Monday, December 03, 2007

Paco Ignacio Taibo II (Crónicas defenestrantes)

Paco Ignacio Taibo II
(Crónicas defenestrantes)


Alberto Llanes


Empezaré esto desde el jueves 29 de noviembre por la noche. Cumpleaños de mi mujer. Recibí una llamada telefónica: Beto /decía la voz/, ¿quieres recoger a Paco Ignacio Taibo II en la FIL el domingo?, Por supuesto fue mi inmediata respuesta, Bien /siguió la voz/, mañana nos ponemos bien de acuerdo. Perfecto /contesté/, y ambos, voz y servidor colgamos al unísono, como si nos hubiéramos, previamente, puesto de acuerdísimo.
Quién era /preguntó mi Alejandra/, Juan Diego /contesté ipso facto/, Y qué quería /continuó/, Preguntarme que si quería recoger a Paco Ignacio en la FIL el domingo. Y mi mujer oyendo que mi respuesta había sido afirmativa, me tendió un cálido beso en la mejilla derecha que poco a poco fue resbalando.
Esa noche festejamos por partida doble. Su cumpleaños y la ida por Paco. Cosa curiosa, decidimos ir, ese día, al bar que se llama: El mesón de Villa. Y digo cosa curiosa porque, precisamente, el afamado autor nacido en Asturias viene a recibir el premio narrativa Colima por la obra Pancho Villa, una biografía narrativa. Así que entre besos y cervezas, mi mujer y yo celebramos por partida doble.
El viernes, como bien dijo Juan Diego, nos pusimos de acuerdo. Saldría el domingo al mediodía para Guadalajara. Mi labor consistía en llegar, estar un rato en la FIL, ubicar la sala número uno (labor nada difícil para quien ha estado en presentaciones de libros), y asistir, efectivamente, a la presentación del libro El cuaderno verde del Che, en la que iba a estar Paco Ignacio Taibo II.
Así que me presentaría con el autor, decirle a qué iba, y arreglar todo para regresar a Colima. Todo estaba perfecto pero… me hacía falta un contaplache de andazas. Mi mujer tenía un evento previo y no me podría acompañar. Así que, me faltaba alguien. Luego de un par de llamadas, varios mensajes por celular y sabe qué bagatelas más. El diablo estuvo dispuesto.
Quedamos de vernos el domingo, a las diez de la mañana, en la plaza Los Arcos para tomar un ligero desayuno e partir de ahí directo a Guadalajara. El sábado lo pasé bien. Con mi Alejandra a lado viendo la segunda temporada de mi serie favorita: ROMA.
El domingo, muy temprano, me levanté. Mi Alejandra tenía que irse a Tecomán. Así que de las siete a las diez de la mañana, aguantaba para echarme otro episodio de ROMA, y así lo hice. Cuasi a la hora en que me quedé de ver con el afamado (en este blog) diablo. Me presenté en la mentada plaza. Todavía no llegaba así que me puse a esperar. ¿Cómo se pone a esperar uno?, no lo sé.
Cinco minutos después lo vi venir. Y es que el diablo tiene el olor del azufre metido en los huesos. Qué hay Bristy, ya tienes rato /preguntó discreto/, Voy llegando pero tengo hambre /fue mi respuesta/. Me eché unas enchiladas suizas y un jugo de naranja. El debil me dijo que ya se me había adelantado y nada más tomó café y platicamos, platicamos bastante.
Fuimos a ver si la librería estaba abierta. Pero no. Dimos una vuelta por el centro. En estas fechas (decembrinas), la venta de chingaderas en el centro está al por mayor, se siente de entrada un ambiente, un aroma especial. Justo a las doce y cuarto abordamos el diablo-móvil. Teníamos que ir al IUBA, porque de ahí saldría la camioneta que nos iba a llevar a guanatos. Llegamos. Preguntamos por Solorio, nada. Fumamos entonces y volvimos a esperar. Minutos después vi que Solorio se acercaba a nosotros. A Guadalajra directo /dijo/, A Guadalajara directo /contesté/ y trepamos a la camioneta para dieciséis plazas.
Intercambié (mos) algunas palabras con Solorio. Cosas de rutina, el futbol, el clima, cosas así. El diablo iba previsto de su compu para trabajar. Yo llevaba mi cámara para filmar. Solorio dijo que antes íbamos a pasar por un vale (no de dinero sino humano). Llegamos al Trapiche y el vale se subió con nosotros. Era en realidad el chofer. En la primera caseta de cobro, Solorio y chofer hicieron el cambio. Perfecto. Íbamos ya para Guadalajara en busca de Paco Ignacio Taibo II.
No describiré el camino porque fue como todos los caminos Colima-Guadalajara. Oyendo música, platicando, cosas así. Incluso una duermevela suficiente para no despertar sino ocho horas después.
Llegamos a Guadalajara dos horas y media después. Buscamos la expo-FIL. Solorio nos dejó ahí y como no había lugar para estacionar el mamotreto de camioneta en que íbamos, nos dijo que nos recogía a las siete de la noche en el mismito lugar en que nos estaba dejando. Bien.
Entramos a la expo-FIL luego de pagar quince locos cada uno. Dentro, lo primero que hicimos fue tirar el miedo, regar las flores, cambiarle el agua al pato… qué sé yo. Lo segundo que hicimos fue ir por un programa de eventos. Taibo II iba a presentar El cuaderno verde del Che en el sala uno de la FIL, todo eso ya lo sabía… pero… ¿a qué hora?, unos pendejos organizadores me dijeron que a las seis. Tontos de capirote. El programa decía a las cinco.
Ubicando la sala y con programa en mano, la FIL era prácticamente nuestra. El diablo quiso ir (y esto lo confirma como diablo) al stand de la Modelo. La chica, tetas cuasi al aire, nos dijo que en la compra de cuarenta pesos podíamos entrar a un juego de dados y ganar más chingaderas. Yo compré dos chingados botellones de plástico de cerveza. Cuarenta y cinco pesos. Órale, a jugar dados (cubilete pues). La primer tirada, la chica y yo quedamos pares (de ases), nada para nadie. La segunda saqué full. Ella tiró y volvió a repetir par (otra ves, de ases). Me la chingué. Escogí una playera que trae los colores de la Negra Modelo y su inscripción. De haber sido solterito y sin compromisos la hubiera escogido a ella. Pero tengo a una mujer que respetar. Ni pedo.
El diablo también ganó. Pobre mujer, traía mala suerte. Nos obsequió un vasito micro de chela y nos fuimos contentos de ahí. Parecía que habíamos ido a la feria de la chela y no a la del libro.
Teníamos dos horas para recorrer la FIL y después ir a la sala uno. Fuimos por los stans. Yo le advertí al diablo que no iba a comprar ni madres. Falso que soy. Salí con tres discos, dos películas y un libro. Es que en la FIL no te puedes contener. El diablo salió con algo similar. Casi a la hora de la presentación del Cuaderno verde del Che, diablo y yo nos encaminamos a la sala uno.
El evento estaba a punto de empezar. Pronto vi a Paco. Me fui directo con él. Cuando lo tuve cerca, luego de presentarme, le dije que iba a ser o quien lo iba a llevar a Colima. Me tomó del brazo, me dijo Órale, qué bien, y presto me presento a su mujer: Paloma.
Paloma me dijo que me sentara junto a ella para no perdernos. A una señal, le dije al diablo que se jalara pa´ delante, donde estaba Paloma. Me sentía muy verga, muy influyente pues, ahí, en primera fila, con Paloma a lado y platicando con Paco Ignacio Taibo sobre Colima, sobre el clima, sobra la Universidad, bla bla bla…
La presentación duró media hora y otra media para preguntas. Que Paco dijo que no fueran tan inteligentes para poder contestarlas. Jajaja río el público de la FIL.
Salimos rayando. Había otro evento después del de Paco Ignacio, y nos dirigimos pues, al stand de Planeta a la firma de libros. La fila era larga. El primer día de la FIL había mil ejemplares del Cuaderno verde…, el domingo 2 de diciembre no había ninguno. Paco firmó y firmó, fumó y fumó, y tomó y tomó (Coca-cola). Después, con dedo amenazador me dijo, tú no te me pierdas (refiriéndose a mí), al cabo nos vamos a ver y pasar juntos todavía mucho tiempo y se rió.
Terminó la firma. Buscamos a Paloma que se nos había perdido. Y junto con Aidé Savala nos fuimos directo a la salida. El diablo venía detrás de nosotros. De cuando encunado le preguntaba algo al autor, o a Aidé. Paco nos preguntó que dónde habíamos dejado la camioneta. Le dije que junto al hotel. Bien /respondió/.
Abordamos. Solorio se presentó. Llevaba la compu en sus piernas. Estaba viendo el partido. No le voy a los Pumas pero ahora abogo por ellos. Me tocaron en la quiniela del trabajo. Paco dijo que fuéramos por sus cosas al hotel y luego al Aidé, que nos iba acompañar a Colima porque tenía que darle ella el premio en representación de Silvia Molina (que, gracias a dios, deja de ser encargada del INBA).
El chofer que nos llevaba no conocía Guadalajara. Y me preguntaba a mí por calles, sitios, etc., el hotel de Paco era el Quinta real y el de Aidé era el Crowne Plaza. Luego de dar un pequeño tour por Guadalajara, dimos con el hotel de Paco. Hotelazo debo decir.
En esa búsqueda de hoteles, nos dimos cuenta el diablo y yo que no habíamos comido nada. Las tripas empezaron a gruñir. Paco pidió que ya por la carretera pasáramos por un Oxxo o algo así. Llegamos a un Oxxo como bien pidió el autor. Tomamos carretera como a las siete y media. Paco compró una Coca-cola de a litro. Yo lo acompañé con otra. Paco compró una bolsa de Rufles enorme. Yo lo acompañé con una torta de pierna. El diablo compró algo similar. El regreso fue como todos los regresos. Oyendo música, platicando, durmiendo y saltando. Se me ha pasado mencionar que esa camioneta salta un chingo. Y así nos fuimos todo el culero camino.
Paco fue leyendo. Hábilmente sacó su kit de viaje: un libro, una lamparita, su Coca-cola y sus Rufles. Y fue un buen trecho lee y lee. Yo de plano me quedé jetón un rato. El diablo hizo algo similar.
A las nueve y media estábamos en Colima. Antes, como es obvio, pasamos a dejar al chofer (que no supe nunca su nombre pero sí su apodo, era Pelón, de apodo) al Trapiche. Solorio siguió el camino manejando. Llegamos al Fiesta inn a dejar a Paco, Paloma y Aidé. Ellos todavía iban a cenar.
Nosotros fuimos al IUBA a dejar el camionetón. Abordamos el diablo-móvil y lentamente nos fuimos alejando de ahí. Al otro día, Paco recibiría el premio Narrativa Colima 2007 por Pancho Villa, una biografía narrativa, a las once de la mañana en el auditorio de la facultad de letras.

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