Wednesday, April 03, 2019

#MeToo

Café exprés La semana pasada salió a la luz una serie de acusaciones, vía redes sociales (como se estila en estos tiempos más modernos que otros tiempos), bajo el hashtag MeToo donde acusaban de acoso sexual (gente anónima, con nombre apellido o alias) a ciertos escritores mexicanos (yo lo vi primero con escritores) y de ahí se desató una reacción en cadena donde pulularon nombres de gente conocida en el gremio. Todo comenzó cuando se acusó a alguien de acosador, violentador y demás (al inicio no dijeron quién, pero luego hubo personas que le pusieron nombre y apellido y el mencionado resultó ser Herson Barona), repito, ante esto salieron muchas personas más a denunciar acoso no solo de Barona; sino que se dieron a conocer nombres de escritores sin ton ni son, famosos y no tan famosos pero que pertenecen al mismo gremio. Posteriormente, me di cuenta que se abrió otro hashtag ahora dedicado a periodistas también mexicanos y la lista, como sucedió con los escritores, resultó extensa y salieron nombres conocidos y otros no tanto, pero igualmente de mismo gremio; ahora de periodistas, igual que sucedió con el MeToo dedicado a los escritores. Ya que estamos en estas salió, el fin de semana (fin de semana que estuve alejado de las redes sociales y del internet porque viajé a Cuernavaca, Morelos) salió el hashtag MeTooActores y Músicos y ahí también se dieron vuelo confesando acoso de varios de estos actores, músicos y cantantes; quienes se dan vuelo definitivamente son mujeres que dicen haber sido atacadas, incluso violentadas por #Escritores #Periodistas #Actores y #Músicos y #YoSíLesCreo, les creo porque soy parte del gremio y me ha tocado ver cómo algunos escritores se portan con sus mujeres y las mujeres de otros autores. Tan sólo yo viví el caso cuando me di cuenta que un poeta conocido y reconocido… delante de mí empezó a tirarle el rollo a la que entonces era mi mujer haciéndole propuestas subidas de tono, claro, ese autor no sabía que aquella mujer era mi pareja en ese momento, estoy hablando del año 2006, 2007. Esto del movimiento MeToo no empezó en México ni empezó este año. Acá voy a hacer mención de que la actriz Karla Souza hace un año lanzó una declaración bastante fuerte contra uno de los productores de alguna de sus películas por este mismo motivo y hay que ver los líos que ha tenido gente muy conocida en el medio internacional como Kevin Spacey, James Franco, Gary Oldman, Christian Slater (y la lista se vuelve extensa, pero sólo por mencionar a algunos) todos ellos acusados por abuso sexual, acoso, violencia, comportamiento inapropiado contra las mujeres, etcétera. Posteriormente, me entero que, también por redes sociales (repito, como se estila en estos días modernos), ha salido un grupo que se hace llamar #MeTooHombres que surgió con la consigna, muy poco valiente de ponerle rostro y nombre a la otra cara de la moneda, sí, a las mujeres que acosan a los hombres (hagan el chingado favor). La muerte del cantante, músico, escritor y fotógrafo de Botellita de Jérez Armando Vega-Gil no debe ser impedimento para que salgan a la luz pública todos estos casos de abusos contra de las mujeres. Aquí no voy a defender a nadie pero tampoco voy a atacar a nadie. El movimiento #MeTooHombres sólo ha provocado la burla de los seguidores de la red social del pajarito. Y yo me pregunto… ¿después de esto qué sigue?, que las mujeres hagan otra cosa más que lleve a la violencia, que los hombres respondan a eso que ellas hagan y así hasta que esto no tenga final? No entiendo ¿cuál es el punto ni adónde, como sociedad queremos llegar odiándonos entre géneros?, la verdad. ¿Que siga creciendo el odio, las muertes, este tipo de actos? Repito, no voy a defender a nadie porque somos adultos y tenemos que ser consecuentes y afrontar el resultado de nuestras decisiones. #YoSíLesCreo a ellas porque las redes sociales son a veces, el único medio que hay para no quedarse callado. Si el integrante de Botellita de Jérez tomó la decisión que tomó, fue a causa de no afrentar sus consecuencias y, lejos de que su “carta” dice que «no se culpe a nadie y que esta decisión (suicidarse) es un acto, una decisión voluntaria, consciente, libre y personal y que aunque su muerte no es una confesión de culpabilidad sino todo lo contrario, es una radical declaración de inocencia», a mí me da la impresión al respecto dos cosas, que el maestro ya estaba mal desde antes y tenía en mente suicidarse por ene o ye razón (y esto vino a detonar ese fusible que el maestro ya traía fundido) o que en realidad sí tuvo culpa, sí fue un acosador (como él mismo lo dice: en esta cultural machista en la que vivimos) y no pudo con todo esto y su solución fue rápida, de mucho valor, pero de victimario a víctima y, si lo vemos así, egoísta y cruel por dejar a su hijo a las buenas de dios… pero él lo dijo… es una decisión libre, voluntaria y personal y a final de cuentas.. una decisión y ahora está ahí viviendo o muriendo las terribles consecuencias. Sólo Armando Vega-Gil sabe y se llevó a la tumba lo que en realidad ocurrió. Pero colgarse de árbol (como todo un Judas Iscariote) en las inmediaciones de su casa, luego de que nadie diera con él y dejara la puerta de su apartamento abierta y con su celular dentro… se me hace un acto muy teatral para alguien que tiene en sus planes cometer suicidio como dijera Café Tacuba en aquella vieja canción. ¿Hipocresía sin límites?, repito, no lo sé… sólo el indio sabe lo que carga en el costal y al parecer el costal del maestrazo Vega-Gil llegó a su límite. Descanse en paz Armando Vega-Gil / 66 años de la Acpe.

¿Qué es lo primero que levantas del suelo después de un terremoto?

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