque es algo que en verdad disfruto. Verme en los ojos del otro. Conocer y conocerme a través de esos ojos, de esos corazones, como me vi alguna vez yo. Además es una oportunidad maravillosa para conocer sus historias, leerlas, construirlas, saber cómo surgen, verlas crecer y, por qué no, publicarlas. Los sábados de nueve de la mañana a dos de la tarde tengo un taller de ortografía y redacción (que he combinado de manera colegiada con lo que es mi pasión que es, en definitivo, la literatura); allá me esperan cada fin de semana un grupo de veintiséis personas todas ellas compañeras y compañeros de trabajo de nuestra hermosa y querida alma máter que es la Universidad de Colima. No me dedico de manera directa a dar talleres de ortografía y/o redacción, pero acepté el reto y ha sido maravilloso, intenso, pero maravilloso. Y sucede exactamente lo mismo, nos conocemos, nos vemos, compartimos, aunque brevemente, el mismo tiempo y el mismo espacio, y lo que único que tenemos en esta vida es tiempo, por eso hay que saberlo invertir y les agradezco enormemente por todo ello. De la misma manera, los jueves tengo activa mi sala de lectura en el espacio que es ya conocido por algunos de mis alumnos y exalumnos: el Museo Regional de Historia de Colima, donde de cuatro y media a las seis… seis y media, se lleva a cabo el taller dinámico de lectura y escritura creativa, con un grupo de entre ocho y nueve personas. De aquí salen algunos productos que los chicos y chicas de la Facultad de Letras y Comunicación trabajan posteriormente en otras clases como: guionismo, creación en prosa, creación poética y otras afines. Incluso, podría decir que algunos de estos ejercicios podrían nutrir, en un futuro, el suplemento Destellos de nuestra querida facultad. El último taller en el que estoy inmerso es el que arranca el día de hoy jueves 3 de octubre y que durará hasta el 14 de noviembre. Como todavía no tengo el poder de la omnipresencia (de la ubicuidad) como dicen que tenía el indio Vicente Alonso, para el taller del Museo Regional de Historia de Colima donde se encuentra ubicada la sala de lectura que lleva por título: Un capitán de quince años (en honor al gran escritor francés Julio Verne), ahí, para ese espacio, he requerido la oportuna intervención de una alumna de quinto semestre de la carrera de letras hispanoamericanas: Vanessa López, quien está poniendo en práctica algo de lo aprendido en clases. Este nuevo taller que arranca el día de hoy se llevará a cabo en las instalaciones de la FEUC, está abierto para todo tipo de público y lo que es mejor, conoceré a otro grupo de personas que tenemos los mismos intereses por leer y por escribir. Y todavía hay quien dice y piensa que estos talleres no sirven para nada… En fin.   

Wednesday, September 11, 2019

Personalidades


Café exprés


Desde 1999 «que es cuando tengo una conciencia más literaria y es el año en que ya estoy muy metido en esto de la literatura, porque si bien es cierto que desde la secundaria tuve conciencia literaria, es en 1999 cuando vi en persona, en Colima, por primera y única vez, a una de las plumas más importantes de la literatura mexicana: José Emilio Pacheco». Y de aquél momento guardo un vivido recuerdo.
                Tenía ya diecinueve o veinte años en el noventainueve, para ese entonces ya conocía a Víctor Manuel Cárdenas y a Guillermina Cuevas «a Víctor, lo he contado en otras columnas y textos, lo conocí cuando fui parte del Conafe y él era el director y su estela de perfume me persiguió desde entonces; y a Guille, no sé si lo he narrado o no, pero a ella la conocí en el maravilloso Cedart Juan Rulfo, Zaira (hija de Guille y yo, íbamos casi casi en el mismo salón), conocía también a Alfredo Montaño, al maestro Efrén Rodríguez y creo que nada más». Maravilloso aquél noventainueve donde la única responsabilidad era la de estudiar.
                Ver a José Emilio Pacheco me impactó sobremanera. Vino a Colima al Archivo Histórico del Estado (ubicado en el jardín Juárez o de La Concordia), no recuerdo si presentó libro o sólo una conferencia. El año de 1999 cada vez se va haciendo más borroso en el almacén de mi memoria, pero ahí vi al maestro, obviamente, no llevaba ningún libro para que me lo firmara, ni modo.
                De ahí he conocido a muchísimas personalidades del mundo de la literatura e, incluso, del espectáculo, todas ellas con una vibra maravillosa y una pasión por nuestro estado como no he visto en muchos de los que vivimos aquí.
                No me gustaría dejar a nadie afuera de este conteo, espero tener buena memoria. El escritor y amigo mío Rogelio Guedea tuvo a bien organizar una serie de presentaciones y charlas con varios autores mexicanos, a Rogelio siempre le voy a agradecer que me haya invitado primero a compilar, después a antologar y por último a prologar sus minucias e invitarme a presentar la obra o parte de la obra de un maestrazo en el arte de contar cuentos, estoy hablando sin lugar a dudas de: Heraclio Zepeda.
Dentro de esas presentaciones estuvo en Colima: Heraclio Zepeda, Pedro Ángel Palou, Lauro Zavala, Hernán Lara Zavala, Elba Macías y alguien maravilloso que jamás creí conocer: Juan Gelman. Supongo que vinieron más personalidades, pero no lo recuerdo del todo bien. Mi memoria empieza a fallar.
En la entrega del premio narrativa Colima para obra publicada me ha tocado, en suerte (en suerte y no porque esos eventos son de estar presentes e ir) conocer prácticamente a todos y todas que lo han ganado desde que estoy en la facultad que es 1999 a la fecha. De esos años, recuerdo perfectamente que vino el escritor Jorge Volpi a presentar su novela En busca de Klingsor, de esa ahí visita a nuestro buen amigo Oscar Chapula le quedó el mote de Volpi por su extraño y semejante parecido con el joven autor mexicano. Por eso repito, qué maravilloso fue el año noventainueve a excepción que fue el año del fallecimiento de Jaime Sabines, un autor que me hubiera encantado conocer en persona.
Volviendo a los premios narrativa Colima para obra publicada conocí a: Mónica Lavín, Gustavo Sáinz (ya fallecido), Enrique Serna, Daniel Espartaco, Daniel Sada, Alberto Chimal, Geney Beltrán, René Avilés Fabila, Guillermo Fadanelli, Pablo Soler Frost, Ana García Bergua, Fabio Morábito y Carlos Velázquez, de esta extensa lista mencionaré que me tocó presentar a dos de ellos: Paco Ignacio Taibo II y a Jaime Romero Robledo. A David Toscana, Héctor Manjarrez, Esther Seligson (ya fallecida) y Rodrigo Garnica no tuve el gusto de conocerlos. Así las cosas.
A Elena Poniatowska la conocí en un evento que organizó la Universidad de Colima, ella venía a hacer un comentario de la vida y obra de Juan Soriano, a quien se le iba a entregar el doctorado Honoris Causa por esa mismo institución que es mi alma máter. Esperé pacientemente a que la autora estuviera un poco menos asediada por la prensa, ella se dio cuenta de ello e, interrumpiendo a los reporteros que, lejos de preguntarle del evento al que venía, se le lanzaron a la yugular a cuestionarle sobre las elecciones venideras, me dijo que le pasara mi libro para que me lo firmara, ante el asombro de los reporteros que, se hicieron a un ladito, la autora me firmó mi libro, me dio la mano y le di un beso, sus ojos brillaron o quizá siempre brillan, pero los míos brillaron más y estoy seguro de ello.
A Ana Clavel, Omar Delgado, Alfredo Peñuelas Rivas, Felipe Lomelí y compañía los conocí en el evento que se organizó en honor al cuento en Cuento en Comala. Donde repitieron su estancia Mónica Lavín, Pablo Soler y Eduardo Antonio Parra, a él ya lo había conocido cuando me inscribí a la escuela Sogem Colima «de donde soy egresado» y fue mi maestro y, estando ahí, en la Sogem, tuve la oportunidad de cotorrear con gente como Bernardo Ruiz, Teodoro Villegas, Ester Leñero, Gerardo de la Torre y muchos más.
Efraín Bartolomé ha estado varias veces en Colima y he tenido la oportunidad de ir a verlo en sus recitales poéticos, a Juan Villoro ni se diga, en 2019 ha estado varias veces en Colima y viene de cuando en cuando a Manzanillo donde tiene un bonito departamento, fue justamente en Manzanillo cuando lo conocí por vez primera en un evento que organizó el poeta Avelino Gómez Guzmán en un encuentro de cuento joven; en el puerto también conocí al monero Trino y a la viuda de Pedro Infante, la señora Irma Dorantes. A mi cuate Guillermo Vega Zaragoza también lo conocí en Manzanillo cuando compartimos mesa, vino, fiesta, letras, rock y tables dances con mi otro querido amigo y escritor Melquiades Durán. Francisco Hinojosa ha estado varias veces en Colima y en todas esas veces he estado presente.
Fernando del Paso «fallecido recientemente y una de las últimas plumas de aquella generación de autores a la que está ligada también Elenita Poniatowska» vino a recibir el premio Juan José Arreola dentro de las jornadas del Festival Internacional de la Palabra donde estuvo Jaime Mesa, Paola Valverde, Dennis Ávila, Carmen Villoro (a quien ya conocía desde antes) y el maestrazo de maestros Ricardo Yáñez y fue todo un placer, además de ser su chofer, llevarlos a conocer el terruño colimense.
 Prácticamente no he tenido que viajar para conocer a mis autores favoritos o que se han convertido en mis favoritos. Seguro estoy que vi, cuando todavía no ganaba el nobel de literatura a José Saramago en la FIL de Guadalajara, seguro, pero bueno, ni yo me acerqué, ni pasó nada. He visto de lejitos a Benito Taibo, a Víctor Trujillo, a Alberto Ruy Sánchez y a BEF, pero con él sí pude acercarme y que me firmara mi libro.
En un viaje maravilloso a Campeche con el querido amigo Daniel Casanova me tocó conocer e ir a beber unos tragos en buena onda, muy buena onda con el estimado maestro y amigo Antonio Malpica.
Espero no haber dejado a nadie afuera de este maravilloso conteo. De internacionales he conocido a algunos, algunas, pero esa es otra historia. No pretendo presumir, ni mucho menos, pero ahora que estuvo Hugo Hiriart veo y creo que es importantísimo que los estudiantes sigan teniendo este tipo de encuentros con autores de renombre y que son un baluarte sin duda de las letras mexicanas. Hiriart estuvo en la facultad de letras como estuvo también Ianis Guerrero actor de la serie de televisión Club de Cuervos, productor y escritor de cine; esto al alumnado se le graba como a mi generación se le grabó que estuviera Jorge Volpi con nosotros y, si ya tenemos una pasión por esto que es el mundo de las letras… la pasión se vuelve o se hace más grande cuando conocemos a alguien así o de esa talla.
En fin.
En otra columna hablaré de quien me hubiera gustado conocer y no tuve ese maldito placer. Ni modo.       

Saturday, August 31, 2019

Dibujando el surrealismo o entonces también nosotros somos animales: Un viaje por la vida de Leonora Carrington y algo más


Café exprés
Dibujando el surrealismo o entonces también nosotros somos animales:
Un viaje por la vida de Leonora Carrington y algo más


I
Vamos a arrancar como supongo es lo correcto, por el inicio; al igual que a Leonora Carrington a mí también me gusta ir a contracorriente de las cosas que están establecidas y siempre ha sido así.
No tengo palabras para definir la historia que nos presenta esta noche el maestro Bernabé Alatorre, quizás la que más se acerca sea que el texto que vamos a comentar esta noche sea una novela, pero puede ser también un buen cuento «aunque al calce, en el interior del documento, el maestro Bernabé agrega ciertos testimonios muy interesantes y de viva voz de la artista en mención», lo que lleva a que el libro me dé otra impresión y piense en él como que es un documento testimonial, pero en otro momento podría definirlo como una biografía o una historia para niños «como las escritas por Michael Ende y por Roald Dahl» pero que también está abierto para los adultos y que disfruten ambos; podría ser también una biografía novelada, o una sucesión de recuerdos fantásticos, por qué no pensar en un guión para la continuación o el comienzo de una saga de películas como la de Toy Story pero con los personajes creados por la artista nacida en Chorley, en el condado de Lancashire, en Inglaterra el 6 de abril de 1917 «contó la artista con la bondad del siete tema que abordaré más adelante»; por momentos me preguntaba si en realidad los hechos, esos hechos que narra con mucha maestría el autor de Chorley, se sucedieron de esa exacta manera en la vida real de Leonora, porque el documento también da para un crónica imaginaria al estilo de Juan Villoro, o una crónica novelada; aunque Jorge Volpi también haga de una novela un ensayo y viceversa. Todo esto puede ser Chorley, sin duda.
Sin embargo, entendiendo el carácter rebelde y contradictorio de la pintora, escultora y escritora Leonora Carrington, terminé por dejar este pensamiento de lado y de preguntarme si esos hechos ocurrieron de esa exacta manera o como están narrados dentro de Chorley y me dispuse a disfrutar de su lectura. Simplemente. Además la idea de Leonora era ir en contra de lo establecido. E iremos en contra de lo establecido como marcan los cánones.
Antes de proseguir debo confesar que con el maestro Bernabé Alatorre he aprendido de dos cosas, sobre los títulos de sus obras y sobre Leonora Carrington, Sir Edward James y de surrealismo. Me formé en una escuela netamente artística, el Centro de Educación Artística Juan Rulfo, aquí, en Colima, así que siento que no estoy tan perdido en el tema del surrealismo, lo estudiamos «en realidad siempre lo sigo estudiando de cuando en cuando o algunos temas, o libros, como el de esta noche, me hacen regresar a él» y descubrí autores y autoras maravillosos, artistas que hicieron del surrealismo lo que es, tanto en pintura, danza, cine, música, literatura, etcétera. Sin embargo, debo confesarlo aquí y ahora, mi artista favorito y mi corriente favorita es Vincent Van Gogh y el impresionismo; así que leí con mucha pasión, en aquellos años, una biografía maravillosa escrita por Irving Stone titulada Anhelo de vivir, donde retrata profundamente la vida del pintor holandés del que se siguen diciendo muchísimas cosas a casi ciento treinta años de su muerte.
Mi pasión continuó y conocí, en otra novela, otra vida llena de altibajos, me refiero a la vida del pintor Henri Toulouse-Lautrec, la novela que leí con la misma pasión con que leí la vida de Van Gogh «y que son un par de libros que tengo en casa, por cierto», se llama precisamente Moulin Rouge escrita magistralmente por Piere La Mure.
Hoy, puedo decir que con Chorley, me he adentrado a la vida impresionantemente surrealista «las dos corrientes juntas impresionismo y surrealismo» de la vida de la escultora Leonora Carrington desde sus inicios con esas: «Chimeneas góticas en las fábricas textiles en Chorley, Lancashire que, misteriosamente, el día del nacimiento de Leonora, lanzaron humo con lengüetas de colores fosforescentes y muy psicodélicos, formando figuras surrealistas». Así de paradójica es la vida.
Decía que con Bernabé Alatorre conocí y he aprendido también por el nombre que le da a sus obras, porque recientemente presentamos su libro titulado: Seclusia, una obra también difícil de catalogar porque puede entrar en las mismas categorías ya descritas líneas arriba.
Seclusia significa un lugar apartado de la sociedad, este nombre el maestro Bernabé lo sacó, si no mal tengo el dato de un texto de Irene Herner y ahí algo hizo clic y se quedó como título para la obra que narra las vivencias de otro ente surrealista, exótico y millonario Sir Edward James.
Seclusia y Chorley no están del todo alejados uno del otro, en uno aprendí, porque era bastante neófito en el tema sobre el ya citado Sir Edward James, un tipo excéntrico, mecenas, millonario, poeta, surrealista, pintor, escultor que, lleno de surrealismo decide, enamorado de un lugar en la huasteca conocido como Xilitla, en nuestro país, decide, ahí, construir un jardín surrealista en Las Pozas, Xilitla, en San Luis Potosí. Edward James también fue tocado por la benevolencia del número siete, nació el 16 de agosto «sumados el seis y el uno dan siete» de 1907 y falleció el 2 de diciembre de 1984 «a los 77 años, doble siete como se dice en el juego de azar». Pues con Seclusia aprendí sobre Edward James del que sí, había oído hablar, sabía obviamente del jardín, pero no conocía su vida a fondo. Gracias por ello.


II
La escritora mexicana Elena Poniatowska tiene una biografía muy completa y extensa de la vida y obra de una de sus contemporáneas, Poniatowska todavía vive, pero compartieron el mismo tiempo y espacio: Leonora y Elena, la obra se llama simplemente así: Leonora y, como en los libros Anhelo de vivir y Moulin Rouge, Elena pinta apasionadamente: «que es como se tienen que hacer las cosas» la vida todavía más apasionante de la artista Leonora Carrington: «libro lo compré hace unos tres años y disfruté de su lectura».
Bernabé Alatorre y Elena Poniatowska coinciden en llamar a Leonora, más bien, en definir a la artista como una mujer de carácter fuerte, rebelde, liberal, impositiva y que se oponía a las reglas o rutinas familiares transmitidas por generaciones aristocráticas, esto, obviamente, le trajo un sinnúmero de conflictos, sobre todo, con su padre.
Por ello, Leonora, desde pequeña, a la edad de ocho años, comenzó a hacer sus bocetos o primeros dibujos, retratando la inconformidad que sentía contra la sociedad, rígida, inglesa y empezó a romper con lo establecido. Tan rebelde era que hay un testimonio que recupera el maestro Bernabé Alatorre que dice: «tan desesperada soy… que nací tres meses y un día antes de la fecha que debí haber nacido». Este es un testimoniazo que, a mí como lector, me estremeció sobremanera por lo impactante de la premura y, sobre todo, porque tiene un porqué, sencillamente.
                Dije que más adelante iba a hablar de la bondad y benevolencia del número siete en la vida de Leonora y se ha llegado ese momento, ya di algunos datos sobre este signo inequívoco del siete en Edward James, pero en Leonora los datos son impresionantes:
                En distintas culturas «los Caldeos, Babilonios, Griegos, Egipcios, Chinos, Hindúes, Mayas, Aztecas, Incas, Celtas etcétera» el número siete es cabalístico y es el número de la perfección, el día que Dios descansó del trabajo de la creación y, sobre todo, es el número de la vida como representación de la supervivencia de los nacidos con siete meses de gestación.  
                Resulta que, no sé si cosa curiosa o bien pensado por el autor, que está aquí para que nos diga y/o aclare esto o de plano que sea cosa del diablo, pero resulta que en el capítulo siete «coincidencia o destino» del libro Chorley que estamos presentando y comentando esta noche, se desata toda esta reacción en cadena, efecto dominó o como le quieran llamar del número siete. De entrada su nombre: Leonora, compuesto de siete letras; nace el 6 de abril «ahí me falló en número y mes», pero no nos falló en el año 1917, nació en Chorley, Lancashire, la palabra Chorley que es el lugar de su nacimiento y el nombre de este libro lo forman siete letras, fallece el 25 de mayo de 2011 «aquí no me falla en día porque sumados el 25 dan siete, pero sí me sigue fallando en el mes, mayo es el quinto y ni se diga en el año 2011 que no da nada». Aunque en alguna parte del libro, página cien para ser más preciso, cuando los personajes de Carrington están entrevistando a Carrington: «por eso hice mención de esa especie de Toy Story donde los juguetes cobran vida, así con los personajes de la pintora, ya me veo a mí mismo entrevistado por mis propios personajes, esto es surrealismo puro», el Gato sin botas le pregunta a Leonora: «¿Cuándo debió haber nacido?». Leonora le responde sin tapujos lo siguiente: «El día elegido, según mi horóscopo, mi nacimiento debió haber sido un día como hoy, siete de julio «ahora sí, día y mes correctos». Y, por si fuera poco, a las siete de la mañana. Nací en 1917, por lo tanto estamos celebrando mis 77 años». Así de genial como así de geniales son este tipo de personalidades. Pero dijera Raúl Velasco, aún hay más, en el capítulo siete del siete veces Chorley por sus letras, aparecen siete personajes de la obra de Leonora que enumero a continuación: «1) El gato sin botas, 2) Gato de la noche, 3) Gatos, 4) Dos Gatos, 5)Tres Gatos, 6) Perro y Gato y 7) Gorro caliente para esquiar. Uno de los gatos de Leonora se llama Marmeen, con doble e, la palabra está formada por siete letras M-a-r-m-e-e-n el significado de la palabra es marmota en luxemburgués, marmota consta, también, de siete palabras. A todo esto el gato maúlla Miauuuu con la mia y cuatro us, formando también, siete letras y vuelvo a citar la novela: «Vaya, vaya, hasta maúllas más largo, segura estoy de que estás pensando en tu nombre», dice Leonora. En 1942 Leonora llega a México, la fecha, sumada, da 16 y sumados a su vez el uno y el seis, nos da otra vez siete, su primer amor fue Max Engels a quien conoció en 1937 cuando él tenía, sí, 47 años. Su entrañable amiga Elena (así como la Poniatowska) sabía que a Leonora le gustaban los gatos, por eso le regaló uno para su cumpleaños número 70, esto en el año de 1987. Se dice que los gatos tienen siete vidas, aunque hay otras culturas y creencias que dicen que en realidad tienen nueve, «nosotros vamos a quedarnos con la idea del siete porque somos unos románticos empedernidos y punto». En 1947 nació su hijo Pablo y Emerico Weisz, esposo de Leonora, falleció en 2007. En otro pedazo de testimonio Leonora dice esto: «La gente mayor de siete años o menor de setenta no es de confiar, a menos que sean gatos, nunca está de más ser cuidadoso».
                Como podemos ver a Leonora le gustaban los gatos y podría enumerar a siete personajes famosos que gustaban de los gatos tanto como Leonora, para seguir la tradición del siete: Juan García Ponce, Elena Garro, Carlos Monsiváis, Juan Villoro, Elena Poniatowska, Frida Khalo y Octavio Paz. La lista podría ser de siete pintores, aquí sólo menciono personajes mexicanos.


III
Para finalizar y no menos importante, agradezco al maestro Bernabé Alatorre esta invitación a presentar Chorley, volver a compartir el tiempo y el espacio y hacerlo con mi querido amigo y maestro Melquiades Durán, y que nos haya metido de manera impresionante a la impresionante obra y vida de una pintora sin igual como lo fue, sin duda, alguna Leonora Carrington; hace poco en el Museo Regional de Historia de Colima, estuvo, por espacio de un mes por la premura de llevarla a otro lado, montada la exposición de algunas de las piezas de Leonora bajo el nombre de: Las posibilidades de los sueños, un evento que no podría haberme perdido menos estando las obras en el bello Colima.
                Quienes asistimos vimos el mundo desde la perspectiva del que Leonora lo veía, con esos seres sacados como de los sueños más surrealistas jamás soñados. Chorley nos lleva a viajar por esos entramados de la mente de la pintora que vivió a plenitud como quiso vivir, que encontró en México «un país bastante surrealista a decir verdad» un paraíso donde realizar su sueño en plena libertad, que es en realidad lo que ella quería, ser libre. Donde vemos que los personajes creados por la autora salen de los cuadros a formar grupos, cuadrillas y recrear su misma historia, en tanto la pintora cae desvanecida de sueño y al otro día todo vuelve a la normalidad.
                Chorley es un el descubrimiento de vida real y surreal de una personalidad como la de Leonora, hallo en el documento dos o tres cabos bien amarrados donde la historia embona perfectamente y me agrada sobremanera que tenga la particularidad de empezar de la misma manera y que termina igual, con el mismo acto donde, repito y cito finalmente: «donde las chimeneas de las industrias de Chorley sacaban lengüetas de humo de muchos colores con figuras surrealistas».

Una alineación no titular o las once leyendas que no


Café exprés



Dice Juan Villoro que en la vida se puede cambiar de todo «religión, creencia y/o afiliación política, sexo, pareja, se puede cambiar de nombre, incluso hasta de género», y agrega el laureado autor de títulos como: Los once de la tribu, Dios es redondo, Balón dividido, La cancha de los deseos y Las golosinas secretas, entre otros muchos más, que de lo único que uno no puede cambiar en la vida es… sí, de equipo de futbol. Ya se viera al verdadero hincha de Ame ahora siendo chiva porque el Horrorible Peralta juega ahora para el rebaño sagrado.
                Sin embargo, le tengo noticias a Juan, que podrían ser muy malas, yo sí pude cambiar de equipo de futbol y él debería de hacer lo mismo, porque eso de irle a los Rayos del Necaxa (hoy terriblemente conocidos como hidro rayos que nada tienen que ver con aquellos rayos de la década de los noventa con Alex Aguinaga, Nicolás Navarro, Efraín Cuchillo Herrera, Sergio El ratón Zárate, Ricardo Peláez, Ivo Bassay, Luis El matador Hernández, Vilches y Becerril etcétera es tan sufrible o más, en estos días, como irle al Atlas o, peor aún, al Frustazul.
                Cambié de equipo por la razonable cuestión de dignidad. Me explico. La dinastía Llanes y familias circunvecinas se caracterizan por tener un gran defecto, bueno, tenemos más y enlisto: ser mamones, tener un carácter irascible en ocasiones, ser a veces insoportables pero nada grave, lo más grave de la dinastía Llanes es irle al detestable Club América. Mi hermano es #Ame de, digámoslo así, hueso azul crema y ni modo, es la familia y la familia es lo único que no se elige en esta vida. Todo lo demás tenemos la opción de elegirlo.  
                Como buena oveja negra de la familia, aquél que estudió letras y cambió de equipo de futbol, como buen ya no sé si buen o mal chilango «porque ahora me siento y soy más o igual colimote que el pozole seco o los sopitos», mi equipo adorado en mi época de niño eran los Coyotes Neza, equipo que yo veía entrenar en el parque de los Coyotes cuando acompañaba a mi tío Ricardo Castillo «sí, como el poeta de Guadalajara» a hacer ejercicio al sitio mencionado. No creo haberlo soñado y si lo soñé, fue un maravilloso sueño, pero eran los Coyotes Neza, mi tío me lo dijo.
                Vivíamos a escasos veinte, treinta minutos del estadio Azteca, mi sueño, como el de todo niño, era ir al estadio a ver a mi equipo favorito, sí, por algunos años le fui al América, cuando no se hacían decir el Ame y eran un América de verdad con: Zelada/Adrián Chávez, Cristóbal Ortega, El capitán furia Alfredo Tena, Naranjo, Farfán, Manzo, Carlos Hermosillo, Eduardo Antonio dos Santos Edú, Aguirre, Brailowsky, Antonio Carlos Santos, Cecilio de los Santos, Zague y las águilas negras Kalusha Bwalya y François Omam-Biyik, posterior vino el defensor del quinto sol Cuauhtémoc Blanco (quizá la última gran figura de los azulcremas). Por aquellos ayeres un América contra Chivas sí era un clásico de verdad, se notaba rivalidad y el ambiente futbolero, ahora son payasadas y que me perdonen los fanáticos de cada uno de los equipos, pero son payasadas.
                A los Coyotes Neza nunca los pude ver en un estadio de futbol, sólo en los entrenamientos cuando íbamos hacer ejercicio mi tío y yo (quizá esto sea sólo una historia borrosa, un sueño, pero yo veía a los Coyotes Neza). Mucho tiempo después y ahora que leí el libro de mi querido amigo Damián coma Marco, rememoré a mis amados Toros Neza.
No sé qué encanto tiene Neza conmigo o yo con él, que el cuadro comandado por Tony El turco Mohamed me atrapó (tan me atrapó que dejé de irle al América); por aquellos años se dio una rivalidad interesante un, podríamos llamarle clásico taurino entre los Toros del Atlético Celaya contra Los Toros Neza, en aquellos ayeres Celaya traía a Butragueño y a Hugo Sánchez (ya en el ocaso de su carrera ambos) Y Neza traía un trabuco con Lussenhoff, Mohamed, Pablo Larios, Memo Vázquez, Javier Saavedra (que bien podría formar parte de la banca de estos jugadores que narra Marco), Humberto Romero Romerito, Germán Arangio, Rodrigo Pony Ruiz y Nielson, luego vendría Vilallonga.
                El problema de todo esto venía cuando se enfrentaban América contra Chivas, el único equipo que detesto es al Rebaño sagrado, ni modo, entonces tenía que irle al América, pero qué bueno que llegó a mi vida el Toros Neza, aunque qué malo, porque en una final las pinches Chivas con Gustavo El gusano Nápoles en la delantera del rebaño, hizo trizas a mis bureles queridos. Para odiar más al chiverio, ni modo. Esa final quedó 6-1, así era con Neza o goleaban o los goleaban.
                No porque esté aquí, ni porque me haya invitado y me sienta comprometido diré lo siguiente pero… disfruté enormemente la lectura del libro de Marco. Cuando me hizo el favor de darle raite al documento a mi oficina y unos gendarmes que en realidad no gendarman nada «como dijera en un poema Juan Gelman» le impidieron el paso; tuve entonces que salir y, como gacela Thompson, más bien y a estas alturas del partido como Mohamón, salí del campus y encontrarme con el preciado tesoro.
                Qué bueno que el documento habla de las no estrellas de los años noventa, la mayoría, porque si el libro fuera de las no estrellas de estos tiempos, la verdad es que no habría sabido de qué escribir y es que, en materia de futbol actualmente me siento descanchado, por decirle de una forma futbolera, estoy totalmente fuera de ritmo y demás, hace tiempo que no veo futbol, lo he cambiado, en realidad siempre lo he cambiado por el futbol americano, pero en aquellos años sí veía un poco más.
                Luego que el legendario Toros Neza desapareciera, y luego de ver a mi héroe, mi ídolo Antonio El turco Mohamed vistiendo la playera del América para algunos partidos amistosos o de torneo, no lo recuerdo bien, tuve que hacerme de otro equipo y, repito, el Estado de México siempre ha estado ahí para salvarme «incluyendo en el futbol americano ya que soy fanático en la Onefa de los Potros salvajes del Estado de México», puse entonces mis ojos en los Diablos rojos del Toluca, ya comandado por el diablo mayor José Saturnino Cardozo. Entonces que me disculpe Juan Villoro, pero sí he cambiado de equipo de futbol, de futbol soccer porque de americano sigo siendo fiel seguidor de los Cowboys aunque mal paguen.
                En el libro vamos a encontrar la vida de once jugadores de futbol que llegaron al máximo circuito que es la liga MX, pero en ocasiones llegar no es todo, lo importante, dice una canción del Tri, no es estar arriba, sino quedarse ahí toda la vida, pero es difícil, difícil poderlo hacer. Hay historias increíbles de personajes que llegaron al máximo circuito siendo rectores cuando tenían 44 años de edad, claro, esto sólo puede pasar en México donde el nepotismo, el favoritismo y las influencias valen más que las ganas y el pundonor.
                Once historias que nos dicen que la vida del futbolista no es todo farándula, show, entretenimiento, Pedro Pineda (a quien prácticamente no recordaba de no haber sido por la lectura de este libro) es un caso de buen futbol que llegó incluso a Europa, pero que ahora trabaja en un tugurio de Neza donde es el rey de la noche. Rudo y cursi, la película protagonizada por Gael García (y su eterno romance con la cámara) y Diego Luna bien podría verse reflejada en cualquiera de estas historias y muchas más que habrá del futbol. Gente que sale del mero barrio, del anonimato, muchos que se quedan en el camino y otros que encuentran un futuro más promisorio.
                Salvador Carmona y Aarón Galindo son un caso extraordinario en el futbol, cuando sus carreras están más en lo alto… un conducta antideportiva (consumo de algunos esteroides y sustancias prohibidas terminaron con sus carreras), sobre todo con Chava Carmona aunque la Federación, siento y leo, tuvo algunas cosas turbias que ver en este caso.
                Veremos la historia de Abdul Thompson el seis noventa que dejó el futbol para hacer radio. La historia trágica de Edgar Arturo García de Dios que terminó su carrera deportiva siendo taxista y posterior terminó hallado muerto con siete impactos de bala. En este listado pudo haber entrado fácilmente la vida de César Andrade quien sufrió en 1999 un trágico accidente que le costó perder la pierda derecha luego de ir a tomar unos tragos con sus amigos… y qué me dicen del caso Cabañas, otra historia que podría ser fácilmente parte del segundo tomo de Los otros once que tampoco. Historias que han quedado truncadas cuando sus protagonistas estaban en el mero centro, en lo más alto de la cúspide.
                Recuerdo, siguiendo con mi fanatismo por el Toros Neza cuando José Ricardo Gama de Oliveira mejor conocido como Bebeto llegó al equipo burel a terminar su brillante carrera futbolística y se fue de ahí a los pocos meses de haber llegado porque en ese poco tiempo, en el barrio bravo de Neza, el astro brasileño sufrió un asalto y por aquellos ayeres hubo un terremoto, Bebeto confesó para ESPN que quedó poquito asustado y se fue de ahí.
                Fue en México donde el reconocido técnico (ahora) y jugador (antes) Josep Guardiola i Sala, mejor conocido como Pep Guardiola que dirigió tremendamente al Barcelona y ahora se haya dirigiendo al Manchester City, decidió para retirarse del futbol como jugador, lo hizo en el ya descendido (otra vez) club deportivo Dorados de Sinaloa, así las cosas y las historias del futbol en nuestro país.
                Los once que no es un libro imperdible para el fanático del deporte, para el futbolero por excelencia, para quien le guste saber de datos y, sobre todo, de datos precisos y extraños y datos que nadie más da. Es un libro que se disfruta de cabo a rabo y que los fanáticos, pero no sólo los fanáticos sino quienes quieren aprender sobre el futbol deben leer y seguro estoy que gozarán como lo he gozado yo.
Y, para finalizar, voy a enumerar a los once futbolistas que forman parte de esta alineación no titular. Yo sólo les conté un par o tres historias y eso sí a grosso modo, debo decir también que el libro tiene un plus, está maravillosamente narrado y nos pinta la época perfectamente cuando nombra en una crónica a Bibi Gaytán, Ricky Martin, Eduardo Capetillo y demás, cuando eran parte de un grupo llamado: Muñecos de papel, de donde nuestra ex primera dama Angélica Rivera era parte. Repito, así las cosas y las historias que al parecer sólo pueden suceder en nuestro país.
                Los enlistados, pues, son: Filiberto Fulgencio (el rey de la cacofonía), Pedro Pineda (no se queda atrás, cacofónico también), Nidelson da Silva Melo (que en México, siempre le cambiaban el nombre porque el orden de los factores no altera el producto), Edgar García de Dios (el chofer acribillado), Roberto Andrade, Raúl Martínez Sambulá (quien ostentó por muchos años en México el gol más largo o de mayor distancia), Alejandro Arredondo (el piojito por su parentesco con el piojo Miguel Herrera que no nombré en la alineación del Neza porque ahora ya me cae como se ve, gordo), Salvador Carmona y Aarón Galindo (los apestados de la federación), Eduardo Cisneros Manrique (mejor conocido por fallar un penal contra el América en aquella final de época América versus Chivas el 10 de junio de 1984, el penal lo para Héctor Miguel Zelada), siguen en la alineación Carlos Alberto Carrillo Higareda (a quien apodaban Pelé) y cierra en la punta, en todo lo alto Abdul La gacela Thompson (que, como lo dije, cambió los tacos por el micrófono).
                Podría decir la posición de cada uno de los jugadores, pero esta presentación se alargaría más de lo que ya se alargó y además, no soy ni el Ojitos meza, ni el Bigotón Lavolpe, mucho menos Tuca Ferreti y ni al caso Tomás Boy o el Rey Midas Víctor Manuel Vucetich que ellos sí tienen madera de ser estrategas, yo, yo no dirijo ni mi propia vida, punto.

Friday, August 16, 2019

Ianis Guerrero o Juan y Vanesa


Café exprés



Retomando esta columna luego de algunos días de vacaciones y del regreso a clases, voy a hablar del día nacional del cine mexicano y de algo que nunca sospeché que podría pasarme.
                Resulta que para celebrar el día nacional del cine mexicano en el Museo Regional de Historia de Colima en conjunto con IMCINE (Instituto Mexicano de Cinematografía) y la Universidad de Colima se están llevando a cabo una serie de proyecciones de películas mexicanas (la cartelera se puede ver en www.imcine.gob.mx).
El día de ayer se proyectó la cinta escrita y dirigida por Ianis Guerrero titulada Juan y Vanesa. No sé qué tanto, en Colima, pueda decirnos el nombre de Ianis Guerrero (debo confesar que cuando me dijeron su nombre ya lo había oído, leído en algún lado, pero no estaba del todo seguro). Ianis es, entre otras cosas actor, y lo que nunca imaginé es que lo fuera a conocer y no sólo eso, sino a convivir con él y coincidir.
Debo aceptar que jamás había convivido con alguien a quien le pidieron fotografías y autógrafos o que reconocieran en la calle (debo decir también, que él siempre estuvo dispuesto a ceder ante la petición de sus fans), es el precio de la fama… pensé.
                Soy fanático in extremis de la serie de televisión de Netflix llamada Club de cuervos, y resulta que Ianis Guerrero interpreta, en ese serial televisivo a Moisés, sí, uno de los jugadores del club de futbol. Su actuación es vital porque es un delantero que a veces hace la función de un medio volante férreo y por ahí, en algún episodio y cuando Chava Iglesias tiene al equipo casi casi en la bancarrota, Ianis o, mejor dicho, Moisés, decide cambiarse de club por lo que lo toman por traidor y no sale muy bien con Chava ni con los Iglesias en general.
                Ianis no sólo ha trabajado en esa producción, estuvo en la película más taquillera del cine mexicano titulada Nosotros los nobles en el papel de Lucho, sí, ese que va empujando en un diablito a mi todavía novia Karla Souza; lo hemos visto también en el cine en películas como: A la mala, ¿Quién es Samantha?, Bala mordida, Morenita y Casi divas; en televisión ha aparecido en Doña flor y sus dos maridos, La balada de Hugo Sánchez, Blue Demon, Un camino hacia el destino, La patrona, Capadocia, entre otras.
                Lo que me sucedió sin pensarlo y casi casi sin querer queriendo, fue verme reflejado en el otro (en Ianis) porque platicamos de historias, de cómo surgen, cómo contarlas, del lenguaje literario y el lenguaje cinematográfico y compartimos unas buenas cervezas al calor de una cuachala de súper mega lujo preparada por nuestro buen amigo Christian Peña en su conocido bar San Cayetano (un sitio que, a propósito de nuestros temas, tiene muchísima historia, sólo falta que alguien se atreva a contar todo lo que se vivió en su interior, Christian Peña, dueño de este bar-restaurante, cuenta las anécdotas con mucha pasión, ahí está otro plus para visitar el lugar). Conocí pues, el lado humado de una persona que había visto a través de la pantalla de televisión, ya sea por medio de series o películas.

Juan y Vanesa
Esta cinta es la ópera prima de nuestro buen invitado. Una historia de amor, de encuentro pero también de desencuentro, de esas novelas de camino o historias que tienen como eje la carretera (la música debe ser la adecuada para viajar y creo que, en este caso, la música de la película Juan y Vanesa es increíble y a lo que me dijo el propio Ianis, toda es o fue original).
No les quiero ni les voy a contar la historia de la película porque lo mejor es que cada quien la vea e interprete según la recepción de cada uno de los espectadores. Cada quién recibe, en el momento especial de su vida, la cinta o la historia y lo que sucede en ella.
                Ianis, luego de la proyección de su filme respondió preguntas que el público le formulaba en torno a su percepción de la película. La sala del cine universitario lució a medio llenar; quienes no asistieron, se perdieron de una muy buena historia, de una muy buena película que fue realizada con muy poco presupuesto y sin ningún tipo de apoyo por parte de ninguna institución; factor que nos habla de la pasión de Ianis por contar una historia, y una muy buena historia; digo, porque a final de cuentas uno lee un libro o ve una serie o película, obra de teatro… para conocer una historia y desentrañar lo que hay en ella.
                El personaje de Juan está interpretado de muy buena forma por el actor Fabián Robles que hace de un camionero de entre 35 o 40 años que quiere rehacer su vida maltrechamente vivida, pero, en el camino (como esa novela de Jack Kerouac), se topa de frente con el desenfreno, Vanesa, Vanesa o Daniela Díaz como es su nombre en la vida real de la película, porque ese personaje en realidad lo interpreta la actriz Karen Martí, quien es una chica de entre 15 y 18 años que está escapando de todo, incluso de ella misma.
El encontronazo es directo y sincero, salen chispas y su explosión y misterio es inminente. La película hace que te vayas respondiendo ciertas interrogantes que pueden ser como tú las piensas o no. El filme siempre está dando giros o cambios y eso es sumamente interesante.
                Las historias se repiten y se suceden, Lolita, Luna caliente, La uruguaya y aquí bien cabría mencionar a Juan y Vanesa, todas las historias nos cuentan vidas desde puntos de vista diferente, desde diversas perspectivas, lo que nos hace, indudablemente, humanos.
Lo que relaciona las historias que recién acabo de mencionar, es que todas tienen como hilo conductor a una Lolita en ciernes que, como dice aquella vieja canción, nos va enredado entre sus redes, hasta quedar, prácticamente y casi casi sin quererlo, preso entre las redes de un poema (o de una Lolita).
                Recomiendo ampliamente que la gente que no fue al Museo Regional de Historia a ver la película de Ianis Guerrero aprovechen la plataforma de Amazon para verla, porque ahí la pueden encontrar.
En esta era digital y con este tipo de plataformas, cada uno de nosotros elegimos el contenido que queremos ver, leer o escuchar y disfrutar. Ya no dependemos para nada de lo que nos puede regalar la televisión que, podría decirlo, ha pasado de moda y oferta, de un tiempo a la fecha, pura mierda.
                Gracias Ianis Guerrero por tu visita a Colima, por tu humildad y por dejarnos conocer ese lado humano que, en tiempos como los que vivimos en la actualidad, hace mucha falta.
Espero que mi libro quede o llegue a manos de Karla Souza para que se dé otro encontronazo y que la vida siga girando para llegue a su forma circular u original.            
               
                  




Monday, July 15, 2019

Un paseo por la ingenuidad y los secretos de la fe


Café exprés



Decía el muy celebrado escritor guatemalco-mexicano Augusto Monterroso que en la literatura hay los mismos temas siempre; y enunciaba al amor, la muerte y, —agregaba en tono de broma— y las moscas… esos son los temas siempre de la siempre apasionante literatura, decía Tito autor, como sabemos, de uno de los cuentos más breves del que se tenga noticia titulado simplemente El dinosaurio que dice así: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí”. Aparecido en su primer libro que, si lo vemos así, el título podría parecer una total y absoluta broma por el nombre que utilizó: Obras completas (y otros cuentos). ¿Obras completas siendo su primer libro?, vaya paradoja. Sin embargo, llegó Felipe Lomelí y escribió, todavía y aún, otro de los cuentos más breve que dice así: “¿Olvida usted algo?, Ojalá”.
                Óscar de la Borbolla, pensador, filósofo, escritor y antes que nada un gran lector, dice que él tiene, en su haber, el cuento más breve del que se tenga noticia, y aquí le pide perdón a Tito Monterroso por esto.
En el texto titulado Minibibografía del minicuento (que muy es fácil de encontrar por internet), el autor mexicano dice esto:

“Ahora, para terminar, voy a ofrecerles, en primer término, el mejor minicuento que conozco, en segundo, el más famoso y, finalmente, uno hecho por mí para esta ocasión y que, espero, sea el definitivamente más corto de cuantos pueden inventarse. El mejor minicuento que he leído está en una lápida del Panteón Jardín: consta de una sola palabra, pero es una palabra que resume la vida de varios personajes, que muestra la pasión, los disgustos, los desgarramientos, la traición, los celos, la decepción y la rabia. Sobre una sobria piedra negra puede leerse esta hondísima historia: “Desgraciada”. El cuento breve más famoso forma parte de la literatura épica y está armado con narrador autodiegético: es la archiconocida frase dicha por César al vencer a Farnaces: “Veni, vidi, vinci”. Aclaro que César la compuso con cabal conciencia y con una plena intención de síntesis, pues buscaba informar al senado, con una historia rápida, la rapidez de su victoria. El minicuento más breve posible empecé a componerlo en mi perdida pubertad de paseante de panteones, en los tiempos cuando descubrí mi vocación literaria y filosófica. En él se resumen no sólo mis dudas ante la vida y la muerte, sino la incertidumbre universal ante el destino. Este minicuento dice exclusivamente así: ¿Y? 

La ingenuidad de la brevedad de estos textos radica en la, a ojos vistas, simpleza de su composición, que para muchos debe ser una total estupidez porque… ¿Qué tanto nos puede llevar escribir siete palabras, como siete palabras son las forman el cuento que ha trascendido por años de Tito Monterroso?, ¿cuánto nos puede llevar en tiempo, —estoy siempre hablando— escribir cuatro palabras que son las que componen el cuento de Felipe Lomelí? O, ¿qué me dicen del texto más brevísimo de Óscar de la Borbolla que es, sin duda, el más pequeño del que se tenga nota?
                La dificultad no radica en el tiempo de escritura, sino en hacerlo (sí, llevarlo a cabo), en pensar la idea, estructurarla, desarrollarla y que quede para la posteridad, que el tiempo sea el pilar o su sepultura; que el tiempo la ensalce o la olvide por completo.
Uno escribe el texto y al momento de publicarlo ya no nos pertenece, le pertenece a quien se acerque a ese libro, a aquella novela, a este compendio de cuentos o a aquel poemario y sienta urgencia (como decía el poeta chiapaneco Jaime Sabines), en ese momento, de poesía, de literatura, de letras.
Dicen que muchos de los cuentos de Agustín Monsreal —un maestro de la brevedad—, pueden parecer, incluso, chistes, sin embargo el chiste (vaya la redundancia) radica en que el maestro tuvo el tino de sentarse ante una hoja de papel y, bolígrafo en mano, se puso a escribir. Y para muestra dejo el siguiente texto del autor mencionado. Se titula Gente de letras y dice así:

Mi mujer y yo hemos peleado. No nos dirigimos la palabra. Antes de acostarnos, le dejo una nota sobre el buró: “Por favor, despiértame a las siete”. A la mañana siguiente, un exceso de luz me hace abrir los ojos: las nueve y media. Junto al reloj, un recadito: “Despiértate, ya son las siete”.

El anterior texto viene en una colección impresionante de minificciones titulada: Los hermanos menores de los pigmeos. La colección de cuentos del libro mencionado corrió a cargo de Marcial Fernández bajo el sello editorial de Ficticia.
                Le preguntan a Tito Monterroso que qué fue lo más complicado de escribir su cuento del Dinosaurio y, Tito Monterroso, hábil como lo era, inteligentísimo y de un humor bastante negro respondió corrigiendo a quien le estaba haciendo en ese momento la entrevista diciendo algo más o menos así: “El cuento del dinosaurio no es un cuento en primer lugar; es una novela y de esa novela, en segundo lugar; lo que más me costó trabajo hacer no fue tanto pensarla y mucho menos escribirla, sino decidir en dónde colocaba el signo ortográfico de la coma”. Así su respuesta.
                Todo esto que estoy diciendo son instantes de vida de algunos de mis autores favoritos. Y los menciono porque la vida está llena de instantes, justamente como este donde estamos reunidos para conocer el trabajo poético del maestro Julio César Verdugo Lucero (Fabricio),          —leyendo el poemario que ahora vamos a comentar, sabremos el porqué del Fabricio—; ese es el poder inmaterial que nos da el placer de leer y que tanto comentan autores aficionados y expertos del fomento lector como: Juan Domingo Argüelles, Felipe Garrido, Gabriel Zaid, Ricardo Garibay y varios autores más que han estudiado el placer de la lectura, también destacan: Mónica Lavín, Patricia Laurent Kullick, entre muchas más.
                Digo que este momento, este instante es especial y lo será, tanto que lo llevará a ser único y único, podremos presentar este mismo poemario en otra ocasión, pero ese será otro momento, por eso cada uno de esos instantes es único e irrepetible y, por ende, especial y entrañable.
En primer lugar quiero agradecer de antemano al maestro Julio César por la invitación. Recuerdo que en otro instante nos vimos en mi cubículo de la facultad a la cual estoy adscrito, y me planteó la posibilidad (maravillosa) de publicar un poemario; yo siempre estoy alentando a publicar a quienes así lo deseen a que se animen a hacerlo, no sé si en aquella ocasión le ayudé o no le ayudé, lo orienté o lo desorienté, pero ahora que veo el proyecto realizado, publicado, editado y ahora presentado, me da mucho gusto. Porque lo que uno tiene que hacer es aventarse al ruedo, llevar a cabo las cosas, con apoyo o sin él. Hay momentos cliché que dicen que en la vida hay que plantar un árbol, tener un hijo y editar un libro. Sin embargo, no hay que editar el libro nada más por editarlo, tampoco tener al hijo nada más por tenerlo; el árbol lo podemos plantar sí, para ayudar a mejorar el medio ambiente (pero también necesita de cuidados), todo necesita de cuidados, máxime la publicación de un libro. No es nada más arrojar un hijo más a este mundo, no. Hay que publicar el libro por la necesidad, la urgencia de decir algo, de moverle fibras al lector, dejar un legado de lo que será nuestro paso por esto que hemos definido y catalogado como vida. Somos los cronistas de este tiempo y de este espacio; este momento que nos ha tocado vivir y hay que dejar constancia de ello. Claro que sí.
                Me la paso alentando a las personas a publicar, porque definitivamente somos esos cronistas de esta época, por eso además de agradecerle al maestro su invitación, le quiero externar una felicitación por atreverse y hacerlo. Porque los que nos regala en este libro son, sin duda alguna, instantes vividos, emociones que se transmiten a través del poder, también inmaterial, que tiene y es la palabra escrita y de su portento; si yo en algo creo es justamente en eso, en el poder que tiene la palabra, que puede herir más o peor que un sable, una espada katana o un puñal oxidado. Quizá por eso me dedico a esto de escribir… pero también me dedico y antes que nada soy un lector, porque uno lee emociones, sentimientos, lee esos mismos temas de los que ya habló Monterroso y que son los que comenté al inicio de esta presentación: los mismos temas que toca y ha tocado desde siempre la literatura. ¿Cuántas veces, por ejemplo, no hemos visto repetida la historia de Romeo y Julieta en el ir y venir de los años?, familias peleadas y dos que se aman hasta la muerte… ¿cuántas veces no hemos visto la historia que narra Vladimir Nabokov en su novela Lolita?, miles de veces y la vida, la historia, las situaciones se repiten y parece que su reino no tiene fin.
                A mí no me gusta, cuando me invitan a presentar un libro, desenmascarar su misterio, porque esa labor la tiene que hacer el lector para que cierre el círculo que, como circuito del habla, pone en comunicación a quien escribe con quien lee, lo que sí me gusta hacer es invitar a ese posible lector a que se adentre en las páginas de… en este caso… Poesía para ingenuos (secretos de fe), que de entrada el título atrapa porque quizá y, en el fondo, todos somos ingenuos (de alguna manera) o todos fuimos ingenuos (también de alguna otra manera) y sin embargo todos, en otro momento de la vida hemos necesitamos de un fragmento, un pedazo, de un poco de poesía, poesía que vamos a encontrar en el interior de estas páginas y que hablará del amor, de la añoranza, de los sentimientos, de la familia, quizá también de la cotidianeidad y de cómo podemos romper con ella, de la ingenuidad, de la añoranza, de otros tiempos, de mundos que son mi mismo mundo; el poemario habla también de nuestro lobo interior porque Vale decir: “Vale decir poesía y escribir en cada verso al agua abierta, en cada rincón a los colectivos afiliados, en cada todos al lobo nuestro”; en este poemario hay luz, hay mar y hay amor, hay tardes, y tardes de lluvia (que son las que a mí me encantan aunque veo, con temor y remordimiento, que cada vez son más escasas), hay mujer, pasión y mucha música, como cuando le preguntaron a Paul Verlain si pudieran musicalizar sus poemas… y la respuesta de Paul Verlain es maravillosa porque dijo: pensé que ya tenían música.
                Poesía para ingenuos (secretos de fe) es un poemario entrañable que lanza haces de luz a quien lo lee y lo ilumina como si de un cenital estuviéramos hablando, son pequeñas astillas literarias como las llama mi querido amigo, compadre y poeta colimense Ihovan Pineda, son astillas literarias que se nos clavan en el corazón pero no para cercenar, sino para aliviar la locura por ejemplo cuando dice: Locura: El ímpetu que gobierna al loco, es la mano de Dios que da libertad de mirarle a los ojos sin necesidad de morir.
                O este otro poema que se llama Perdón y que encierra parte de esto que es la poesía y dice: Perdón, pido perdón por disfrutar un café bajo la protección de tu alegría; son años difíciles para gobernar con poesía. Por eso me da gusto que este libro salga ahora a la luz y que el maestro Julio César Verdugo Lucero, en medio de estos días de mucha, demasiada tecnología, de sinrazón, descontrol y desenfreno, incluso de violencia, de bala y de sangre, dedique un poco de poesía a quien así la necesite.
Sin duda estas pequeñas instantáneas encierran las pasiones humanas y no tenemos nada más humano que la literatura, la poesía… para darnos a conocer, para mostrarnos tal y como somos humanos, simple y sencillamente, humanos…

Sunday, June 30, 2019

El fin de una era



Café exprés
El fin de una era


Entre las buenas costumbres de los buenos colimenses: salir a tomar el fresco escuchando la RL, por algo será, sígala disfrutando. Un spot promocional similar se me quedó grabado desde el momento que pisé este terruño, allá por el año de 1986, mundialista por cierto, cuando sintonicé junto con mi familia la radio.
Entre las buenas costumbre de los buenos colimenses, disfrutar los partidos del mundial de futbol escuchándolos en la RL, por algo será, sígala disfrutando. Nunca imaginé que tantos años de tradición familiar llegaran, en 2019, a su fin. Tengo entendido que la RL era un proyecto familiar radiofónico y por aquellos años de inicio (1940 donde yo no era ni siquiera un proyecto para venir a pisar este mundo) seguro estoy que no había nada más fascinante, que reunirse en familia a escuchar la RL, por algo será.
Dicen que todo tiene un inicio y un final. Pero para ser sinceros nunca imaginé este final y que la RL llegara a decir adiós; cerrar el micrófono...
A partir del lunes la pirámide encantada dejará de transmitir a la RL, la RL dejará de ser la RL, la pirámide encantada ahí seguirá, pero ahora bajo el nombre de Radiorama Colima, tengo muchísima curiosidad de su programación que, espero, no caiga siendo pan con lo mismo de las demás estaciones de radio de la localidad.
La RL empezó transmisiones en el año de 1940, en esos ayeres ni siquiera mi tía coca, socorrito (como la conocen todos sus amigos en el centro de esta ciudad capital), ni siquiera ella había nacido y ya la RL era la estación del pueblo, por decirle de alguna manera.
Debo confesar que desde hace mucho tiempo no oía la radio. La verdad es que me cansaba del mismo género grupero de las melodías que suenan en cada una de las estaciones locales, por eso mi renuencia a la radio. Sin embargo, y de cuando en cuando, surge una que otra estación con una propuesta musical interesante, y ahí estoy para cazarla.
Ni siquiera oigo con tanto afán la estación de la Universidad de Colima que sí, en un inicio fue una propuesta diferente e interesante, pero debo aceptar que no todos los géneros que suenan ahí son mis preferidos. Algo que hace magia es que tengo la gran virtud de conocer en persona a muchos de los y las locutores de Universo FM, eso muchas veces hace la diferencia.
Fui fan un tiempo de Conexión, cuando mis amigos Jeanette González Lazcano y mi estimado Rubén Martínez Tawa tenían el programa: Viernes de rock, que más bien debió llamarse: Sábados de rock, porque arrancaba desde las doce de la mañana (ya obviamente del sábado) y terminaba a las cinco o seis de la mañana, era ideal para la fiesta, la cruda y lo que seguía. En varias ocasiones estuve en esa cabina de invitado especial (que de especial no tengo nada), platicábamos de Pink Floyd, Radiohead, Nirvana, Metallica, Guns and Roses, Deftones, Rolling Stones y muchos grupos más.
Recuerdo, más lejano el año, la increíble estación de radio, hoy totalmente desaparecida: Volcán FM, que tuvo una propuesta muy interesante, novedosa y juvenil, tanto en lo musical, como en su grupo de locutores, de aquella época me gustaban programas como: La noche del cuervo y Romántico volcán.
Por aquellos ayeres en la XEBCO sonaba un programa que se llamaba: La historia comenzó, puro rock del bueno, sí, me gusta el rock, me ha gustado desde siempre y me gustará, claro, tengo afecto por otros géneros, aprendí a gustarlos en el Cedart Juan Rulfo, esa institución que me hizo valorar el gusto por la música, aún así hay géneros que, como dijera mi querido amigo, doctor e historiador Héctor Porfirio Ochoa con respecto al tema del tremendo calor en Colima: “esos géneros musicales me anangan”. Con esos géneros musicales me refiero al reggaeton, banda, norteño, música popular mexicana (a veces tanto pinche mariachi me llega a anangar pero sí me gusta), gruperos, salseros e incluso troveros.
De un tiempo acá me volví fan adicto de la RL, esta nueva RL 98.9 de frecuencia modulada. Por coincidencia, una tarde caí a un programa llamado: Escuela de rock que de inmediato me llamó la atención y a mi hijo también.
Era conducido en aquellos meses por Rosario Gutiérrez y el famosísimo Erick Guzmán, famoso pero que no lo conocía en persona, hasta hace poco que fui a la cabina a una entrevista. A Rosario sí la conocía y de inmediato los agregué al WhatsApp y les mandé un mensaje. Estos dos locutores tenían o tienen magia, la transmitían y me enamoré del programa y de la RL, por su buena vibra, su buena música y ese timing que se debe tener.
Hablando de magia recuerdo haber sido también fan de la estación de radio Magia FM también salida desde la pirámide encantada. Pero bueno, esa es otra historia.
Desde ese momento (hará cosa de un año, año y medio) seguí la programación y a los locutores de la RL: Realmente Libres. Erick Guzmán o la enciclopedia musical es una guía… un gurú musical. Todos mis dispositivos tienen programada, a la fecha, la RL; el radio de mi vehículo, la bocina de mi oficina, la bocina de mi casa y mi bocina portátil. Hacía muchísimo tiempo que no me sentía tan identificado con una estación de radio. Me tocó oír este periodo de transición que tuvieron hará cosa de tres meses, cuando se agregaron a la RL otras voces, otros amigos y amigas locutores: Dinorah Aguirre (gran amiga y compañera de la Falcom), Sergio Ursúa (buen carnalazo), Fernanda Macedo, Gaby Cantero, Vicko Barajas, Marvin Ochoa (a quien conocí haciendo teatro), Ale Infante, Ferchy Hernández, Fer Navarro y Alex Meléndez algunos conocidos míos, otros no pero que fui conociendo durante todo este tiempo que me volví a enamorar de la radio; es más, tan enamorado estuve de la radio que me dieron ganas de conducir un programa sin ser precisamente locutor de oficio.
Creo que como el teatro (otra de mis grandes pasiones), la radio es magia y para muestra basta un botón porque cuando me vuelvo obsesivo con algo, lo soy y ahí está Mirna Bonós, mi compañera de vida de testiga. Tengo muchísima curiosidad por saber qué sigue ahora bajo el nombre de Radiorama Colima, tengo muchas expectativas y espero que no me defrauden porque tendría que volver a buscar otra estación de radio.
Mis alumnos, cuando van a la oficina a la que estoy adscrito en la Facultad de Letras y Comunicación quedaban sorprendidos porque me pillaban oyendo la radio y me preguntaban el por qué lo hacía. Mi respuesta era obvia y sencilla, por identificación, por gusto, por la amistad con los locutores y locutoras, por la programación musical y por mucho más… por eso: entre las buenas costumbres de los buenos colimenses… escribir esta columna oyendo la RL, por algo será, sígala disfrutando… termina toda era… pero otra está por comenzar.
Gracias Radio Levy.



Sunday, June 23, 2019

Verse en los ojos del otro




Café exprés


La semana pasada me tocó estar del otro del binomio maestro-alumno. Desde el 2010, en realidad, me ha tocado estar de ese lado; el del maestro. Pero fue hasta el día jueves de la semana que recién concluyó cuando me tocó aplicar, por vez primera, el examen Ceneval (Exani II) para los chicos y chicas de nuevo ingreso.
Veinte almas se presentaron conforme las indicaciones del examen (muy temprano, con su lápiz del número dos o dos y medio, sacapuntas, goma de borrar, pase de examen, identificación y su calculadora, eso sí, no científica). Y ahí estaban esas veinte almitas con muchos sueños, ganas, proyectos y, seguramente también, con muchos nervios, como los tenía yo, porque era mi primera vez que aplicaba este examen y el Ceneval tiene unas normas muy estrictas para llevar a cabo esta actividad que, si no se cumplen a carta cabal, el examen queda invalidado y pues no queremos eso, claro que no. Me recordó mucho a una jornada electoral, abrir paquetes, instalar la casilla, arrancar muy de mañana y comenzar con la faena electoral, hasta terminar, contar los votos, cerrar los paquetes y llevarlo a la instancia encargada que en este caso es Dirección General de Educación Superior quien entrega todo de nueva cuenta al Ceneval para hacer la revisión y entregar resultados el 7 de agosto. Así la jornada.
Leo por ahí que los mexicanos no tenemos memoria y que desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari se ha pensado que la educación sea privada y vaya ganando terreno a la educación pública. La verdad es que las universidades públicas, como muchas de las cosas, instituciones, dependencias y órganos de este país atraviesan una situación muy complicada donde el único perjudicado es, sí, el estudiantado. Pero así están las cosas y no se vislumbra un papel mejor, no por lo menos pronto.
Me vi en los ojos de esas veinte almitas que estaban reunidos en un aula de la facultad a la cual estoy adscrito, una facultad a la que le tengo el mayor de los aprecios que se le puede tener a una dependencia de una universidad que me ha dado cobijo durante estos casi quince años de labor. Me vi reflejado en ese ímpetu, en ese modo de ver la vida, vaya, me vi reflejado en esa forma tan peculiar de vestir que tiene el aspirante a una facultad de letras. Seguramente en 1999, hace ya veinte años cuando hice este mismo examen, seguramente en aquella época me veía igual, me vestía igual, pensaba igual, atravesaba por los mismos problemas de este grupo variopinto de aspirantes y tenía ese mismo impulso, esas mismas ansias, ganas y rebeldía de comerme el mundo. Quizá tenía el mismo sueño, ilusión, proyecto de vida o qué sé yo que tendrán estos veinte aspirantes a ser admitidos en nuestra hermosa facultad.
Mientras esperábamos a que el grupo estuviera completo me presenté con los aspirantes que estaban congregados en una de nuestras aulas para empezar con su examen, examen que dura, por otro lado, la tremenda cantidad de cuatro horas y media y que está dividido en dos partes, primero un examen de admisión donde vienen preguntas de matemáticas, español y, supongo, de todas y cada una de las materias del bachillerato; haciendo un total de 92 reactivos; la otra parte del examen la complementan cien, ciento doce reactivos (no lo recuerdo muy bien) que son parte del examen que le llaman diagnóstico, que es exclusivamente para saber del conocimiento del área que lleva o presenta el alumnado.
Les dije que me dedicaba a escribir y que, una vez pasado este trago (el del examen por supuesto), y una vez siendo parte de la gran familia Falcom, tendrían a su vez a muchos maestros y maestras que se dedican a este mismo y noble oficio, el de escribir; creo que más de alguno se alegró de haber oído esto, porque justo en ese momento el ambiente se relajó un poco, todos estaban tensos, preocupados, desmañanados, no tengo idea si habían desayunado bien, si habían bebido suficiente agua (el calor en estos días se ha elevado a la ene potencia y la hidratación cada cierto tiempo es fundamental), no tenía idea de nada de eso. Rompimos un poco el hielo, hielo normal en un evento de ese tipo.
Supuse que yo hace veinte años me veía igual y hubo alguien que calmó mi nerviosismo y que me hizo sentir parte de esta familia (aunque apenas iba a resolver ese maratónico examen). De aquél tiempo recuerdo perfectamente al maestro Moy, mejor o, quizá no tan mejor pero conocido como Víctor Gil Castañeda, y a la maestra Hilda Rocío Leal (quienes fueron los que estuvieron al frente en aquella ocasión de este temible examen). Hubo quien llegó con enciclopedias completas para… no sé qué, calculadoras y demás. Yo sólo llevaba un librito (el librito que estaba leyendo en esos días), un lápiz y no recuerdo si llevaba borrador o sacapuntas, pero nunca los dos; eso sí, llevaba la bendición de mi madre, el desayuno que me preparó y paren de contar. Creo que no me fue nada mal. Nunca he sido de promedios elevados y media comunidad del Cedart (bachillerato del cual egresé) dudaba que yo fuera a quedar en la Universidad de Colima. Quedé, aplausos.
Cuando entregué mi examen tanto la maestra Hilda Rocío como el maestro Víctor Gil me dieron mucho ánimo y confianza porque me dijeron que ambos eran egresados del Cedart, sí, como yo. Así que salí de ahí con una sonrisa de lado a lado y con la confianza plena de que tendría un buen grupo de maestros que me apoyarían y guiarían en cumplir esa parte del sueño que tenía y así ha sido, hasta la fecha. Son maestros que uno lleva en el corazón y espero contribuir con eso mismo a estas nuevas generaciones como les decimos.
Así que ese jueves de la semana que concluyó no pude evitar verme reflejado en los ojos de esos veinte aspirantes, veinte personas que seguramente serán parte de esta gran familia que formamos en la facultad de letras y que todos tenemos y seguimos con los mismos sueños, la mismas metas, el mismo anhelo y la mismas ilusión; quizá ese mismo reflejo es el que me ha llevado a ser ahora maestro y a estar de este lado, porque a la fecha y desde 1999 sigo pisando el mismo suelo donde se encuentra mi querida facultad.

Wednesday, June 12, 2019

Sentirse humanos


Café exprés Anoche terminé con el corazón apachurrado, pero me sentí humano dentro de este sistema que, parece, nos vuelve autómatas día a día. Luego de una jornada que se tornó intensa (donde llevé a cabo el cierre de mi taller dinámico de lecto-escritura creativa dentro de las jornadas altexto 2019; lugar donde conocí y conviví con personas maravillosas, tuve también la titulación de un alumno para complementar las estadísticas de titulación, preparé, de la misma manera, la próxima titulación de otro alumno que luego de tantos trámites por fin lo hará, en otro por fin… me aceptaron los reactivos para el Egel 2019 donde espero acrediten más alumnos del presente semestre y salgan pronto esta licenciatura, y cerré la noche dando una charla sobre procesos creativos dentro del programa tradicional Noche de encaladillas). Y ahí, justamente ahí, ya en la tarde-noche calurosa de Colima fue donde mi corazón tronó en mil pedazos haciéndose chachitos, añicos diminutos quedando sus fragmentos regados por todo ese espacio que es el museo de culturas populares María Teresa Pomar. Y en seguida explico por qué. En nueve años del tradicional café literario Noche de encaladillas, en nueve años, el día de ayer no fui recibido por mi querido Toño Enciso, ayer su sonrisa, afabilidad, trato y presencia física no me acompañaron. Lo lamenté terriblemente. Lo lamenté y lo extrañé. Sé que de manera inmaterial estuvo ahí, lo sentí porque la charla que le dediqué me quedó, hasta eso, decente; creo que las personas se divirtieron con mis dichos, decires y bromas. Espero generar (y haberlo hecho ayer en la noche) en alguno de los asistentes el gusto por escribir, pero más por leer por placer. Querido Toño, ayer no te abracé, ni te vi, pero sé que desde donde te encuentres ahí me viste como cada martes, encaladillado, bebiendo café y disfrutando de los martes por la noche. Antes de dar mi charla sobre procesos creativos, genio (así nos decíamos de cariño Toño y un servidor: genio), me mandaste a los papás de la querida y estimada Sofía Haro, fallecida el pasado tres de mayo; los señores pensaron que lo que iba a suceder ayer en la noche sería un homenaje a su hija y me contaron algunas cosas que, por respeto, no diré aquí pero que me calaron hondo, muy hondo y me sacaron las lágrimas y no… simplemente no me pude contener, me solté a llorar... Sin embargo, sacando fuerzas de quién sabe dónde, extrañando tu recuerdo, genio, y ahora también el recuerdo de Sofi así, y con todo esto en mi corazón, en mis entrañas… me paré frente al público y me lancé al ruedo como me lanzo siempre. Porque con los amigos no me ando a tientas y, genio, tú fuiste un gran amigo y el genio en realidad lo eras tú, querido maestro. Esta charla, como pudiste ver (porque te repito… yo sé que estuviste ahí), esta charla te la dediqué a ti, toñito, a ti y a la estimada Sofi, yo creo que por eso me quedó decente (o al menos así me lo pareció a mí). Te mando un abrazo fuerte a donde quiera que te halles, querido genio y, aunque este martes terminé con el corazón apachurrado de melancolía, jamás podré olvidar tu pasión, tus charlas y tu presencia, así como tampoco podré olvidar la pasión de Sofi por las letras, la música, la poesía. Gracias por tu amistad, genio. Esto sin lugar a dudas me hace sentirme humano. Gracias toño, gracias sofi… por tanto… por tanto. Gracias, querido genio.

Thursday, June 06, 2019

Las indecencias de la sociedad colimense narradas por Jorge Vega

Café exprés
Brenda Melissa Aguilar Martínez
Vega Aguayo, Jorge (2006). De princesas, dragones y otras indecencias. México: Secretaría de Cultura. Jorge Vega Aguayo (Quesería, Colima, 1966) es poeta, escritor y colaborador de suplementos culturales, revistas y periódicos. Entre sus obras poéticas se encuentran: Navegante (1998) y Abierta flor (1999). El título De princesas, dragones y otras indecencias (2006) nos evoca a los cuentos infantiles, sin embargo, la palabra “indecencias” da pie a que el lector infiera que no se trata de literatura infantil y conforme se adentra a la narrativa de Vega Aguayo descubre que su intuición inicial es verdadera. El autor representa realidades de la vida cotidiana como el desamor en la adolescencia, la pobreza o la delincuencia. Vega Aguayo utiliza un lenguaje sencillo y directo para describir las diferentes situaciones en las que se encuentran sus personajes remitiendo al lector al realismo sucio: corriente literaria que tuvo su auge en Estados Unidos a mediados de los años 50 y trascendió en la década de 1970. La corriente se caracteriza por centrarse en la sucia realidad que se vive cotidianamente en toda sociedad y que simplemente nos rodea, según explica Adolfo Mazariegos (2016). De princesas, dragones y otras indecencias está compuesto por doce cuentos, a continuación se ofrece una visión general de cada uno. 1. “Lulú”: la protagonista es una adolescente de 15 años, hermosa, atrevida, quien fuma cigarrillos. Se llama Lulú. Su compañero tímido y obediente, Emilio, está enamorado de ella, pero la muchacha mantiene una relación amorosa con Pedro. Él, quien es el galán de la secundaria, le falta el respeto a su pareja con otras mujeres, pues tiene más novias. El estilo de narración es la división del cuento en cuatro apartados. 2. “Cinco de la tarde”: el protagonista es un estudiante de octavo semestre de facultad. Sus defectos son: la preocupación, el querer hacer todo perfecto y el querer ser el mejor de su grupo. Sin embargo, se encuentra en la penosa situación de reprobar una materia. El estudiante tiene una cita con su profesor, mientras espera el autobús que lo llevará de Alcaraces a Colima, recibirá un consejo de don Silvio Manuel. El estilo de narración es una leyenda debido al ser sobrenatural que se menciona. 3. “De cómo el Capitán Pérez-Reverte me armó caballero de las letras y todo lo demás”: el protagonista es un reportero que tiene la dicha de conocer a Arturo Pérez-Reverte, antiguo corresponsal de guerra y escritor. La tarea del reportero consiste en escribir una crónica de la visita de ese personaje ilustre en el estado de Colima. El reportero reflexiona sobre el oficio de la escritura. El estilo de narración es la crónica dividida en tres apartados. 4. “El balón”: el protagonista es un niño que juega con un balón mientras su mamá habla con la directora de su escuela, tenía días que no asistía a clases por la muerte de su padre. El narrador hace énfasis en los zapatos que trae puestos el niño porque son los de su papá; con este hecho se muestra la pobreza material de la familia. El estilo de narración es el uso de la analepsis, técnica que altera la secuencia cronológica de la historia. 5. “Mariachi”: la voz narrativa hace énfasis en el personaje de la abuelita que les contaba historias a sus nietos, una de ellas es la del mariachi, donde al abuelo le gustaban los bailes, la bebida alcohólica y las mujeres. Cierto día asustaron al abuelo, a sus amigos y a las queridas, ya que escucharon un mariachi, el cual no lograron ver. La voz narrativa ofrece un final alternativo a la versión de la historia de la abuelita. El estilo de narración es el uso de la analepsis, la leyenda y la división del texto en seis apartados. 6. “Kalín”: el protagonista es René, un estudiante de la universidad. A través de sus recuerdos el lector puede unir los cabos sueltos sobre lo que le pasó a su hermano Kalín; él tenía de amigo a Jetzabel, quien era temido en el barrio, las personas aseguraban que se dedicaba a la venta de drogas y debía muertes. El estilo de narración es el uso de la analepsis y la división del texto en catorce apartados. 7. “El circo”: el protagonista es un adolescente que se enamora de Xuxa, la conoce en el trabajo de ella. En el circo se encuentra plasmada la decadencia. Por ejemplo, los espectadores observaban que la cirquera Xuxa padecía de hambre y sueño; o el show del león, el animal se encontraba tan viejo y cansado que no realizó su espectáculo. El estilo de narración es la descripción de los hechos siguiendo una cronología. 8. “El Dragón de la princesa”: el protagonista es el hombre de mediana edad que sale a buscar a la princesa Marisol. El hombre se cuestiona sobre la razón por la que uno se convierte en caballero. La voz narrativa pinta a una princesa interesada, a una doncella sensual y a un dragón triste por su destino. El estilo de narración es insertar los personajes de un cuento de hadas, pero concederles otras cualidades. 9. “En la plaza”: el protagonista es Ernesto, quien espera a sus amigos de la facultad. Él está de vacaciones en la ciudad de Colima, viajó desde la Ciudad de México con el objetivo de entender algo de sí mismo, ya que su vida estaba por tomar el rumbo del matrimonio. El estilo de narración es la analepsis y un final abierto. 10. “El jugo”: el protagonista es un niño sin nombre. Él se encuentra en una iglesia recibiendo el sacramento de la primera comunión. La voz narrativa hace énfasis en el contraste de la vestimenta del niño con la de sus otros compañeros, por lo que, se infiere que el niño pertenece a la clase baja y los otros a la clase alta. El estilo de narración es la descripción de los hechos siguiendo una cronología. 11. “El Maverik”: el protagonista es el hombre que sufre un accidente automovilístico. Él recibe ayuda de un sacerdote egoísta, ya que se vio obligado por sus dos acompañantes, unos jóvenes estudiantes. Al protagonista se le puede relacionar con la figura de Jesucristo. El estilo de narración es comenzar y cerrar el texto con una misma idea. 12. “Pituca y petaca”: la voz narrativa corresponde al amigo de Pituca y Petaca, dos travestis de quince años. Ellos representan la ingenuidad y la alegría de la adolescencia, mientras que, el amigo representa la soledad y la depresión que deviene tras una ruptura amorosa. La muerte de uno de los travestis hará reflexionar a la voz narrativa sobre su vida. El estilo de narración es en forma epistolar. En suma, recomiendo De princesas, dragones y otras indecencias por los diversos estilos –la crónica, la epístola o la división en apartados¬– que utiliza Jorge Vega Aguayo para narrar sus cuentos, como ya se señaló anteriormente en cada uno de ellos. Además, se muestra la ruptura con la estructura tradicional de un cuento de hadas. Ésta sucede cuando el autor inserta los personajes de una literatura infantil a una literatura para público adulto y/u omitiendo un final feliz. El ejemplo más claro con Vega Aguayo es el cuento “El Dragón de la princesa”, donde se le da un mayor protagonismo al dragón con su infinita tristeza. De esta manera la ruptura le cede el paso a: el amor/desamor, las crisis existenciales, la delincuencia, la pobreza material, el egoísmo y la muerte. Todo esto ocurre en espacios geográfico del estado de Colima, como Alcaraes, Quesería, Comala, El Tívoli, entre otros.

¿Qué es lo primero que levantas del suelo después de un terremoto?

 En palabras Llanes     I Una vez más México hace historia; otro 19 de septiembre que « retiembla en su centro la tierra al sonoro...