Café exprés
Estamos viviendo una situación
inédita, sin duda. Que yo recuerde, jamás había vivido una situación de
aislamiento social. Sí, sucedió algo similar años atrás con la pandemia
desatada por el virus conocido como influenza h1n1, situación que se hizo viral
y desató una locura y un terror colectivos en la sociedad. Tanto que ni
siquiera la, todavía maestra y líder del gremio de maestros y maestras Elba
Esther Gordillo ni siquiera podía pronunciar correctamente el nombre de este virus
para alertar al mismo gremio e invitarlos a que se queden en casa (hay un video
en YouTube que da fe y constancia de este tropiezo de la lideresa). La
situación duró un fin de semana, cuando mucho, oportunidad que aproveché para
viajar a la hermana república de Michoacán; todo era desierto, oculto, como en
un episodio de The walking dead, no había una alma en las calles; es decir, sí
había, pero eran las menos. Me dirán irresponsable o qué sé yo, pero viajé a
Michoacán a asistir a la boda de un amigo y es que uno no puede postergar, ni
quedarse en la casa siempre o cada que una pandemia azote al estado, al país…
al mundo. Hay cosas por hacer y, más que cosas por hacer, hay necesidades
básicas qué cubrir. Esta pandemia me deja muy en claro que México no está
preparado para una situación así. México ni en el mundo, hay que ver el caso de
Italia donde el número de muertes ha sido exorbitante. Pero no voy a hablar de
Italia porque es país que no conozco. Hablaré de México que es donde vivo y
donde repito, no estamos preparados ni como personas, ni como instituciones, ni
como gobierno para una situación como la que estamos viviendo. Sí, hemos
prevenido esto a tiempo (quedándonos en casa y no repitiendo lo acaecido en
Italia, pero repito, no hablaré de los hermanos y hermanas de Italia), sí,
hemos prevenido esto a tiempo y quizá nuestros casos sean menores (puede que
lleguen a ser más, no lo sé). Pero desde el gobierno (que es como la
Chimoltrufia que cuando dice una cosa dice la otra), desde nuestra pobre y cada
vez más endeble economía, pasando por la tecnología, las instituciones y todo
el órgano operativo o la maquinaria que hace andar a este país, nadie estamos
preparados para permanecer en casa, para no salir, para guarecernos, para estar
cuarenta días (¿con también cuarenta noches?) metidos aquí. Hay quienes tenemos
que salir a diario a vivir, a ganarnos el pan nuestro de cada día. En cuanto a
tecnología estamos peor. Para que yo pudiera tener acceso a internet luego de
un cambio de domicilio la empresa de Carlos Slim (sí, privatizada desde ya hace
muchos años) Teléfonos de México, duró un mes para hacerme el trámite y, dicho
sea de paso, el internet que tanto presumen como infinitum es más bien lento y
terrible. Por otro lado, en los centro educativos nos piden que nos enlacemos
con nuestro alumnado por medio de plataformas, plataformas que jamás funcionan,
que son confusas y están obsoletas; por otro lado, con este internet lento a
más no poder, conectarse resulta imposible y a todo esto hay que agregarle que
tenemos a nuestro hijos en casa, lo que trabajar desde acá es una labor,
verdaderamente titánica. Ahora me pondré del lado del estudiantado, que muchas
veces no tiene el acceso a internet, porque, repito, en México el que no
trabaja diario no gana, entonces en una pandemia como la que estamos viviendo
aislar socialmente a alguien es quitarle el empleo y la manera de ganar el
sustento de otro, como una reacción en cadena que afecta a todos. De igual
forma no todos vivimos pegamos a la internet (porque repito, hay que trabajar
para ganar el sustento) y pues este medio de comunicación es terrible, las
clases presenciales son de frente, estamos en contacto con el grupo, de esta
forma todo queda volando y… ¿qué pasará cuando la maldita nube (a la que ahora
que subimos todo y donde tenemos toda esa información en ella) se sature, se
caiga y todo se venga abajo?, de seguro vamos a tener una lluvia ácida y una
nueva pandemia azotará a la humanidad.