Monday, March 12, 2007

Mis dos chicas, el Catastófico, Mr equis, Señor Celofán, y las consecuencias de una noche de verano después de Chicago

Vuelve todo a la carga. Noches van y viene. Pero pocas memorables. Dignas de ser narradas. Logradas a base de estoisismo pedero. De callo chelero. De amistades chingonas. De situaciones pendencieras que a veces nos toca librar. La noche empezó como siempre. Normal. Un espectáculo en un teatro. Brindis al final. Pero no por la obra. Sino por la presentación de un libro nuevo. Como si faltaran libros nuevos. Lo que falta son lectores chingada madre. Bien, después de exabrupto mañanero, continuo. Un espectáculo teatral, musical. ¿Hace cuánto que A doble ele (el Catastrófico), no iba a un espectáculo teatral musical? Esa es una pregunta que sólo él conoce la respuesta. Chicago era el show. Recordaba la actuación magistral de Catherine Zeta Jones emulando a la sensual Velma Kelly, pero nada más. Claro, también recordaba a Renée Zellweger en el papel de Roxy Hart. Así que, minutos (escasos por cierto), antes de las siete de la noche. El Catástrofes llegó al recinto cuasi del brazo de Roxy Hart. La primera de las mujeres en cuestión, rememorando aquel cuento de De la Cabada, "Mi primer mujer", leído en una clase de maestría que no me compete contar aquí, porque nada más lo que quería mencionar. A las afueras, con el ansia por la tardanza (que no fue culpa mía), esperaba Velma Kelly boletos en mano. Cual capo de la mafia de Chicago, precisamente. El Catastrófico entró al recinto con las dos mujeres por delante. Una pistola en el cuerpo, una gabardina hasta las rodillas, un sombrero típico de la época y un puro en la boca, o al menos, un cigarrillo, hubieran dado el tipo ideal. Pero no. En esa ocasión la afición tendría que conformarse con una simple camisola rojísima (de sangre, quizá, según la anterior Triquiñuela, el color favorito de Mr. Catástrofe), y un pantalón de la época, eso sí, las botas mineras, el cabello largazo y la finta de la malechor, sí venían incluidas en el kit original. Después sentarse. Intercambiar algunos vericuetos con las chicas, como es obvio, una de cada lado, a la izquierda Velma Kelly, con su pelazo negro, bien peinada, de blanco impoluto (hubiera estado mejor de negro, más sensual, pero no estamos aquí para complacer a nadie, ni siquiera a Mr. Catástrofe, héroe de esta película, papá), del lado derecho Roxy Hart, con su cabello rubio, camisola roja y pantalón negro, un tanto más elegante que ambos: hombre y mujer. Y tiene que ser, Roxy es la primera que logra una sesión de jurado por su libertad. Oscuro. Todo empieza. Los personajes, como es lógico, se presentan. A la distancia, quizá fila 10. El Catastrófico logra captar a una chica hermosa. No es que las que fueran con él no lo sean, pero es hombre, le tira a todo lo que se mueve. Ella se movía sensualona. El tipo perfecto para Mr. Catástrofe. Cabello negrazo, piel blanca. El estilo, le mera verdá. El tipo en como a él le gustan las chicas. Total. Buenas voces, no se puede negar. Aunque, a decir verdad, la que hacía el papel de Roxy Hart la tenía más cachonda, la neta. Un poco de falta de fuerza en los bailes, es lo que Mr. Catástrofe nota a esa obra. Quizá, poniéndose muy exigente, falte también, en algunos de los actores, dicción, pero bueno, por cincuenta pesos la entrada no se puede pedir que las viejas estén buenas, bailen bien, canten mejor, y que además, gusten del gusto del Catastrófico, y todavía que enseñen piel, pues no, dónde se ha visto eso. Total. El intermedio dio chance de socializar un poco. Darse un baño de pueblo siempre hace falta. Cambiar otras expresiones con las chicas. Las veía, y el Catástrofico veía en ellas a Roxy Hart y a Velma Kelly. No está de más decir que de abogado no tiene nada. Pero bueno, así el Catatrófico, le gusta inventarse. Los viernes son días así. Le pasan cosas inesperadas. Aunque al Catastrófico le pasen cosas inesperadas lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábados y domingos. Y a veces días entre semana, ya no, en fin de semana. La salida del teatro vino acompañada por una voltereta a la celebración del brindis por el libro que se acababa de presentar en la Casa de la Cultura. Como el Catastrófico no vio a nadie conocido, optó por irse con sus chicas. Porque, a decir verdad, una fiesta esperaba por ellos. Cualquiera hubiera sido buena excusa para acercarse, tomar una copa, quizá un bocadillo, pero no. La premura es también así. Suele durar lo que dura lo efímero. Las chicas, en su actuación magistral de Roxy y Velma, respectivamente. Nadie conocido. Vámonos. Aquí no hay nada. Y la fiesta, la fiesta está por comenzar. El auto no tiene finta de ser de capos de la mafia de Colima. Ellos usan Suburban, a veces con choferes, unos, hasta en el palacio trabajan, o se dicen, algo así como amigos de la gente. Vueltas gansteriles esas sí. Velma Kelly al volante. Roxy Hart en la parte trasera. El Catástrofico, que bien puede ser Billy Flynn, de copiloto. Y es que, cuando se ha visto que un capo de la mafia conduzca. Generalmente van ocupados con drogas, con alcohol, con mujeres. O en tiempos modernos, los capos modernos. Moviéndole no sé qué al teléfono celular, a la Palm, a la laptop, así son los capos. O mejor, limpiando su arma, calculando el tiempo necesario que tiene un hombre para morir, por ejemplo. Así son los capos de la mafia. Te los encuentras en la esquina de la calle, sombrero en su lugar, gabardina negraza hasta las rodillas, cigarro en la boca, lanzando una moneda al aire, esperando, sólo esperando.
El lugar de la fiesta, irracional. Por qué ahí, primero. Los capos de la mafia de Chicago-Colima, no se pueden dar a conocer así, en una fiesta ahí. Total. El capo de la mafía de Chicago-Colima, mejor conocido como Mr. Catastrófico, optó por cambiar de identidad. Se volvería un mero estudiante de alguna maestría, de una universidad poco conocida, y también, adoptaría la identidad de un simple escritorcito de ficciones. Refueguero. Chelero por sincenridad autómata. Eso sí. Llegar con dos mujeres del estilo de Velma Kelly y Roxy Hart, siempre es un regusto, bueno, entonces, el capo de la mafia de Chicago-Colima, mejor conocido como Mr. Catástrofe, que se hizo pasar por un estudiante de maestría, medianamente bueno, declaró ser, ahora, para la concurrencia Billy "Muñe" Flynn. Los invitados, todos con caras conocidas, por cierto, ni se inmutaron. Dijero quizá salú, le ofrecieron a Mr. Catástrofe y a sus chicas una dotación de cervezas, y empezó el refuego. Uno nunca sabe lo que fiestas como esas pueden lograr. Quizá no sé, terminar en otro lugar, ebrio de nocturnidad, drogado por copulación disyuntiva oxigenación doble carrujo y candado francés. Total. Todas las noches son oscuras. A menos que la luna ilumine con su odiosa redondez brillante el planeta. De ahí en fuera, todo es oscuro. Catastrofes lo prefiere así, oscuro, lento pero rápido, con sus intervalos, claro. Con sus rapideces de 3.9 segundos, intermitencias de 4.3 segundos, lentitudes de 5.4 segundos, modificaciones de 6.3 segundos, aclaraciones de 1.2, consecuencias de 8.7, entradas de 9.8, salidas de 2.5, recesos de casi nada. Lo rápido, no quiere decir que no dure mucho. Así, todo a reloj, aunque el Catastrófico reloj reloj, lo que se dice reloj, no lleve nunca. Para qué, se le para a cada rato y eso es chido. Los wiskies son buenos porque le recuerdan, al Catastrófico, a Charles Bukowsky, aunque una de las chikas que acompañan a Mr. Catástrofe, no tome más que pura chela, con limón. Eso es chido, pero a veces, no, no hay limón. Pero ese no es el asunto. Lo que pasó pasó. Son mis fans. Porque lo mío lo mío lo mío, es la Dreaming Californication. La lectura de Octavio Paz ahorita no sirve de mucho, aunque bueno, La llama doble, quizá al Catástrofico lo saqué de apuros. Larga fue la fiesta. Como a veces se torna tantito, la semana santa y por ende la cuaresma. Los wiskies le recuerdan al Catastrófico cosas. Generalmente chidas. Pero a veces, prepararse una le da hueva. Ahora, que si el preparado va para Velma Kelly, no se le puede poner pretexto. Es decir, sí, es capo de la mafia, pero antes, es caballero, tenga o no tenga mesa redonda. Eso viene valiendo madres. Después del exabrupto regreso. A los demás personajes de la tertulia, como llaman los literatos a sus desmadres, Mr Catastrófico me ha pedido que no los mencione. No es que no sean importantes, aquí los importantes, los meros gallos, los héroes de esta película, papá, son nada más sus chicas, sus ídolas. Ídolos, avísoles, confírmoles, anuncíoles, dúdolo, que sean otros. El mosaíco de posibilidades se expande... (continuará... si el catastrófico, no decide lo contrario).

2 comments:

Tewé Nesérame said...

nooombre borrachazo que es usted eeeh!!! No sé qué es pior, si su gusto exagerado por el alcohol o su fanatismo por el Toluca... pero yo creo que lo segundo. Saludos!!

Josué Barrera said...

Saludos, Alberto. Hace tiempo que no visitaba tu sitio.

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