Friday, June 26, 2009

La mía la tengo larga o no hay cuerpo que aguante cien años





La mía la tengo larga o no hay cuerpo que aguante cien años


Alberto Llanes


Mi racha de mala suerte se alargó por años. No es que creyera fervientemente en ello, pero nada (ahora sí como dice la canción del Tri), nada me sale bien. Que si quería ir al baño resultaba que no había papel. Que si me echaba un soplado salía con premio. Me agarro entonces el pajarito y juego con él. Ni los gatos negros que se cruzan en mi camino. Ni pasar por debajo de las escaleras. Ni romper un espejo. Menos tirar sal; eran cosas en las que creyera. El azar es así. Unos creen otros no.
Decía entonces que mi racha se alargó por años. Y bueno, se puede decir que aún sigue de largo pero ya no con toda la intensidad de antes; en que nada más me faltaba que me orinara un perro para terminar mi patético día a tope. O sea, salado.
El origen de esta mala racha no lo sabía. Un brujo de los que viven en Suchitlán sugirió una limpia de cuerpo presente y completo. Un huevo fue la mejor arma contra el mal de ojo, el mal de sambito y el mal de no sé qué… Tantos males y yo no sabía ni siquiera que existieran como en ramillete.
Mi madre de pronto también le hace a la brujería. Si brujería se le puede llamar a lo que realmente hace. Ella limpia a las personas con un chile pasilla que pasa por el cuerpo de la persona (salada en cuestión), y luego le prende fuego en la estufa. No sé realmente si esta técnica poco ortodoxa de terminar con la vida de un vegetal (chamuscado en la estufa); sea la manera más ad hoc para la bienaventuranza… pero de que el humo que expele el chile te hace toser, te hace toser.
Otra forma de hacer limpias para bienaventuranza o para recuperar la dicha, la fortuna, el amor la bonanza, la salud, la alegría o qué sé yo, es con unas ramas que algunos chamanes o brujos o hechiceros utilizan para sus limpias. Algunas de estas yerbas pueden ser la albahaca, que tiene un olor gratificante pero que en exceso te causa estornudos. Otros utilizan inciensos. Humos de no sé qué. Polvos de no sé cuánto. Menjurjes diversos que dicen, ayudan a recuperar la buena suerte perdida. Ahora sí como dijera el poeta chiapaneco. Yo no lo sé de cierto… lo supongo.
Pero viene la pregunta interesante ¿cómo nos damos cuenta que tenemos mala suerte?, en un caso excepcional de viveza y agilidad mental, uno se da cuenta de que tiene mala suerte cuando de pronto, así, sin más ni más, uno se siente de la patada, incluso cuando vemos nuestra imagen reflejada en el espejo y, aunque le echemos ganas a vernos bien, nada, salimos mal, deplorables, en un estado que ni caso tiene mencionar de tan dramático.
Es patético pero suele pasar. Entonces uno tiene que recurrir a todos estos brujos para que de inmediato hagan una limpia urgente. Las personas que creen en esto después de visitar a sus brujos salen con la cara regocijante y eso sí, con varios de cientos de pesos menos, pero con la firme idea de que en adelante les irá mejor.
Ahora que también existe los que están en medio. Que creen pero que no creen. A este grupo también se le llama o conoce como DE LOS CURIOSOS, que sólo van para ver qué onda, pero jamás están al cien por ciento convencidos de que les va a servir de algo, o no les va a servir de nada. Este grupo es el más peligroso, si peligro es la palabra ad hoc para definirlos.
Yo estoy precisamente en ese grupo. Que tenga mala suerte es cierto, pero de ahí a que alguien me pase un huevo, una yerba o me escupa en la cara para que se me quite, eso ya es otra cosa. O gastar dinero en ello, es una de las inversiones que no le veo mucho caso para la cura (si cura es la palabra precisa para designar) a la mala suerte.
Mala suerte por ejemplo es que se te pegue un chicle en el zapato o en el pantalón. O que caminando pises mierda de perro y no te des cuenta hasta que el olor lo delata. Y eso hasta la fecha no me ha pasado. Pero tengo mala suerte. ¿En qué?, nunca me gano nada en las rifas. Que me quiero sacar una casa, nada. Que me quiero sacar un carro, resulta que se lo gana el más pendejo o pendeja de la oficina. Pero bueno, bienaventurados los pendejos que de ellos será el reino del señor. Por eso Dios (si existe) no le dio alas a los alacranes.
Hay algunos que lo llaman así, pendejez, otros que le ponen mala suerte. Cuando mejoró mi suerte, fue cuando decidí por primera vez… después de muchos años… levantarme con el pie derecho… tan fácil que hubiera sido esto desde un principio, carajo.

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