
Somos entes complejos
Alberto Llanes
No cabe duda que nunca estamos contentos con lo tenemos. Y el que mucho tiene quiere más. Y el que no tiene aquello lo desea, y cuando lo tiene, resulta que ya no lo quiere. Y a decir verdad, nunca estamos a gusto, en paz, satisfechos con lo que tenemos.
Si queremos a una mujer (equis, y griega o zeta) y logramos tenerla, resulta que después querremos tener a la esposa del vecino, del amigo, del familiar, porque simplemente así somos.
Ahora en la mañana, venía caminando por los pasillos de la universidad cuando dos trabajadores entablan un diálogo como este:
─¿Cómo está la chamba? ─preguntaba uno─.
─Uh, reaburrida ─respondía el otro─.
─¿Cómo que aburrida? ─volvía a cuestionar el primero─.
─Pos sí, no tenemos nada que hacer ─contestaba aquel─.
─Oh, pos quien te entiende, no hace unos días te estabas quejando de que tenías mucho trabajo, y ahora dices que no tienes nada qué hacer, quién te entiende pues.
─Pues sí, pero uno se aburre de no hacer nada ─fue su respuesta─.
Y sí, lamentablemente así somos. Nuestra complejidad como entes no nos permite ser felices del todo, porque, la que no quiere tener una figura esbelta como la de Thalia, quiere tener las caderas al estilo de Jennifer López, o tener un cuerpo rellenito como René Zellweger en la película de El diario de Briget Jones, porque dice, que se ve o se siente muy flaca; o el que no quiere tener el cabello lacio lo quiere tener ondulado, o el que es negro quiere ser blanco como Michael Jackson y viceversa. El o la que tiene mucho trabajo no quieren tenerlo, y el pobre que no tiene empleo quiere tener entonces mucho trabajo, y si se puede de a dos mejor. En fin, así somos.
Me quedé pensando en la plática de esos dos trabajadores, y este texto entonces empezó a cobrar vida. Hace unos meses pedía que ya no tuviera tanto trabajo, que por favor, me dejaran descansar tantito de toda la jornada laboral que se avecinaba, que preparar lo que se va a presentar en las jornadas altexto, que las charlas en los bachilleratos, que las clases en la Universidad, que los avances de tesis, que la novela que estoy escribiendo, que los preparativos para aquello, que mi informe de labores, que el informe de labores de mi jefa, que la edición, corrección, registro, firma y dictamen de tal o cual documento, que las constancias de aquello o esto otro. Y todavía, presentar ene libro para tal día. Puf. Toda una carga laboral.
Entonces grité que ya no más, que ya estaba hasta el cuello de trabajo, que el estrés me estaba matando, que las presiones, que bla bla bla. Pero francamente, ahora que bajó tantito la carga laboral que tengo, es bien aburrido, la verdad, no hacer nada. No revisar, no editar, no buscar fotografías del Colima del pasado…
El facebook, el hi-5 son las páginas que frecuento tratando de matar el día. No tengo libros que registrar, no tengo autores con que tratar, no tengo libros que revisar. Y sí, francamente es aburrido. Totalmente aburrido. Un día sin nada qué hacer.
Espero que esta calma pase pronto, porque las páginas citadas anteriormente ya no me satisfacen del mismo modo que me satisface hacer mi trabajo diario. Efectivamente, somos seres bien complejos y nunca estamos conformes con lo que tenemos.
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