Saturday, August 31, 2019

Dibujando el surrealismo o entonces también nosotros somos animales: Un viaje por la vida de Leonora Carrington y algo más


Café exprés
Dibujando el surrealismo o entonces también nosotros somos animales:
Un viaje por la vida de Leonora Carrington y algo más


I
Vamos a arrancar como supongo es lo correcto, por el inicio; al igual que a Leonora Carrington a mí también me gusta ir a contracorriente de las cosas que están establecidas y siempre ha sido así.
No tengo palabras para definir la historia que nos presenta esta noche el maestro Bernabé Alatorre, quizás la que más se acerca sea que el texto que vamos a comentar esta noche sea una novela, pero puede ser también un buen cuento «aunque al calce, en el interior del documento, el maestro Bernabé agrega ciertos testimonios muy interesantes y de viva voz de la artista en mención», lo que lleva a que el libro me dé otra impresión y piense en él como que es un documento testimonial, pero en otro momento podría definirlo como una biografía o una historia para niños «como las escritas por Michael Ende y por Roald Dahl» pero que también está abierto para los adultos y que disfruten ambos; podría ser también una biografía novelada, o una sucesión de recuerdos fantásticos, por qué no pensar en un guión para la continuación o el comienzo de una saga de películas como la de Toy Story pero con los personajes creados por la artista nacida en Chorley, en el condado de Lancashire, en Inglaterra el 6 de abril de 1917 «contó la artista con la bondad del siete tema que abordaré más adelante»; por momentos me preguntaba si en realidad los hechos, esos hechos que narra con mucha maestría el autor de Chorley, se sucedieron de esa exacta manera en la vida real de Leonora, porque el documento también da para un crónica imaginaria al estilo de Juan Villoro, o una crónica novelada; aunque Jorge Volpi también haga de una novela un ensayo y viceversa. Todo esto puede ser Chorley, sin duda.
Sin embargo, entendiendo el carácter rebelde y contradictorio de la pintora, escultora y escritora Leonora Carrington, terminé por dejar este pensamiento de lado y de preguntarme si esos hechos ocurrieron de esa exacta manera o como están narrados dentro de Chorley y me dispuse a disfrutar de su lectura. Simplemente. Además la idea de Leonora era ir en contra de lo establecido. E iremos en contra de lo establecido como marcan los cánones.
Antes de proseguir debo confesar que con el maestro Bernabé Alatorre he aprendido de dos cosas, sobre los títulos de sus obras y sobre Leonora Carrington, Sir Edward James y de surrealismo. Me formé en una escuela netamente artística, el Centro de Educación Artística Juan Rulfo, aquí, en Colima, así que siento que no estoy tan perdido en el tema del surrealismo, lo estudiamos «en realidad siempre lo sigo estudiando de cuando en cuando o algunos temas, o libros, como el de esta noche, me hacen regresar a él» y descubrí autores y autoras maravillosos, artistas que hicieron del surrealismo lo que es, tanto en pintura, danza, cine, música, literatura, etcétera. Sin embargo, debo confesarlo aquí y ahora, mi artista favorito y mi corriente favorita es Vincent Van Gogh y el impresionismo; así que leí con mucha pasión, en aquellos años, una biografía maravillosa escrita por Irving Stone titulada Anhelo de vivir, donde retrata profundamente la vida del pintor holandés del que se siguen diciendo muchísimas cosas a casi ciento treinta años de su muerte.
Mi pasión continuó y conocí, en otra novela, otra vida llena de altibajos, me refiero a la vida del pintor Henri Toulouse-Lautrec, la novela que leí con la misma pasión con que leí la vida de Van Gogh «y que son un par de libros que tengo en casa, por cierto», se llama precisamente Moulin Rouge escrita magistralmente por Piere La Mure.
Hoy, puedo decir que con Chorley, me he adentrado a la vida impresionantemente surrealista «las dos corrientes juntas impresionismo y surrealismo» de la vida de la escultora Leonora Carrington desde sus inicios con esas: «Chimeneas góticas en las fábricas textiles en Chorley, Lancashire que, misteriosamente, el día del nacimiento de Leonora, lanzaron humo con lengüetas de colores fosforescentes y muy psicodélicos, formando figuras surrealistas». Así de paradójica es la vida.
Decía que con Bernabé Alatorre conocí y he aprendido también por el nombre que le da a sus obras, porque recientemente presentamos su libro titulado: Seclusia, una obra también difícil de catalogar porque puede entrar en las mismas categorías ya descritas líneas arriba.
Seclusia significa un lugar apartado de la sociedad, este nombre el maestro Bernabé lo sacó, si no mal tengo el dato de un texto de Irene Herner y ahí algo hizo clic y se quedó como título para la obra que narra las vivencias de otro ente surrealista, exótico y millonario Sir Edward James.
Seclusia y Chorley no están del todo alejados uno del otro, en uno aprendí, porque era bastante neófito en el tema sobre el ya citado Sir Edward James, un tipo excéntrico, mecenas, millonario, poeta, surrealista, pintor, escultor que, lleno de surrealismo decide, enamorado de un lugar en la huasteca conocido como Xilitla, en nuestro país, decide, ahí, construir un jardín surrealista en Las Pozas, Xilitla, en San Luis Potosí. Edward James también fue tocado por la benevolencia del número siete, nació el 16 de agosto «sumados el seis y el uno dan siete» de 1907 y falleció el 2 de diciembre de 1984 «a los 77 años, doble siete como se dice en el juego de azar». Pues con Seclusia aprendí sobre Edward James del que sí, había oído hablar, sabía obviamente del jardín, pero no conocía su vida a fondo. Gracias por ello.


II
La escritora mexicana Elena Poniatowska tiene una biografía muy completa y extensa de la vida y obra de una de sus contemporáneas, Poniatowska todavía vive, pero compartieron el mismo tiempo y espacio: Leonora y Elena, la obra se llama simplemente así: Leonora y, como en los libros Anhelo de vivir y Moulin Rouge, Elena pinta apasionadamente: «que es como se tienen que hacer las cosas» la vida todavía más apasionante de la artista Leonora Carrington: «libro lo compré hace unos tres años y disfruté de su lectura».
Bernabé Alatorre y Elena Poniatowska coinciden en llamar a Leonora, más bien, en definir a la artista como una mujer de carácter fuerte, rebelde, liberal, impositiva y que se oponía a las reglas o rutinas familiares transmitidas por generaciones aristocráticas, esto, obviamente, le trajo un sinnúmero de conflictos, sobre todo, con su padre.
Por ello, Leonora, desde pequeña, a la edad de ocho años, comenzó a hacer sus bocetos o primeros dibujos, retratando la inconformidad que sentía contra la sociedad, rígida, inglesa y empezó a romper con lo establecido. Tan rebelde era que hay un testimonio que recupera el maestro Bernabé Alatorre que dice: «tan desesperada soy… que nací tres meses y un día antes de la fecha que debí haber nacido». Este es un testimoniazo que, a mí como lector, me estremeció sobremanera por lo impactante de la premura y, sobre todo, porque tiene un porqué, sencillamente.
                Dije que más adelante iba a hablar de la bondad y benevolencia del número siete en la vida de Leonora y se ha llegado ese momento, ya di algunos datos sobre este signo inequívoco del siete en Edward James, pero en Leonora los datos son impresionantes:
                En distintas culturas «los Caldeos, Babilonios, Griegos, Egipcios, Chinos, Hindúes, Mayas, Aztecas, Incas, Celtas etcétera» el número siete es cabalístico y es el número de la perfección, el día que Dios descansó del trabajo de la creación y, sobre todo, es el número de la vida como representación de la supervivencia de los nacidos con siete meses de gestación.  
                Resulta que, no sé si cosa curiosa o bien pensado por el autor, que está aquí para que nos diga y/o aclare esto o de plano que sea cosa del diablo, pero resulta que en el capítulo siete «coincidencia o destino» del libro Chorley que estamos presentando y comentando esta noche, se desata toda esta reacción en cadena, efecto dominó o como le quieran llamar del número siete. De entrada su nombre: Leonora, compuesto de siete letras; nace el 6 de abril «ahí me falló en número y mes», pero no nos falló en el año 1917, nació en Chorley, Lancashire, la palabra Chorley que es el lugar de su nacimiento y el nombre de este libro lo forman siete letras, fallece el 25 de mayo de 2011 «aquí no me falla en día porque sumados el 25 dan siete, pero sí me sigue fallando en el mes, mayo es el quinto y ni se diga en el año 2011 que no da nada». Aunque en alguna parte del libro, página cien para ser más preciso, cuando los personajes de Carrington están entrevistando a Carrington: «por eso hice mención de esa especie de Toy Story donde los juguetes cobran vida, así con los personajes de la pintora, ya me veo a mí mismo entrevistado por mis propios personajes, esto es surrealismo puro», el Gato sin botas le pregunta a Leonora: «¿Cuándo debió haber nacido?». Leonora le responde sin tapujos lo siguiente: «El día elegido, según mi horóscopo, mi nacimiento debió haber sido un día como hoy, siete de julio «ahora sí, día y mes correctos». Y, por si fuera poco, a las siete de la mañana. Nací en 1917, por lo tanto estamos celebrando mis 77 años». Así de genial como así de geniales son este tipo de personalidades. Pero dijera Raúl Velasco, aún hay más, en el capítulo siete del siete veces Chorley por sus letras, aparecen siete personajes de la obra de Leonora que enumero a continuación: «1) El gato sin botas, 2) Gato de la noche, 3) Gatos, 4) Dos Gatos, 5)Tres Gatos, 6) Perro y Gato y 7) Gorro caliente para esquiar. Uno de los gatos de Leonora se llama Marmeen, con doble e, la palabra está formada por siete letras M-a-r-m-e-e-n el significado de la palabra es marmota en luxemburgués, marmota consta, también, de siete palabras. A todo esto el gato maúlla Miauuuu con la mia y cuatro us, formando también, siete letras y vuelvo a citar la novela: «Vaya, vaya, hasta maúllas más largo, segura estoy de que estás pensando en tu nombre», dice Leonora. En 1942 Leonora llega a México, la fecha, sumada, da 16 y sumados a su vez el uno y el seis, nos da otra vez siete, su primer amor fue Max Engels a quien conoció en 1937 cuando él tenía, sí, 47 años. Su entrañable amiga Elena (así como la Poniatowska) sabía que a Leonora le gustaban los gatos, por eso le regaló uno para su cumpleaños número 70, esto en el año de 1987. Se dice que los gatos tienen siete vidas, aunque hay otras culturas y creencias que dicen que en realidad tienen nueve, «nosotros vamos a quedarnos con la idea del siete porque somos unos románticos empedernidos y punto». En 1947 nació su hijo Pablo y Emerico Weisz, esposo de Leonora, falleció en 2007. En otro pedazo de testimonio Leonora dice esto: «La gente mayor de siete años o menor de setenta no es de confiar, a menos que sean gatos, nunca está de más ser cuidadoso».
                Como podemos ver a Leonora le gustaban los gatos y podría enumerar a siete personajes famosos que gustaban de los gatos tanto como Leonora, para seguir la tradición del siete: Juan García Ponce, Elena Garro, Carlos Monsiváis, Juan Villoro, Elena Poniatowska, Frida Khalo y Octavio Paz. La lista podría ser de siete pintores, aquí sólo menciono personajes mexicanos.


III
Para finalizar y no menos importante, agradezco al maestro Bernabé Alatorre esta invitación a presentar Chorley, volver a compartir el tiempo y el espacio y hacerlo con mi querido amigo y maestro Melquiades Durán, y que nos haya metido de manera impresionante a la impresionante obra y vida de una pintora sin igual como lo fue, sin duda, alguna Leonora Carrington; hace poco en el Museo Regional de Historia de Colima, estuvo, por espacio de un mes por la premura de llevarla a otro lado, montada la exposición de algunas de las piezas de Leonora bajo el nombre de: Las posibilidades de los sueños, un evento que no podría haberme perdido menos estando las obras en el bello Colima.
                Quienes asistimos vimos el mundo desde la perspectiva del que Leonora lo veía, con esos seres sacados como de los sueños más surrealistas jamás soñados. Chorley nos lleva a viajar por esos entramados de la mente de la pintora que vivió a plenitud como quiso vivir, que encontró en México «un país bastante surrealista a decir verdad» un paraíso donde realizar su sueño en plena libertad, que es en realidad lo que ella quería, ser libre. Donde vemos que los personajes creados por la autora salen de los cuadros a formar grupos, cuadrillas y recrear su misma historia, en tanto la pintora cae desvanecida de sueño y al otro día todo vuelve a la normalidad.
                Chorley es un el descubrimiento de vida real y surreal de una personalidad como la de Leonora, hallo en el documento dos o tres cabos bien amarrados donde la historia embona perfectamente y me agrada sobremanera que tenga la particularidad de empezar de la misma manera y que termina igual, con el mismo acto donde, repito y cito finalmente: «donde las chimeneas de las industrias de Chorley sacaban lengüetas de humo de muchos colores con figuras surrealistas».

Una alineación no titular o las once leyendas que no


Café exprés



Dice Juan Villoro que en la vida se puede cambiar de todo «religión, creencia y/o afiliación política, sexo, pareja, se puede cambiar de nombre, incluso hasta de género», y agrega el laureado autor de títulos como: Los once de la tribu, Dios es redondo, Balón dividido, La cancha de los deseos y Las golosinas secretas, entre otros muchos más, que de lo único que uno no puede cambiar en la vida es… sí, de equipo de futbol. Ya se viera al verdadero hincha de Ame ahora siendo chiva porque el Horrorible Peralta juega ahora para el rebaño sagrado.
                Sin embargo, le tengo noticias a Juan, que podrían ser muy malas, yo sí pude cambiar de equipo de futbol y él debería de hacer lo mismo, porque eso de irle a los Rayos del Necaxa (hoy terriblemente conocidos como hidro rayos que nada tienen que ver con aquellos rayos de la década de los noventa con Alex Aguinaga, Nicolás Navarro, Efraín Cuchillo Herrera, Sergio El ratón Zárate, Ricardo Peláez, Ivo Bassay, Luis El matador Hernández, Vilches y Becerril etcétera es tan sufrible o más, en estos días, como irle al Atlas o, peor aún, al Frustazul.
                Cambié de equipo por la razonable cuestión de dignidad. Me explico. La dinastía Llanes y familias circunvecinas se caracterizan por tener un gran defecto, bueno, tenemos más y enlisto: ser mamones, tener un carácter irascible en ocasiones, ser a veces insoportables pero nada grave, lo más grave de la dinastía Llanes es irle al detestable Club América. Mi hermano es #Ame de, digámoslo así, hueso azul crema y ni modo, es la familia y la familia es lo único que no se elige en esta vida. Todo lo demás tenemos la opción de elegirlo.  
                Como buena oveja negra de la familia, aquél que estudió letras y cambió de equipo de futbol, como buen ya no sé si buen o mal chilango «porque ahora me siento y soy más o igual colimote que el pozole seco o los sopitos», mi equipo adorado en mi época de niño eran los Coyotes Neza, equipo que yo veía entrenar en el parque de los Coyotes cuando acompañaba a mi tío Ricardo Castillo «sí, como el poeta de Guadalajara» a hacer ejercicio al sitio mencionado. No creo haberlo soñado y si lo soñé, fue un maravilloso sueño, pero eran los Coyotes Neza, mi tío me lo dijo.
                Vivíamos a escasos veinte, treinta minutos del estadio Azteca, mi sueño, como el de todo niño, era ir al estadio a ver a mi equipo favorito, sí, por algunos años le fui al América, cuando no se hacían decir el Ame y eran un América de verdad con: Zelada/Adrián Chávez, Cristóbal Ortega, El capitán furia Alfredo Tena, Naranjo, Farfán, Manzo, Carlos Hermosillo, Eduardo Antonio dos Santos Edú, Aguirre, Brailowsky, Antonio Carlos Santos, Cecilio de los Santos, Zague y las águilas negras Kalusha Bwalya y François Omam-Biyik, posterior vino el defensor del quinto sol Cuauhtémoc Blanco (quizá la última gran figura de los azulcremas). Por aquellos ayeres un América contra Chivas sí era un clásico de verdad, se notaba rivalidad y el ambiente futbolero, ahora son payasadas y que me perdonen los fanáticos de cada uno de los equipos, pero son payasadas.
                A los Coyotes Neza nunca los pude ver en un estadio de futbol, sólo en los entrenamientos cuando íbamos hacer ejercicio mi tío y yo (quizá esto sea sólo una historia borrosa, un sueño, pero yo veía a los Coyotes Neza). Mucho tiempo después y ahora que leí el libro de mi querido amigo Damián coma Marco, rememoré a mis amados Toros Neza.
No sé qué encanto tiene Neza conmigo o yo con él, que el cuadro comandado por Tony El turco Mohamed me atrapó (tan me atrapó que dejé de irle al América); por aquellos años se dio una rivalidad interesante un, podríamos llamarle clásico taurino entre los Toros del Atlético Celaya contra Los Toros Neza, en aquellos ayeres Celaya traía a Butragueño y a Hugo Sánchez (ya en el ocaso de su carrera ambos) Y Neza traía un trabuco con Lussenhoff, Mohamed, Pablo Larios, Memo Vázquez, Javier Saavedra (que bien podría formar parte de la banca de estos jugadores que narra Marco), Humberto Romero Romerito, Germán Arangio, Rodrigo Pony Ruiz y Nielson, luego vendría Vilallonga.
                El problema de todo esto venía cuando se enfrentaban América contra Chivas, el único equipo que detesto es al Rebaño sagrado, ni modo, entonces tenía que irle al América, pero qué bueno que llegó a mi vida el Toros Neza, aunque qué malo, porque en una final las pinches Chivas con Gustavo El gusano Nápoles en la delantera del rebaño, hizo trizas a mis bureles queridos. Para odiar más al chiverio, ni modo. Esa final quedó 6-1, así era con Neza o goleaban o los goleaban.
                No porque esté aquí, ni porque me haya invitado y me sienta comprometido diré lo siguiente pero… disfruté enormemente la lectura del libro de Marco. Cuando me hizo el favor de darle raite al documento a mi oficina y unos gendarmes que en realidad no gendarman nada «como dijera en un poema Juan Gelman» le impidieron el paso; tuve entonces que salir y, como gacela Thompson, más bien y a estas alturas del partido como Mohamón, salí del campus y encontrarme con el preciado tesoro.
                Qué bueno que el documento habla de las no estrellas de los años noventa, la mayoría, porque si el libro fuera de las no estrellas de estos tiempos, la verdad es que no habría sabido de qué escribir y es que, en materia de futbol actualmente me siento descanchado, por decirle de una forma futbolera, estoy totalmente fuera de ritmo y demás, hace tiempo que no veo futbol, lo he cambiado, en realidad siempre lo he cambiado por el futbol americano, pero en aquellos años sí veía un poco más.
                Luego que el legendario Toros Neza desapareciera, y luego de ver a mi héroe, mi ídolo Antonio El turco Mohamed vistiendo la playera del América para algunos partidos amistosos o de torneo, no lo recuerdo bien, tuve que hacerme de otro equipo y, repito, el Estado de México siempre ha estado ahí para salvarme «incluyendo en el futbol americano ya que soy fanático en la Onefa de los Potros salvajes del Estado de México», puse entonces mis ojos en los Diablos rojos del Toluca, ya comandado por el diablo mayor José Saturnino Cardozo. Entonces que me disculpe Juan Villoro, pero sí he cambiado de equipo de futbol, de futbol soccer porque de americano sigo siendo fiel seguidor de los Cowboys aunque mal paguen.
                En el libro vamos a encontrar la vida de once jugadores de futbol que llegaron al máximo circuito que es la liga MX, pero en ocasiones llegar no es todo, lo importante, dice una canción del Tri, no es estar arriba, sino quedarse ahí toda la vida, pero es difícil, difícil poderlo hacer. Hay historias increíbles de personajes que llegaron al máximo circuito siendo rectores cuando tenían 44 años de edad, claro, esto sólo puede pasar en México donde el nepotismo, el favoritismo y las influencias valen más que las ganas y el pundonor.
                Once historias que nos dicen que la vida del futbolista no es todo farándula, show, entretenimiento, Pedro Pineda (a quien prácticamente no recordaba de no haber sido por la lectura de este libro) es un caso de buen futbol que llegó incluso a Europa, pero que ahora trabaja en un tugurio de Neza donde es el rey de la noche. Rudo y cursi, la película protagonizada por Gael García (y su eterno romance con la cámara) y Diego Luna bien podría verse reflejada en cualquiera de estas historias y muchas más que habrá del futbol. Gente que sale del mero barrio, del anonimato, muchos que se quedan en el camino y otros que encuentran un futuro más promisorio.
                Salvador Carmona y Aarón Galindo son un caso extraordinario en el futbol, cuando sus carreras están más en lo alto… un conducta antideportiva (consumo de algunos esteroides y sustancias prohibidas terminaron con sus carreras), sobre todo con Chava Carmona aunque la Federación, siento y leo, tuvo algunas cosas turbias que ver en este caso.
                Veremos la historia de Abdul Thompson el seis noventa que dejó el futbol para hacer radio. La historia trágica de Edgar Arturo García de Dios que terminó su carrera deportiva siendo taxista y posterior terminó hallado muerto con siete impactos de bala. En este listado pudo haber entrado fácilmente la vida de César Andrade quien sufrió en 1999 un trágico accidente que le costó perder la pierda derecha luego de ir a tomar unos tragos con sus amigos… y qué me dicen del caso Cabañas, otra historia que podría ser fácilmente parte del segundo tomo de Los otros once que tampoco. Historias que han quedado truncadas cuando sus protagonistas estaban en el mero centro, en lo más alto de la cúspide.
                Recuerdo, siguiendo con mi fanatismo por el Toros Neza cuando José Ricardo Gama de Oliveira mejor conocido como Bebeto llegó al equipo burel a terminar su brillante carrera futbolística y se fue de ahí a los pocos meses de haber llegado porque en ese poco tiempo, en el barrio bravo de Neza, el astro brasileño sufrió un asalto y por aquellos ayeres hubo un terremoto, Bebeto confesó para ESPN que quedó poquito asustado y se fue de ahí.
                Fue en México donde el reconocido técnico (ahora) y jugador (antes) Josep Guardiola i Sala, mejor conocido como Pep Guardiola que dirigió tremendamente al Barcelona y ahora se haya dirigiendo al Manchester City, decidió para retirarse del futbol como jugador, lo hizo en el ya descendido (otra vez) club deportivo Dorados de Sinaloa, así las cosas y las historias del futbol en nuestro país.
                Los once que no es un libro imperdible para el fanático del deporte, para el futbolero por excelencia, para quien le guste saber de datos y, sobre todo, de datos precisos y extraños y datos que nadie más da. Es un libro que se disfruta de cabo a rabo y que los fanáticos, pero no sólo los fanáticos sino quienes quieren aprender sobre el futbol deben leer y seguro estoy que gozarán como lo he gozado yo.
Y, para finalizar, voy a enumerar a los once futbolistas que forman parte de esta alineación no titular. Yo sólo les conté un par o tres historias y eso sí a grosso modo, debo decir también que el libro tiene un plus, está maravillosamente narrado y nos pinta la época perfectamente cuando nombra en una crónica a Bibi Gaytán, Ricky Martin, Eduardo Capetillo y demás, cuando eran parte de un grupo llamado: Muñecos de papel, de donde nuestra ex primera dama Angélica Rivera era parte. Repito, así las cosas y las historias que al parecer sólo pueden suceder en nuestro país.
                Los enlistados, pues, son: Filiberto Fulgencio (el rey de la cacofonía), Pedro Pineda (no se queda atrás, cacofónico también), Nidelson da Silva Melo (que en México, siempre le cambiaban el nombre porque el orden de los factores no altera el producto), Edgar García de Dios (el chofer acribillado), Roberto Andrade, Raúl Martínez Sambulá (quien ostentó por muchos años en México el gol más largo o de mayor distancia), Alejandro Arredondo (el piojito por su parentesco con el piojo Miguel Herrera que no nombré en la alineación del Neza porque ahora ya me cae como se ve, gordo), Salvador Carmona y Aarón Galindo (los apestados de la federación), Eduardo Cisneros Manrique (mejor conocido por fallar un penal contra el América en aquella final de época América versus Chivas el 10 de junio de 1984, el penal lo para Héctor Miguel Zelada), siguen en la alineación Carlos Alberto Carrillo Higareda (a quien apodaban Pelé) y cierra en la punta, en todo lo alto Abdul La gacela Thompson (que, como lo dije, cambió los tacos por el micrófono).
                Podría decir la posición de cada uno de los jugadores, pero esta presentación se alargaría más de lo que ya se alargó y además, no soy ni el Ojitos meza, ni el Bigotón Lavolpe, mucho menos Tuca Ferreti y ni al caso Tomás Boy o el Rey Midas Víctor Manuel Vucetich que ellos sí tienen madera de ser estrategas, yo, yo no dirijo ni mi propia vida, punto.

Friday, August 16, 2019

Ianis Guerrero o Juan y Vanesa


Café exprés



Retomando esta columna luego de algunos días de vacaciones y del regreso a clases, voy a hablar del día nacional del cine mexicano y de algo que nunca sospeché que podría pasarme.
                Resulta que para celebrar el día nacional del cine mexicano en el Museo Regional de Historia de Colima en conjunto con IMCINE (Instituto Mexicano de Cinematografía) y la Universidad de Colima se están llevando a cabo una serie de proyecciones de películas mexicanas (la cartelera se puede ver en www.imcine.gob.mx).
El día de ayer se proyectó la cinta escrita y dirigida por Ianis Guerrero titulada Juan y Vanesa. No sé qué tanto, en Colima, pueda decirnos el nombre de Ianis Guerrero (debo confesar que cuando me dijeron su nombre ya lo había oído, leído en algún lado, pero no estaba del todo seguro). Ianis es, entre otras cosas actor, y lo que nunca imaginé es que lo fuera a conocer y no sólo eso, sino a convivir con él y coincidir.
Debo aceptar que jamás había convivido con alguien a quien le pidieron fotografías y autógrafos o que reconocieran en la calle (debo decir también, que él siempre estuvo dispuesto a ceder ante la petición de sus fans), es el precio de la fama… pensé.
                Soy fanático in extremis de la serie de televisión de Netflix llamada Club de cuervos, y resulta que Ianis Guerrero interpreta, en ese serial televisivo a Moisés, sí, uno de los jugadores del club de futbol. Su actuación es vital porque es un delantero que a veces hace la función de un medio volante férreo y por ahí, en algún episodio y cuando Chava Iglesias tiene al equipo casi casi en la bancarrota, Ianis o, mejor dicho, Moisés, decide cambiarse de club por lo que lo toman por traidor y no sale muy bien con Chava ni con los Iglesias en general.
                Ianis no sólo ha trabajado en esa producción, estuvo en la película más taquillera del cine mexicano titulada Nosotros los nobles en el papel de Lucho, sí, ese que va empujando en un diablito a mi todavía novia Karla Souza; lo hemos visto también en el cine en películas como: A la mala, ¿Quién es Samantha?, Bala mordida, Morenita y Casi divas; en televisión ha aparecido en Doña flor y sus dos maridos, La balada de Hugo Sánchez, Blue Demon, Un camino hacia el destino, La patrona, Capadocia, entre otras.
                Lo que me sucedió sin pensarlo y casi casi sin querer queriendo, fue verme reflejado en el otro (en Ianis) porque platicamos de historias, de cómo surgen, cómo contarlas, del lenguaje literario y el lenguaje cinematográfico y compartimos unas buenas cervezas al calor de una cuachala de súper mega lujo preparada por nuestro buen amigo Christian Peña en su conocido bar San Cayetano (un sitio que, a propósito de nuestros temas, tiene muchísima historia, sólo falta que alguien se atreva a contar todo lo que se vivió en su interior, Christian Peña, dueño de este bar-restaurante, cuenta las anécdotas con mucha pasión, ahí está otro plus para visitar el lugar). Conocí pues, el lado humado de una persona que había visto a través de la pantalla de televisión, ya sea por medio de series o películas.

Juan y Vanesa
Esta cinta es la ópera prima de nuestro buen invitado. Una historia de amor, de encuentro pero también de desencuentro, de esas novelas de camino o historias que tienen como eje la carretera (la música debe ser la adecuada para viajar y creo que, en este caso, la música de la película Juan y Vanesa es increíble y a lo que me dijo el propio Ianis, toda es o fue original).
No les quiero ni les voy a contar la historia de la película porque lo mejor es que cada quien la vea e interprete según la recepción de cada uno de los espectadores. Cada quién recibe, en el momento especial de su vida, la cinta o la historia y lo que sucede en ella.
                Ianis, luego de la proyección de su filme respondió preguntas que el público le formulaba en torno a su percepción de la película. La sala del cine universitario lució a medio llenar; quienes no asistieron, se perdieron de una muy buena historia, de una muy buena película que fue realizada con muy poco presupuesto y sin ningún tipo de apoyo por parte de ninguna institución; factor que nos habla de la pasión de Ianis por contar una historia, y una muy buena historia; digo, porque a final de cuentas uno lee un libro o ve una serie o película, obra de teatro… para conocer una historia y desentrañar lo que hay en ella.
                El personaje de Juan está interpretado de muy buena forma por el actor Fabián Robles que hace de un camionero de entre 35 o 40 años que quiere rehacer su vida maltrechamente vivida, pero, en el camino (como esa novela de Jack Kerouac), se topa de frente con el desenfreno, Vanesa, Vanesa o Daniela Díaz como es su nombre en la vida real de la película, porque ese personaje en realidad lo interpreta la actriz Karen Martí, quien es una chica de entre 15 y 18 años que está escapando de todo, incluso de ella misma.
El encontronazo es directo y sincero, salen chispas y su explosión y misterio es inminente. La película hace que te vayas respondiendo ciertas interrogantes que pueden ser como tú las piensas o no. El filme siempre está dando giros o cambios y eso es sumamente interesante.
                Las historias se repiten y se suceden, Lolita, Luna caliente, La uruguaya y aquí bien cabría mencionar a Juan y Vanesa, todas las historias nos cuentan vidas desde puntos de vista diferente, desde diversas perspectivas, lo que nos hace, indudablemente, humanos.
Lo que relaciona las historias que recién acabo de mencionar, es que todas tienen como hilo conductor a una Lolita en ciernes que, como dice aquella vieja canción, nos va enredado entre sus redes, hasta quedar, prácticamente y casi casi sin quererlo, preso entre las redes de un poema (o de una Lolita).
                Recomiendo ampliamente que la gente que no fue al Museo Regional de Historia a ver la película de Ianis Guerrero aprovechen la plataforma de Amazon para verla, porque ahí la pueden encontrar.
En esta era digital y con este tipo de plataformas, cada uno de nosotros elegimos el contenido que queremos ver, leer o escuchar y disfrutar. Ya no dependemos para nada de lo que nos puede regalar la televisión que, podría decirlo, ha pasado de moda y oferta, de un tiempo a la fecha, pura mierda.
                Gracias Ianis Guerrero por tu visita a Colima, por tu humildad y por dejarnos conocer ese lado humano que, en tiempos como los que vivimos en la actualidad, hace mucha falta.
Espero que mi libro quede o llegue a manos de Karla Souza para que se dé otro encontronazo y que la vida siga girando para llegue a su forma circular u original.            
               
                  




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