Saturday, December 12, 2020

Much Love: Bindu Gross

 


Café exprés

 

La semana pasada recibí una llamada telefónica (mientras jugaba al turista mundial con Ricardito ya no tan bebé a quien, por cierto, le ha dado por jugar esto y le ha servido mucho para identificar países, contar muy de corridito y hasta más allá del diez porque ya se anda aventurado con el veinte y otros números más, aunque en el turista con dos dados máximo llegamos a contar hasta el doce, en fin), les decía que mientras jugaba con mi hijo recibí una llamada que me alegró el día y no sólo eso, me hizo la semana.

Del otro lado de la hebra estaba mi querido amigo Rodrigo Ramírez del ayuntamiento de Colima quien además de la alegría de la mañana me devolvió, aunque sea por un instante, un pequeñísimo instante, la esperanza de los eventos culturales en un ambiente presencial en medio de esta pandemia.

Por supuesto que le dije sí a Rodrigo y, discúlpame, Rodrigo, pero más que decirte sí a ti, fue decirle sí a Bindu Gross, nuestro padre del jazz en Colima como bien lo definió Rosario Rangel en el documental que nos presentaron aquella deliciosa y decembrina noche... donde encontré caras cincuenta por ciento conocidas (por aquello del cubrebocas y el reconocimiento facial a la mera mitad). Y les explico un poco para quede todo más claro todo esto de lo que les estoy hablando de la llamada, el documental y más.

Rodrigo Ramírez me llamó para hacerme una invitación a un evento cultural (presencial), sí, de los que ya no hay, por cierto, o de los que dejaron de existir por la pandemia. Hemos pasado suficiente tiempo metidos en nuestra casa a consecuencia del Covid-19; y hemos sido muchos los que estamos acatando el #QuédateEnCasa a carta cabal, así que cuando Rodrigo me dijo el motivo de la llamada y que requería de nuestra presencia (de gente del ámbito cultural) en el patio central del ayuntamiento (evento super mega restringido a un máximo de treinta personas distribuidas en sana distancia en toda la explanada con cubrebocas y careta (así las cosas de nuestra nueva normalidad), yo le contesté de inmediato que sí iba, porque además ya estoy hasta la madre del encierro y cierto es que esto va para largo y que no podemos vivir siempre en una burbuja.

Tengo entendido que Bindu Gross, sabedor de la nueva normalidad… fue quién eligió a esos treinta miembros del ámbito cultural para que lo acompañaran a la premiere del documental en su honor, honor, vaya la redundancia, el que me haya elegido a mí para estar presente esa noche, ahí…

Diez minutos antes de las ocho de la noche me apersoné en el lugar en compañía de mi mujer; los hijos se quedaron en casa, acompañados de un adulto responsable, para evitar situaciones. Me dio gusto ver caras conocidas como al doctor Ángel Gaona, Mar Delgado, Arturo Hernández, Rubén Carrillo, Grace Licea, Sergio “Tapiro” Velasco, Pibe Árcega y Dianita Peña sólo por mencionar algunos y los que vi, a la distancia. Entre la concurrencia se encontraba Leoncio Alfonso Morán Sánchez, presidente municipal, su esposa y uno de sus hijos, quienes tomaron lugar en primera fila a lado del homenajeado de la noche que fue el gran Bindu Gross. Justamente, el culpable, por así decirlo, de estar esa noche ahí, era el presidente municipal quien apoyó este magnífico proyecto para conocer un poco más de Bindu, el siempre sonriente, Bindu Gross.

Conocí a Bindu desde hace muchos años en alguna de las tertulias con el maestro Miguel Ángel Cuervo y, posterior, fui un asiduo visitante del Café uno, dos tres, que Bindu, junto con su esposa, tenían allá por la década de los años noventa en la calle corregidora. Al café iba acompañado de mi querida amiga Nery Saavedra, quien, generalmente, pedía un té de las muchas variedades que tenía la pareja para ofrecer y yo, siempre bohemio, prefería algo más como una cerveza, je, no es ninguna novedad.

Recuerdo que en el Café uno, dos, tres, Nery y yo trazamos los primeros bocetos de lo que fuera nuestra revista Ciudad en blanco, hicimos el proyecto, lo redactamos, corregimos, leímos y releímos y lo metimos a un FECA (hoy llamado Pecda) para conseguir, por decirlo así, patrocinio para la edición e impresión; fue justamente en el café de Bindu donde le pusimos nombre a ese proyecto. En tanto estábamos en eso, la música del sax de Bindu nos acompañaba en todo momento, y no sólo música de él, sino música de la tantísima que tenían ahí la pareja de músicos. Grandes planes teníamos para nuestra revista literaria y, además, estábamos bajo el cobijo de la familia Gross lo que engalanaba todo.

Músicos (y todos los oficios que mencionaré a continuación llevarán su parte femenina), pintores, escritores, fotógrafos, bailarines, artistas plásticos, actores, videastas y un largo etcétera más pasamos por las filas de ese espacio. Nunca he visto Bindu triste por más adversa que sea la situación, Bindu es un artista como los que ya no hay o de los que quedan muy pocos. Es un tipo alegre que no da paso sin su saxo. Viste como artista, vive como artista, habla como artista y en el documental vemos esa parte humana, ese lado de Bindu que algunos/as conocen, pero que mucha gente no.

Es un gran acierto que el ayuntamiento de Colima en manos de Leoncio Alfonso Morón Sánchez, se haya dado a la tarea de homenajear (en vida que es como debe ser) a un artista de los de antes, a un artista en toda la extensión de la palabra… y que si no es colimense, que si no es siquiera mexicano, eso pasa a segundo término porque he oído a Bindu defender el terruño y eso lo hace tal colimense como el que más.

Aquella noche (del 2 de diciembre) de reencuentro con la música, especialmente con el jazz, fue una noche también de reencuentro con los eventos culturales presenciales (al último evento presencial que fui antes de la pandemia fue en mi querida Ciudad de México en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería a inicios de año).

Ya nos hacía falta un evento así, con amigos, amigas, pero sobre todo, ya nos faltaba que alguien le rindiera un merecido homenaje al maestro Bindu Gross que, dicho sea de paso, al finalizar su homenaje estaba tan emocionado, que no le salía nada de voz y era visible que el documental, titulado Much Love, lo había conmovido casi puedo decirlo y jurarlo ante la biblia, hasta las lágrimas, gracias ayuntamiento, pero sobre todo, gracias a ti, Bindu Gross.

 

 

Thursday, December 10, 2020

Gambito de dama


 


Café exprés


Había postergado la escritura de esta columna por diversas razones. Hace algunos meses vi la serie televisiva y, podría casi casi jurarlo ante la Biblia y con la mano derecha en posición… de que no es necesario ser un experto en el juego de la tabla de Flandes como la describió hacia 1990 el escritor español Arturo Pérez-Reverte, haciendo referencia al ajedrez; el ajedrez y el arte como temas principales de aquella novela del afamado autor.

              Así que, sin ser precisamente expertos en el tema del ajedrez, la serie de televisión es gratamente disfrutable en todos los sentidos, la fotografía es maravillosa (porque echan mano del recurso del número o sección áureos), donde el número o sección áureos representa, en alguna composición, la relación y/o proporción entre dos segmentos de una recta; es decir, una construcción geométrica. Y, en Gambito de dama, esto no solamente se nota en la fotografía, sino, incluso en la escritura de la historia misma, en el diseño del vestuario, la ambientación, la proporción que existe en el trazo de las cámaras al momento de grabar la serie etcétera. Sin mencionar las maravillosas actuaciones de cada uno de los personajes que hacen acto de presencia en escena.

              Gambito de dama es una apertura básica del ajedrez (para los iniciados) que permite o trata de controlar el centro del tablero que, si bien no es uno de los objetivos del dichoso juego, sí es importante tener, desde el arranque de la partida, controlada esta zona para ir avanzando y darle jaque mate al rey.

              Tengo entendido que ninguno de los actores/actrices que participación en la miniserie sabía mucho o a profundis del juego del tablero; el ajedrez es un deporte mental surgido en Europa durante el siglo XV como evolución del juego Shatranj que a su vez surgió de la evolución de un juego mucho más antiguo conocido como Chaturanga. Ha tenido muchos campeones reconocidos a nivel mundial, yo, particularmente recuerdo a Garri Kasparov (sí, un ruso) que fuera campeón desde 1985 hasta el año 2000 (y quien seguramente ha disfrutado mucho de este serial televisivo, digo y creo yo). A Kasparov lo derrotó Vladímir Krámnik, otro ruso. Los rusos han dominado el famoso juego.  

              En la serie (que no les quiero spoilear) se menciona a un Capablanca, José Raúl Capablanca, un ajedrecista español-cubano que era apodado el Mozart del ajedrez y que fue campeón de 1921 a 1927. Capablanca nació en 1888 en La Habana, Cuba, en aquel año Cuba pertenecía al imperio español. Capablanca, junto a Ramón Fronst y Alfredo de Oro pertenecen o forman parte de las figuras más importantes del deporte cubano (Ramón Fronst en esgrima y Alfredo de Oro en billar).

              Capablanca, Kasparov y la protagonista de la serie Beth Harmon (personaje actuado de manera magistral por Anya Taylor-Joy) comparten algo más que el deporte en común, haber empezado a temprana edad. En la serie la huérfana Beth Harmon descubre el juego cuando, en el internado para señoritas al cual llega, observa que el conserje se encuentra, en el sótano de ese lugar, sentado frente a una mesa con un tablero y las piezas dispuestas, sumamente concentrado y sin prestar atención a lo que sucede a su alrededor y, por ende, a lo que la joven Beth ha ido hacer.

              Al principio de manera hostil, posteriormente un poco más afable, el conserje le enseña poco a poco movimientos, trucos, jugadas, el nombre de las casillas, aperturas, pliegues y repliegues, esquives, puntos de defensa, ataque y contraataque del dichoso juego; ve en la pequeña Beth un potencial tremendo y decide avisar en la escuela para que abra un taller de ajedrez…

              Así empieza a cobrar fama Beth Harmon primero en su localidad y luego de manera nacional hasta que tiene que llegar a enfrentar a los mejores. Siendo mujer le cuesta trabajo que la sociedad le crea que en verdad es una jugadora seria, una contrincante férrea, agresiva en el ataque y quien sabe defenderse muy bien. Sus detractores poco a poco se van tragando sus palabras y ven en Beth a la futura campeona mundial.

              Mientras Beth se hace de un nombre dentro del ajedrez, tiene que sortear nuevas vicisitudes con su nueva familia (Beth sale del internado en adopción con una familia) y ya va totalmente contagiada y casi casi enferma de ajedrez, además de ciertos problemas emocionales cargados de sus excesos con ciertas drogas y el alcohol, en tanto, el telespectador disfruta del ambiente de la década de los años cincuenta que es donde se desarrolla la trama de la miniserie.

              En Gambito de dama hay punto particular, casi casi como sección áurea de la cual se desprende todo el meollo del asunto. Beth Harmon, en una escena lindísima, está en franca batalla con un oponente que le triplica la edad, un ruso (para variar) que es gran maestro ajedrecista (al igual que ella que necesita ganar esa partida para serlo de manera oficial), los del maestro del ajedrez son cabellos plateados, largos, de barba tupida y pronunciada, que dan cierto aspecto de inteligencia, habilidad y respeto. La partida dura tanto tiempo que se ven en la necesidad de pedir un descanso para concluir al día siguiente. Al llegar a la puerta de la habitación donde se hospeda Beth que, a decir verdad es el mismo hotel donde se hospedan los demás ajedrecista, Beth observa que al fondo hay una puerta abierta donde se encuentra ese maestro ajedrecista con el cual está compitiendo y el rival que Beth ya ha enfrentado y que no puede vencer, me refiero a Vasily Borgov (personaje al que le da vida el actor Marcin Dorocinsky) y nota que ese grupo de personas ayudan al gran maestro a entender por dónde van las jugadas de la joven Beth para vencerla en el tablero… desconsolada y viéndose totalmente sola, Beth entra a su habitación cuando, una llamada salvadora del otro lado del mundo la saca de esa zozobra… sus amigos (los que ha hecho en el juego de ajedrez y que viven en los Estados Unidos se han reunido para analizar el juego y, por así decirlo, pasarle las claves a Beth y que pueda así, derrotar a su contrincante).

              El trabajo en equipo siempre es importante y en Gambito de dama no es la excepción. Son siete episodios de una delicia de serie muy recomendable, siete horas que la tabla de Flandes, sus historias alrededor y la apasionante vida de Beth nos van a tener al borde de la butaca, de la cama o donde sea que disfrutemos de este tipo de series…    

               

¿Qué es lo primero que levantas del suelo después de un terremoto?

 En palabras Llanes     I Una vez más México hace historia; otro 19 de septiembre que « retiembla en su centro la tierra al sonoro...