Friday, August 31, 2007

Un trabajo para todos (Crónicas defenestrantes)

Un trabajo para todos
(Crónicas defenestrantes)


Alberto Llanes


He pensado en una forma creativa para pasar más tiempo con los amigos. Una forma maravillosa y poco ordinaria que nos hará pasar tanto tiempo juntos que vamos a vernos de lunes a viernes (porque haremos semana inglesa conforme los cánones), y de tanto que nos vamos a ver hasta nos podremos, en una de esas, caer hasta mal. Pero nada que una cerveza, o varias cervezas no puedan en un domingo aciago, o un sábado toooooodo el día arreglar.
Me refiero a crear nuestra propia empresa. Sí, nada mejor que poner nuestra empresa editorial y traer a todos mis amigos para trabajar juntos.
Un día que fui a Sericolor, acompañando a Carlos se me ocurrió que bien podríamos hacer lo propio. Existiría por ejemplo, buen ambiente de trabajo, compañerismo, diversión y todo lo que un trabajo requiere. Seríamos dueños de nuestro horario, podríamos ir a frontonear a nuestro antojo y cumplir con nuestras labores sin ningún problema.
Los días de permiso o de faltas por algún evento especial, no serían problema, sólo con tratarlos con anticipación quedarían arreglados. El nombre de nuestra empresa sería chistosón, algo así como: “Se lo imprimo, se lo pegó o se lo engrapo y se lo entrego sin errores ese a de ce ve y asociados”, o “Editores Peder no se nos va ninguna herrata (con hache)”, o, “Editorial Pederísima” no sé, algo así.

a) Oscar: Por ejemplo, a él le vendría bien la chamba de diseñador. Además de que es lo suyo lo suyo lo suyo (lidiar y entenderle a las computadoras, menos cuando se le descomponen cual rayo les cae), creo que su carácter (a veces bonachón-puercochón en el sentido literal de la palabra) va de maravilla con el carácter que tienen todos los diseñadores en el gremio que nos compete. Un editor llega con pinchemil o un único cambio en sus humildes hojitas, y el diseñador pega el grito en el cielo (así pasa siempre) y creo, fervientemente, que esa chamba es la de él, encabronarse cuando el editor llegue con sus correcciones, que al cabo, para enojarse, no hay nadie como el gran Volpi.
b) Carlos: Él quedaría perfecto como editor jefe. Creo que su responsabilidad y su capacidad para ver la más pequeña errata son inmejorables para inmejorable trabajo. Además de que también le halla a esa chamba (porque hoy día, encontrar editores de calidad es trabajo complicado), y dicho sea de paso, es también un apasionado y no le gusta, en el texto, ni el más mínimo error, como me supongo le pasa a todo editor. Creo también que tiene el tino y la gracia para hacer enojar al diseñador (Volpi), pero como todos vamos a ser amigos nada va a pasar. Nada que las cervezas, como ya he dicho, no puedan arreglar.
c) David: A él le gustaría ser el cortador y el engrapador de los libros y cuadernillos (respectivamente), que vayamos a imprimir. Recordaría así, sus años mozos de cuando era universitario y llevaba ese pantalón azul de bolsitas a los lados (quien tuviera un pantalón de bolsitas a los lados, frase hecha) y grapas en la bastilla, por eso y nada más por eso, le vendría bien esta chamba de e-n-g-r-a-p-a-d-o-r, y es que la experiencia que se requiere para esto David la tiene y de sobra (por eso, la experiencia). Finísima persona también podría ayudar, cuando no haya trabajo de engrapador o cortador, en labores editoriales y de corrección, así recordaría, finísima persona, sus años de traductor, rehacedor y otras vaguedades, de notas en periódicos diversos de Colima y sus alrededores.
d) Jaime: A Jaimito le vendría bien ser el pegador (sobre todo si vamos a utilizar para nuestros libros Resistol 5000). Además de tener la finta de… finísima persona B puede ser ideal para este trabajo. Pondría por ejemplo el libro a pegar, se daría antes un touch, luego al libro, luego otro touch él, luego al libro, luego dos touchs él, luego al libro, luego tres touchs él, luego al libro ya no le toca nada y así sería bien divertido verlo pegar. Aunque también podría hacer labores de corrección, recordando como cuando en Avanzada esa era su chamba y, como todos los demás, sería uno de los prolíficos autores de la Editorial Pedera ese a de ce ve.
e) Julio César: Mejor conocido como el Parri, y en el bajo mundo, como el Diablo. El Parri es ideal para las relaciones humanas. Es decir, sería el vínculo preciso entre el cliente y nosotros, máxime si el cliente es mujer, usa minifaldas, le apodan la Pecas o Piernas Largas y les guste el agua (es decir, el agua que se junta en un receptáculo gigante y se hace llamar alberca). Por que después de sus labores, nuestro flamante negociador (vamos a llamarle así), tendrá que hacer labor de convencimiento y ventas y distribución y bueno, todo aquello que le genere a la empresa dinero y placer. Aunque uno vaya de la mano de la otra. Y tendría, como es menester, que llevar a la suscrita clienta a la alberquita de su tío donde se han generado verdaderas bacanales.
f) Alberto: Por último yo. Yo sería el impresor. Tener las manos siempre negras de pintura es lo mío lo mío lo mío. Estar al pendiente de la compaginación, las tintas, los colores, los tonners bla bla bla. Haría también labores de: ámonos a las chelas, ámonos a la birria, ámonos a la academia, ámonos al ejecutivo, ahora hay que descansar porque es cumpleaños de equis o ye y hay fiesta en tal o cual lugar, es decir, mi labor sería también la de animador, aunque pudiera, a veces, cuando no haya nada que imprimir, hacer labores de corrección o de edición, o apoyando al diseñador a buscar imágenes para portadas o cosas así. Sería también el que fuera por las cocas, los tortas (nadadoras) y las papitas. El que llevaría la televisión para cuando hubiera mundial de futbol, o juegos olímpicos o algún partido de fut americano o qué sé yo.

Así el acomodo de nuestra empresa. Cualquier sugerencia o comentario favor de hacerlo aquí, en caso de solicitar empleo, mandar su currículo a los correos electrónicos que ya conoce o en la página de Internet www.editorialpedera.com.mx

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