Thursday, May 24, 2007

Entre médicos te halles (Crónicas defenestrantes)

Entre médicos te halles
(Crónicas defenestrantes)


Alberto Llanes


Aquí se inicia un ciclo: Las crónicas defenestrantes. Relatos sucedidos en un tiempo-espacio que no tienen otra intención para el lector, que defenestrarlo. Yo defenestro. Tú defenestras. Él defenestra. Nosotros defenestramos. Ustedes defenestran. Ellos defenestran. Vosotros defenestreís. Bla bla bla. Pinche Llanes saca para andar igual. Bájete del avión FZ-10. Y como dijera Alex Lora y lo que falta…
Total, estas crónicas surgen a partir del defenestramiento (buscar la palabra en el tumbaburros si no se conoce) en el que estoy, estuve y estaré inmerso. Por los siglos de los siglos…
Es curioso… muy curioso las visitas a los doctores de la índole que sean. Es decir, tiene uno que pasar por ese proce(xo) (ir al médico), pero es raro, máxime cuando últimamente, los médicos han sido lo que más he visitado.
Resulta, que uno llega al doctor por una dolencia… mal funcionamiento… deformación… aparición extraña de algo extraño en el corpacho, en fin… por miles de razones uno acude a esas instancias (medidas extremas requieren soluciones extremas). Entonces hay va uno todo cabizbajo, cejisjunto, meditabundo, errabundo, dubitativo, dolorido, defenestrado pues, y en pocas palabras.
Hay vas… como perro regañado… lo que más esperas de un lugar así, es un trato cordial, amable, sentirte a gusto pues, aunque te esté cargando Pifas (pinche Pifas y sus cargamientos). Generalmente el trato es así, digo, para eso pagas una cantidad importante de dinero. Claro que si uno mismo supiera qué pedo con el cuerpo, pues no requerirá de este tipo de instancias, pero en fin, nadie sabe, nadie supo.
Llegas. Entras. Das las buenas tarde al respetable. Te contestan como tú, es decir, con la duda que se les nota en la cara, con el nervio a flor de piel etc., Llegas a la recepción o a lo que haga de recepción o a donde está la señorita enfermera para avisar que ya… que ya llegaste a un auscultamiento o vaya a saber qué más. Generalmente eso pasa con un médico particular. En el seguro es otro pedo. Pedo que por supuesto no voy a relatar aquí para no poner en mal a la institución.
Generalmente la espera es de unos cuantos minutos. Digo generalmente porque es a previa cita. Entonces uno empieza a observar a los vecinos. Qué malestar tendrá ése por ejemplo, qué malestar tendrá ese otro etc., luego uno observa la estancia, si tiene fuente, el tipo de sala de espera, los muebles, si hay cuadros etc., así van pasando poco a poco los minutos. Y uno siente una ansia interesante, antes de escuchar las palabras funestas. Sr. Llanes, Adelante, Pasé usted. Tómala bigotón. Yay vas. Cola metida entre las patas. En una fracción de segundo vas pensando lo que le vas a decir al médico, cómo se lo vas a decir, qué te va a hacer, cómo te lo va a hacer. Joder.
Entonces pasas, no te queda de otra y… el médico muy amable te suelta un: Bienvenido Sr. Llanes, Es la primera vez que viene con nosotros, Sí doctor, la primera, Bueno, le voy a hacer una serie de preguntas, Está bien. Y con las manos entrelazadas la una con la otra, y sudando frío, esperas el tiempo necesario (en que transcurran las preguntas), para ver cómo carazos vas a empezar a decir la serie de síntoma que tienes y que te hizo llevar a tomar esa decisión, la decisión de ir a visitar un médico.
Y las preguntas salen rápido y fáciles, y las respuestas también. El miedo se te empieza a escapar. El dolor sí lo tienes, pero hay que ser francos, ni te acordabas de él. El médico empieza por el nombre completo. José Alberto Llanes Castillo. Luego la edad. Veintitantos. Domicilio. Conocido. Teléfono. Tal. Estado civil. Pues emparejado. A qué la gira. Trabajo en tal parte doctor. Y entonces viene lo más funesto de todo… Y ahora sí -dice el doc-, dígame qué chingados lo trajo acá. Generalmente no dicen chingados en la primera cita, quizá después sí. Pero entonces uno ve el rictus del doctor, y los lentes, y la bata, y el porte, y la cara, y el consultorio, y todos los artefactos, y entonces vuelve uno a sudar friyón. Puta madre, qué coños tengo -piensa uno-, por dónde empezaré -piensa uno-, qué le digo a este güey -piensa uno-. Y entonces uno se acuerda de que lo importante, lo very important es empezar por el principio, por el mero comienzo, por lo que tragamos la noche anterior, por los síntomas que tenemos, por los dolores que nos dan, por la pinche fiebre de días pasados, etc.
Y uno cuando descarga todas las dolencias habidas y las por haber, se empieza uno a sentir mejor, todo pasa, vuelve uno a la normalidad, relax total, en fin. Sientes que te quitan un peso de encima y es verdad, te quitan un gran peso de encima. No pasa nada si le ponemos de hecho: varios pesos de encima. De todo esto uno se da cuenta, cuando precisamente uno tiene que ir a pagar por la consulta y todavía tienes que comprar la medicina y te das cuenta que en la cartera nada más traes cincuenta pesos, y que por el dolor y los malestares y los bal bla bla, se te olvidó pasar al cajero a retirar el dinero para pagar…

1 comment:

Jaime said...

te encantan las visitas al proctólogo, culito, cuaaaaaando se arma la peda con el iovas, la chingaderita esa, el chinicuil, el chambitas,la cosa esa con patas que es el iovas pues cuando papá

¿Qué es lo primero que levantas del suelo después de un terremoto?

 En palabras Llanes     I Una vez más México hace historia; otro 19 de septiembre que « retiembla en su centro la tierra al sonoro...