Thursday, May 31, 2007

Defenestrar (Crónicas defenestrantes)

Defenestrar
(Crónicas defenestrantes)


Alberto Llanes


Nada hay de pronto que salga bien. Uno es un tonto. Error tras error. Y error con error se paga. Justo cuando acababa de pasar poco más de un mes y medio de que me cirujearan. Tómala barbón. Un par (primero, después fueron más) de cervezas se cruzó en mi camino. Un mes y medio sin tomar y mucho menos sin fumar es mucho tiempo para alguien que tiene todos los vicios. Yo. En cuanto cayó el primer tragonón (desgraciado) a la barriga, dejada descansar por antonomasia, puta… la vida me llegó al cuerpo de pronto. Extrañaba el delicioso elixir (si se le puede llamar así) de la cerveza. Ese tono dulcificante y vivificante y amargonizante y espumeante que tiene. Pero digo, uno es un tonto.
No he pasado ni un mes de operado cuando una pinche alergia me ha defenestrado el cuerpo (el significado de la palabra defenestrar es el que yo quiero darle). Total. A decir de los doctores es una alergia pasajera… una alergia que con un tubito de Tetraderm sale -me dijo un médico-, es una soriasis -me dijo otro-, no es soriasis -dijo un tercero-, es un quien sabe qué hongo que viene un poco alterado por las dosis de pomada, tómate esto (y anotó en una receta Meticorten), y untante estotro (y volvió a rayar en la receta ahora Claradril), y ponte todas las noches esta crema (y anotó Lubriderm) y con eso vamos a ver la evolución de estos granitos que… a decir verdad están muy raros… y se les quedaba viendo. Pero un cuarto médico, más cabrón que bonito. A media clase de dermatología con sus alumnos. Dio, al parecer, el diagnostico más acertado, el medicamento más efectivo y la curación más viable para este problema, por lo menos lo dijo en términos médicos:

-Usted trae una dermatosis diseminada a tronco y extremidades y afecta tanto las superiores como las inferiores de forma bilateral y simétrica, concéntrica, bla bla bla.

Le creí. Que dijo que no dijo. Sabe dios. Me compró. Total. Sus alumnos echaron una mirada a mi cuerpo enrojecido por la salvedad de estas mermas. Un grupo de tres chicas y un enfermero o doctor o pasante de… se acercaban a mi cuerpo como si tuviera lepra. Examinaban. Tocaban. Veían. Decían diagnósticos imposibles de entender. Hacían cosas de médicos pues. Subí a una cama. Cuasi me desnudo. El médico decía su clase. Los alumnos atentos. El paciente nervioso por tantos ojos. Abrió mi boca. Buscó dentro algo. No, -dijo- no hay alteraciones en la garganta. El doctor que lo secundaba hacía lo propio, ANO-te. Nada. Todo bien -decía-. Pero la verdad es que no, nada estaba bien. Si hubiera estado todo bien, las protuberancias no las tendría, menos estuviera, a esa hora, ocho y tantos de la mañana, en el Seguro Social y menos con un grupo de enfermeros o médicos o pasantes de… observando tan temprano, tan como bicho raro… mi ya de por sí comensonzudo y rojo corpacho.
Por eso digo que error con error se paga. El corpacho no hubiera estado en rojo (color que ya quedó claro en post anterior es de mis favoritos). Tan en carne así, tumefacta (si es posible la inserción de dicho término aquí), que yo creo que sí, porque es un texto mío y yo le meto lo que yo quiera. De no haber sido por las cervezas del día anterior. Que dicho sea de paso, defenestraron a mi mujer, a mi madre, a mi perro, a mí mismo y a mi cuerpo. Y es que uno es un tonto, por eso hago hincapié. La urgencia llama a… el cuerpo necesita de… pero corazón, alma y espíritu parece que están peleados a veces.
Y es que mi memoria nunca, pero nunca, nunca nunca se acordó de que no podía aún beber cervezas por el antibiótico tan fuerte que estaba tomando. El famoso: Meticorten. Ahora soy piel roja (estuviera bien si viviera en Washington) pero oh, no, vivo en Colima.
De eso nunca me acordé. La urgencia de beber era más fuerte. Tonto de capirote. Pero lo que en la mente no me falló. Es que a decir de noticieros deportivos y de fuentes fidedignas por ahí (del mismo ámbito). Resulta que para el torneo venidero, en el banquillo de mis amados Diablos Rojos del Toluca, en el puesto de director técnico, estará nada más y nada menos que José Peckerman, exdirector técnico de la albiceleste (Argentina). Yo nada más pregunto ¿otro argentino para el Toluca? Verdad que la memoria no falla...

1 comment:

Jaime said...

lo que pasa es que ya estás ruco, cabrón y no aguantas nada

¿Qué es lo primero que levantas del suelo después de un terremoto?

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