Friday, December 04, 2009

Y todavía hay más...


Vanessa en plena lectura.


Yo firmándole a Vanessa Bauche mi libro de Greguerías.


Vanessa Bauche y el buen Jaimico o Jaimenso, lo mismo da.


En el orden acostumbrado: Jaime "El loco" Velasco, Vanessa Bauche y Alejandra Mercado.

Una noche y un rapidín con Vanessa Bauche


Con la guapa actriz en su presentación en Colima


Alberto Llanes


I


Todo empezó como voy a contar.

Jaime Velasco (la gente creerá que somos jotos, amanerados o qué sé yo, porque me la paso hablando de él), pero nada de esto, es un entrañable amigo, un increíble maestro, un genio del teatro y del arte en general, un gran conversador, un loco consuetudinario y un tipo que conozco desde hace muchos años.
Además, yo estoy casado y a él le encantan las mujeres. Simplemente no podemos ser degenerados, y si lo fuéramos a quien le importaría. En fin.
Jaime Velasco llegó a mi oficina a eso de las tres de la tarde del viernes pasado. Me invitó a comer, bueno, cada quien (suponía yo) pagando su cuenta. Salimos de la Dirección General de Publicaciones con rumbo a Ah, qué nanishe! Él estaba necio con ir al cine a ver una película para ahora sí, desestrezarnos, quería ver El gato con botas. De hecho iba caracterizado como el gato con botas, con unas pinches botas que consiguió no sé dónde. A mí no me gusta muchote la historia de Perrault del gato con botas, pero bueno. Así es Jaime.
De pronto me acordé que no, simplemente no podría ir con Jaime Velasco a ver el famoso Gato con botas porque a eso de las seis de la tarde estaría en la plazoleta de la facultad de enfermería, trabajo social y letras, la actriz Vanessa Bauche leyendo algunos textos de escritores colimenses de la colección El rapidín dentro del programa Leo… luego existo. Así que El gato con botas sería para otra ocasión. Ir a comer sí podría, pero el gato con botas no, definitivamente no… en fin.
Entonces le dije a Jaime que tenía, por órdenes de muy muy arriba, que estar en el evento de la Bauche porque tendría la maravillosa labor de ser el fotógrafo de dicho evento. El pendejo de Jaime me dijo: “Baboso, pues yo voy a ir a ese evento”. Entonces le contesté, con toda amabilidad y educación: “Pendejo, entonces cómo quieres ir a ver el gato con botas, no nos va a alcanzar el tiempo, pendejo”. Recalqué. Y se echó una estruendosa carcajada muy al estilo Jaime Velasco y afirmó con la cabeza. En efecto, el tiempo no nos iba a alcanzar para ir a ver el mentado gato con botas.
Llegamos a Ah, qué Nanishe! como a eso de las cuatro de la tarde. Antes fuimos a sacar dinero del cajero, pasamos por nuestra amiga Lucy, quien nos llevó al famoso restorán y a las quinientas llegamos. No tengo que decir lo que comimos, pero sí diré que nos echamos yo un par de limonadas y Jaime dos roncitos del Appleton Jamaica.
Pagamos entonces la cuenta y salimos del restorán rumbo al centro, para comprar tabaco para nuestras pipas. Justo al salir, un par de putos (esos sí), estaban en la esquina del restorán. A mí se me hizo muy temprano para que estuvieran ahí, faltaban quince minutos para las cinco de la tarde. Jaime Velasco entonces les leyó, a los putos, un fragmento del texto de Dante Alighieri en Italiano. Obvio, estos cuates no sabían ni jota de Italiano y menos quién fue Dante, ni qué escribió. En fin.
Terminada su pendejada, Jaime les pidió dinero a los jotos que, sólo atinaron a decir que no traían y que no habían entendido nada y que no les había gustado la lectura y que Jaime parecía un pinche loco y que esto y que lo otro, pero tuvieron el descaro de grabarlo con un teléfono celular y de seguro, pronto veremos a Jaime con su ridículo atuendo en Youtube. Dimos entonces media vuelta y nos dirigimos al andador Constitución para comprar el famoso tabaco.
Llegamos al andador a eso de las cinco de la tarde luego de pasar a la casa de Coty Campos y tocar a su puerta estruendosamente y comprobar que en efecto, la actriz de Jesucristo Gómez no se encontraba en su casa.
La habana, lugar donde íbamos a comprar el famoso tabaco para nuestras pipas estaba cerrado. Abrían a las cinco de la tarde en punto, y bueno, tuvimos que esperar. Apenas y nos daba tiempo para tomar un taxi que nos llevara a la Universidad de Colima, pasar a la Dirección de Publicaciones, cerrar los programas, apagar mi máquina, tomar mis cosas y la cámara e ir al evento de Vanessa Bauche.
Mientras esperábamos a que La habana abriera, Jaime se quitó en plena calle las botas alegando que ya le habían cansado. Descalzo, fue a la tienda de artesanías del DIF que está justo abajito del estacionamiento de pisos en el andador Constitución. Luego de un rato salió pidiendo un peso y con huaraches nuevos.
—Qué pendejo estás, Jaime —le dije—.
—¿Porqué? —me preguntó—.
Y dándole el peso que pedía le contesté.
—No podías ir a comprar esos huaraches a un lugar donde te salieran un poco más baratos. Luego te andas quejando de que no tienes dinero ¿Cuánto te costaron?
Sacando de entre una bolsa de plástico me enseñó una nota de remisión que decía la cantidad. Doscientos cincuenta pesos por un par de huaraches.
Si yo sé que sufro de dinero porque no tengo una entrada fija, no me compraría unos huaraches de ese precio. Por la central vieja hay muchas huaracherías donde por mucho menos de eso, se compraría otro par de huaraches, suela de llanta que le pudieran servir mucho más y gastar mucho menos, pero bueno, así es Jaime y qué le vamos a hacer.
Le di el peso y se volvió a meter a la mentada tienda del DIF. Al poco rato salió de nueva cuenta, pidió un Capuccino en el café Larábica y se perdió otro rato. Eran entonces las cinco y diez minutos. Jaime me dejó ahí de nueva cuenta. El Capuccino que había pedido estaba listo, la chica me lo llevó y empecé a darle tragos. Luego de unos diez minutos regresó con otra bolsa, esta vez era negra y pequeña, de mangas pero pequeñita. Sacó entonces unos tabacos Cohiba, unos Romeo y Julieta para él; y un tabaco para pipa Flanders y una pipa para mí. Cosa que yo no ocupaba porque de hecho ya no fumo desde hace mucho tiempo, pero insisto, así es Jaime y qué se le va a hacer. Acepté sus regalos y de hecho, mientras escribo esto fumo de ese delicioso tabaco que Jaime me regaló.


II


A las cinco con veinte minutos. Luego de pagar por el Capuccino. Fuimos a la Madero para tomar un taxi e ir a la Universidad de Colima a donde se llevaría a cabo el evento de lectura de Vanessa Bauche. El taxista resultó ser fanático de música gruperrona (jajajaja). Jaime y yo nos fuimos, todo el camino, pincheándonos, pendejeándonos y puteándonos. Jaime le regaló al señor una dotación de tres tabacos Romeo y Julieta[1] (así es Jaime), el taxista prendió uno y le llegó el putazo, según nos dijo, a petate quemado. No tenía ni idea que eran, en realidad, habanos. Entre risa y risa llegamos a la Universidad de Colima.
Dieciocho pesos la dejada. Obvio, tuve que pagar yo, porque Jaime de lo que le dieron en la Secretaría de Cultura por su sueldo, ya casi no traía nada. Cabe decir que Lucy, en tanto nos llevaba al restorán para comer, le guardó a Jaime 500 pesos. Si no el pobre se hubiera chingado todo el dinero y vuelta de tuerca a no tener ni para comer.
El taxista prometió, fervientemente, ir a ver el espectáculo de Jaime Velasco, el unipersonal de Vengando a Pessoa. Bajamos del carricoche a eso de las cinco y media. En el ínterin, a la altura de Radio Universo, nos encontramos a Martín Aguilar y su esposa que me preguntaban sobre el evento de Vanessa Bauche, hora y lugar donde se llevaría a cabo. Luego de aclarar esos detalles con Martín, Jaime y yo fuimos a mi oficina y entonces proseguí a hacer todo lo que estaba pendiente y sobre todo, que no se me olvidara la cámara para tomar las fotos del evento.
Jaime se quejó con los compañeros del trabajo de que yo, ese día, lo había traído en chinga y que ni siquiera había aceptado ir con él a ver el chingado gato con botas que daban en MMCinemas. Cuando salí rumbo al evento de Vanessa, en el cubículo de recepción de la oficina, Paco me lanzó una mirada aterradora a consecuencia de todo lo que había dicho Jaime de mí (pero así es Jaime).
A las cinco con cuarenta y cinco minutos salimos (Jaime, Miguel, Inés y yo) con rumbo a la plazoleta de las facultades en mención para ver-oír la lectura de Vanessa Bauche. Al llegar, el lugar estaba repleto de jóvenes que no habían ido porque el evento, la lectura o la actriz les interesaran, sino porque podían (y esto es típico en esta clase de eventos) acreditar actividades culturales. ¡Bah!
Yo me sentía emocionado por ver y fotografiar a Vanessa. Jaime estaba en plena conversación con la Dra. Gloria Vergara, directora de nuestra facultad de letras. No sé qué tanto le decía pero creo que le quería regalar un libro (a ella que seguramente ha de tener todos los libros del mundo), y máxime de César Vallejo.
Obvio que la directora no lo aceptó. Jaime no se sintió mal por ello y dijo: “Soy un pendejo, verdad”. “¿Porqué?”, le pregunté. “Gloria ha de tener toda la colección de Vallejo y yo aquí, haciéndole a la mamada, al wey”. “Así es”, le contesté.
Pero bueno, ya he dicho hasta el cansancio que así es Jaime, el mismo que no va a su casa porque no tiene luz por exceso de pago y vive en un hotel donde tiene que pagar cien pesos la noche, en tanto que de luz debe nada más ochenta pesos. Sincero sería que pagara la luz, puesto que nada más son ochenta pesos y se dejara de gastar, como diario, cien pesos que paga por noche en un conocido hotel en el centro de la ciudad de Colima. Y ya lleva ocho noches así.
El mismo Jaime que es capaz de empeñar su lap-top por la ridícula cantidad de mil 300pesos cuando le costó 900 dólares y todavía, regalarle a esa misma chica de la lap-top su cámara digital de 200 dólares más y ni siquiera llevársela a…. En fin.


III


Al poco rato llegó Vanessa Bauche. El decorado, hay que decirlo, quedó muy padre, un escenario sencillo con un sillón rojo donde la actriz se sentaría a dar lectura a escritores colimotes y una pequeña mesa donde colocó sus cosas, una bonita lámpara por aquello de que ya empezaba a oscurecer y un micrófono era todo lo que componía el escenario.
La plazoleta famosa también se veía bastante bien. Con esos esquinales con mosaicos de colores, enchufes en esos esquineros para tu lap, y una palma en el centro de la explanada que estaba debajo de una estructura blanca que nos cubría del sol o del sereno, como en este caso, de la tarde que ya se empezaba a sentir.
Vanessa iba ataviada con un vestido pegadito al cuerpo con tonalidades entre café y beige, una chamarra de mezclilla, zapatillas también color café, una bolsa de mano y un portafolios de donde sacó la colección del Rapidín y una pequeña lap-top que a la distancia pude ver que era una Apple.
La chaparrita se subió al escenario. Saludó a la concurrencia que, repito, eran especialmente alumnos, y se aventó un rollito sobre la lectura, que es muy enriquecedora, muy vivificante y todo lo que ya sabemos pero que no más no ponemos en práctica. Y si lo hacemos a veces nos vale sorbete.
La gente estaba muy seria y se sentía, pero así es la gente de Colima y no es mala onda, sino que una personalidad del estilo de Vanessa Bauche pues siempre sí impone. Y más cuando se trata de adolescentes.
Entonces, la actriz de Amores perros comenzó con la lectura del primer cuento de la noche, ella misma aclaró que ese día iba a leer puros cuentos y que venía de un evento similar, pero en Zamora o no recuerdo con exactitud donde.
El sueño del rico y el sueño del pobre, del maestro Gregorio Torres Quintero abrió plaza, literalmente hablando. Otro comienzo no podía haber sido mejor. Sin duda alguna Torres Quintero es un reconocido colimense y con eso la Bauche se ganaría entonces a la gente. Pero la gente ni se inmutó, siguió entonces igual de seria que como cuando la Bauche se subió a ese escenario a dar rienda a la literatura colimota. Quizá pocos conocíamos bien a bien al maestro Torrres Quintero, y su trabajo, o pocos habíamos leído su obra. Insisto, el público era especialmente chavos del bachillerato o de las facultades aledañas y quizá por eso el ambiente era un tanto hostil. ¿Pero no se supone que los chavos son los que le dan verdadero ánimo a las cosas? En fin, estos estuvieron muy aplatanados ¿qué carajos le pasa a la juventud?
Vanessa leyó entre algunas risillas tímidas el cuento de Torres Quintero, que expone, a grande rasgos, el sueño de un señor rico y el de uno pobre, el pobre va con el rico y le dice que él, el rico, lo va a hacer igual de rico como él aunque no sabe cómo pero así será. Entonces el rico le dice que si a eso ha ido hasta con él ha perdido su tiempo porque dinero no da. En todo caso, él, el rico, también había tenido un sueño y no se había valido de eso para emprender un viaje tan largo como él lo había hecho.
Aquí el rico le contó al pobre su sueño. Y es justo donde la trama se pone buena, resulta que el rico soñó que en una casa que parecía abandonada, donde vivía un zapatero con su esposa, en el jardín de esa casona con las ventanas caídas, justo en el medio de dos duraznos viejos había enterrado un talego. Para más señas un cofre con mucho dinero. El pobre se llenó el rostro de luz y los ojos le brillaron, él era el zapatero que vivía justo en esa casona que describía el rico. Entonces éste le dijo, para terminar, “y vez, yo no he ido hasta tan lejos para comprobar ese sueño, yo no me muevo por cosas tan simples”. “Gracias don Manzano”, dijo el pobre y se retiró a su casa.
Al llegar fue directo con su mujer y le dijo el sueño del hacendado. Ambos se pusieron entonces manos a la obra y bueno, se hicieron ricos como bien había dicho don Manzano.
El público, con un aplauso también tímido ovacionó ese cuento del maestro Torres Quintero leído por la actriz Vanessa Bauche.
Prosiguió entonces con la lectura de otro texto más de esa misma colección, el turno fue para Guille Cuevas con otro cuento sobre sueños. Entre trastabillada (es decir, dejando ver que la actriz no había ensayado del todo bien ese texto), empezó a dar lectura al León perro.
Este cuento retrata el hecho de que un león se esconde bajo las parrillas de una estufa, propiedad de la maestra Guille Cuevas y resulta que ahí, en ese lugar calientito, tiene una camada de leoncitos perros más. En fin, todo es puro sueño, pero eso lo sabemos hasta el final del relato.
La gente entró como en un estado de sopor. Jaime estaba alegre y de cuando en cuando le veía las piernas a nuestra actriz. Me pidió entonces la cámara fotográfica y con habilidad de fotógrafo se puso a tomarle unas fotos bastante raras y es que quien sabe por qué, Jaime cree que ladeando la cámara un poco pueden resultar muy buenas tomas. Algunas sí, pero otras ni al caso, en fin.
Vanessa prosiguió con la lectura de Geneti generous, un cuento más de Guille Cuevas donde la autora narra un viaje por algunas de las calles principales de este bonito poblado, a bordo de una camioneta Jeep liberty, donde le suceden cosas como de película de ciencia ficción.
El público seguía igual, tieso, en un mutis total. Yo en calidad de fotógrafo me paseaba de un lado para el otro, de hecho, creo que le estropee una toma a un cuate de un canal de televisión, pero pues ni modo, así es esto. Además, estaba en mi territorio por si me la hacía de pedo, pero no pasó a mayores, sólo me echó un chiflido cuatrero y me dijo que la próxima que me atravesara, que me agachara. Total. En todo caso la culpa es de él por andarse moviendo a cada rato de lugar. Uno con la excitación de tener tan de cerca a la Bauche no se acuerda absolutamente de nada, ni de a quien se le atraviesa uno.


IV


Vanessa entonces quiso lanzar, como quien arroja una botella al mar, unos cuantos chascarridos, pero insisto, el público que le tocó era un tanto cuanto áspero, medio cabrón para entablar una charla amena. La actriz entonces lo notó y se puso mejor a leer. El siguiente texto fue el del Dr. Carlos Moisés Hernández Suárez, Signus-1. Al parecer, este relato sí lo había leído con anticipación puesto que le salió de maravilla, y a pesar de estar un poco extenso, mantuvo a la gente animada, hasta eso, y después de tres cuentos. En fin.
Dio paso entonces a leer un poco de poesía. La actriz dijo que si todavía estaban despiertos, a lo que el público dijo que sí. Entonces comentó que por qué estábamos tan serios y el baboso de Jaime se aventó una sonora carcajada, como sólo él sabe hacerlo y la actriz de los Amores perros concluyó, quiero creer, que seguíamos despiertos y que su lectura aún, por lo seco y ríspido del público, no nos había dormido.
Ya casi para anochecer la actriz dejó por la paz la lectura creyendo que había sido aburrida, pero para nada, bueno, al menos para mí no lo fue, ni para Jaime tampoco que seguía embelesado con la actriz viéndole quien sabe qué cosas. Así es Jaime, vuelvo a insistir.
Con una bonita ovación Vanessa Bauche empezó a meter sus cosas a sus respectivos portafolios y mochila. La Dra. Gloria Vergara le dio las gracias por su presencia en Colima y nos invitó a seguir la fiesta a la Pinacoteca, donde se iba a llevar a cabo una presentación o exposición pictórica.
Con timidez colimota me acerque a la actriz.
“Te faltó leer el más chido, Vanessa”, le dije estúpidamente. “No manches, cuál”, me preguntó, “El de las greguerías”, le contesté. “Ah, está bien chido”, me dijo. “A poco tú eres el autor”, agregó. “Así es”, le dije. De ahí empezamos a platicar largo y tendido.
Me reclamó que por qué no había dicho nada. Que ella a donde quiera que va pregunta primero si está el autor presente para hacer alguna dinámica o algo por el estilo. Y yo en la pendeja, sin decir nada. Le dije entonces que había escogido lo mejor de lo mejor de Colima y que pues yo me sentía alagado de que dijera eso de mi librito, pero tenía que leer a los que leyó. Y es que imaginemos: Torres Quintero, Guille Cuevas y Carlos Moisés, para qué quieren a un desconocido Alberto Llanes para hacerles sombra. Se echó entonces a reír mostrando unos dientes bien blancos y bien parejitos y se bajó del estrado y me dio mi libro. “Me lo tienes que firmar”, me dijo. Y se lo firmé, como no.
Luego vinieron las fotos, un abrazo, un beso y el cabrón de Jaime con toda su loquera y su estilo entre… a ver, mejor voy a describirlo: huaraches que en la punta decían colima, en los pies, además de los huaraches calcetines azules, pantalón de mezclilla azul medio deslavado, playera blanca que iba por dentro del pantalón azul, cinturón negro súper apretado, corbata también azul en una camisa (más bien playera) que no llevaba cuello, sombrero de paja y dos morrales, uno a cada lado, uno azul y otro blanco.
Y así pensaba el buen Jaime conquistar el corazón de Vanessa Bauche. Pero bueno, ¿ya dije que así es Jaime Velasco?


V


Optamos entonces por ir a la Pinacoteca a la inauguración de la muestra pictórica. Erika, quien trabaja en la dirección de arte y cultura de la Universidad de Colima nos dio un aventón a Jaime y a mí. Así que para allá fuimos. En un Chevy íbamos Jaime, Erika, Vanessa Bauche y un servidor, entre plática y plática llegamos al centro de la ciudad de Colima para el dichoso evento. Vanessa nos había dicho que venía bastante cansada así que nada más sería un rato, después iríamos a cenar y de ahí a su hotel porque su vuelo salía a las siete de la mañana, obvio, tenía que estar en el aeropuerto a las seis y media.
En el recinto, Jaime siguió con su pinche loquera a todo lo que daba, rápido dio cuenta de unas copas de vino tinto y unos canapés, en tanto el resto de los mortales hacíamos lo que el resto de los mortales estaba haciendo, apreciar la expo. En eso sonó mi teléfono. Era mi mujer. Le dije que si quería ir a cenar con Jaime, Vanessa Bauche y una banda más, incluyendo al “Tapiro” que nos encontramos justo al llegar al Beaterio, estacionando su móvil en un lugar, hay que decirlo, que mordía raya amarilla. Mi mujer dijo que sí, que ella llegaba a la Pina y de que de ahí nos íbamos a cenar.
En el evento a Vanessa la ubicaron algunos alumnos que le pidieron su autógrafo, así que la velada, en la Pinacoteca se extendió más de la cuenta. Yo veía que Vanessa se caía de cansancio pero aún así aguantó las pendejadas que estaba haciendo Jaime y su pinche impertinencia, pero así es Jaime Velasco.


VI


Alrededor de las diez de la noche nos dispusimos a cenar todos juntos en las sombrillas que están a las afueras del hotel Ceballos, hotel en el que estaba hospedada nuestra guapa actriz. Era una mesa muy grande, es decir, varias juntas. Estaban, por orden de aparición: Vanessa Bauche, Jaime Velasco, Sergio “Tapiro”, Erika y un grupo de cuatro o cinco chavos que trabajan con ella, en la dirección de arte, posteriormente llegó mi esposa y quedamos entonces listos para degustar una buena cena.
Pasamos una velada increíble, aunque poco pudimos hablar con la actriz gracias al desmadre que traía Jaime Velasco, que se convirtió, sin ser nadie más que Jaime, el centro de atención. Y aun así Vanessa tuvo que soportar todo eso a pesar de verse bien cansada. Lo único que siento es que Vanessa conoció muy poco de Colima y sus lugares, su gente, pero sin duda, en una noche, conoció al tipo más locuaz del teatro de por estos lares, el buen Jaime Velasco.
Luego de la cena vino otra sesión de fotos, donde todos aprovechamos para salir a lado de la actriz, mi esposa Alejandra, Jaime, “Tapiro”, Erika y todos todos juntos disfrutando de esa noche y la presencia de una excelente actriz como lo es Vanessa Bauche. ¿Ya dije que así es Jaime Velasco de extraño? Sólo espero que a nuestra guapa actriz le queden ganas de volver a esta tierra para que conozca bien a bien cómo es en realidad su gente y todo lo demás…

[1] Fundada por Alvarez y García en 1875, Romeo y Julieta comenzó a desarrollarse en 1903 cuando fue adquirida por "Pepín" Fernández Rodríguez. Este Habano, ofrece un amplio abanico de posibilidades, con vitolas que van de fortalezas medias hasta fuertes. En estos Habanos el fumador encuentra la plenitud, un aroma peculiar exquisito y un sabor que satisface.

Vannesa Bauche







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