Friday, January 11, 2008

Sólo es… imaginación

Sólo es… imaginación


Alberto LLANES


Imagina que te despiertas de un largo y profundo sueño. Desde hace varios años vives solo, por eso cuando despiertas, en la cama nada más estás tú, las sábanas, dos grandes almohadas (sin las cuales no puedes conciliar el sueño), una colcha para el intenso frío de la ciudad y el tazmania regalo de tu ex.
Una vez despierto te estiras, larga, pausada, cómoda y tranquilamente, tienes tiempo, tienes todo el tiempo que quieras, ese aún no es problema grave. Tus brazos se estiran cuán largos son, junto con tus piernas, te estiras a todo lo ancho y largo de la cama king size, hasta que una lágrima aparece en uno de tus ojos, siempre el izquierdo, tu hemisferio y escuchas cómo truenan todos y cada uno de los huesos de tu espalda.
¡Se siente bien rico verdad!, se siente una sensación de descanso, de que no te angustia nada y es verdad. Ahora bostezas, tanto y tan fuerte y tan amodorrado y tan profundamente y tan rico y tan largo y tan cautelosamente, pero de verdad tan tan tan rico, que de tus ojos está brotando llanto como dice la canción. Una agüita empieza a salir de ellos, lista para resbalarse por las mejillas recién adormiladas y tupidas de barba de tres días, para perderse quién sabe dónde.
Desde que te despertaste sentiste la sensación de que hoy será tu día. El reloj despertador que está en el buró, junto al siempre imprescindible vaso con agua que tomas diario antes de hacer cualquier otra cosa después de levantarte, marca las seis y media de la mañana. El tiempo aún no es relevante.
Todavía acostado tratas de recordar tu sueño, o lo que estabas soñando hace apenas un instante. Te incorporas, tomas el vaso con agua y depositas en tu estómago el contenido de un solo trago, sientes panza de hidrópico pero no le hace, necesitas esa agua en ayunas, te lo dijo el médico, bueno, la médico, que ahora que la recuerdas está muy buena.
Si no bebes esa terrible dosis de agua en ayunas pasas todo el día con un espantoso dolor de jaqueca.
Sigues tratando de recordar tu sueño pero nada, no quiere aparecer en el almacén de tu memoria fallida. Te has despertado media hora antes porque así lo quisiste el día anterior al poner el despertador a las seis y media de la mañana, pero el tiempo todavía no es importante.
Mientras te has despertado, descubierto tu soledad, visto el estúpido regalo de tu ex, estirado, tronado todos los huesos de tu espalda, bostezado hasta casi llorar, sentido que hoy será tu día, visto el reloj del buró, recordado que tienes media hora de ventaja, tomado el agua del vaso que reposaba en el buró, tratado de recordar qué jodidos estabas soñando hace apenas un instante, después de todo esto pasaron sólo cinco ridículos minutos.
Te das cuenta de ello porque volteaste a ver el reloj despertador. Te levantas de la cama donde estabas sentado, acostado antes, y ríes… hiciste muchas cosas en cinco pinches minutos y ni siquiera tuviste que hacer gran esfuerzo físico. Levantado ¡por fin!, te quitas los boxers que caen al suelo impávidos sin vida y en efecto, no tienen vida propia, tú les das vivacidad. Sales completamente de los calzoncillos de figuras de solecitos y los dejas ahí, quedas desnudo, completamente desnudo, no duermes más que en boxers. En las noches hace frío pero no soportas dormir con el pijama, para eso están las sábanas y la colcha. -Piensas-.
Desnudo, sales de la habitación. Prendes el televisor para ponerte al tanto de las noticias del día o lo que está pasando en el mundo entero, pero sobre todo en México. Vas al refri. Sacas una garrafa de jugo y un trozo de queso, metes el dedo a la cajeta y lo limpias con la boca, haces lo mismo con la mayonesa y le das una rebanada de jamón a tu estómago. Sabes que eso que acabas de hacer: un trago de jugo, un trozo de queso, dos dedos: uno de cajeta y otro de mayonesa y la exquisita rebanada de jamón son tu desayuno del día y tal vez tu comida y por qué no, hasta tu cena. Vas al baño, levantas la tapa del inodoro y orinas parado, como siempre lo has hecho, vives solo, no hay mujer en casa que te reclame orines alrededor de la taza del baño.
Te miras frente al espejo y sabes que es tu día, el gran día. Bates la crema de afeitar y le das una probada ¡mmmm está buena, muy sabrosa!, huele a perfume de lavanda con chispas de color azul, oprimes la válvula y en la palma de tu mano aparece espesa, la espuma blanca, olorosa olorosa, la frotas con ambas manos y comienzas una aplicación en tu cara previamente húmeda con movimientos circulares y poco a poco. Tomas el rastrillo de la marca Gillete que es para verse bien y sales del baño. Apagas el televisor porque sientes que el locutor dice puras pendejadas y pones el disco de que te regaló Lilí. Tu novia actual.
Mientras suena el primer track, regresas al baño y comienzas la tarea del rasurado que no te gusta porque te irrita la piel, pero que le prometiste a Lilí para dar mejor aspecto ahora que presentas este nuevo proyecto. Mientras pasas el rastrillo por tu cara te acuerdas de la cogida sardónica entre tú y ella mientras le decías en el oído que te ibas a rasurar, porque según Lilí la picabas y vaya si la picabas.
Todo fue en casa de ella, bueno, en la de sus padres. Cuando cenaban los cuatro Lilí por debajo de la mesa puso su mano en tu rodilla y la fue subiendo hasta tu parte que reaccionó al estímulo. Sabías lo caliente que era Lilí, de hecho tú eres igual o peor de caliente pero lo disimulas. Al término de la cena tus suegros se fueron a sus aposentos. Tú y Lilí se quedaron a levantar los platos sucios, ¡sí como no!, otra vez por debajo de la mesa se agachó y te hizo el mejor sexo oral que sabía hacer.
Realmente no sabías por qué andabas con ella, a la mejor era porque movía de maravilla la lengua, o porque tenía unos labios carnosos con que succionaban la coronilla de tu glande y porque tenía una boca grande donde cabía la parte y además esa lengua, ¡caray!, esa lengua que pasaba por todo ese miembro eréctil.
Tal vez era el único buen uso que Lilí le daba a su lengua, porque de lo contrario, cuando platicaba con tus amigos decía cada sarta de pendejadas, que te daba pena que hablara y fluyera su estupidez de niña rica, de esas que nada más van a la escuela mientras encuentran un pendejo como tú, que se las esté cogiendo aunque no sepan que el segundo nombre de Francisco Madero, es Ignacio. A veces preferías que se quedara callada como dice el poeta, me gustas cuando callas porque estás como ausente…
Justo cuando pensabas que Lilí era de verdad una pendeja y que no servía para nada más que para coger oralmente, te cortaste con el rastrillo –¡¡¡puta madre!!!, pinche Liliana, hasta en mi pensamiento eres una pendejaaaaaa -Gritaste-. Sabías que la herida no era tan de llamar la atención y que con el baño todo iba a estar bien. Terminaste, te enjuagaste el rostro con agua bien caliente y te pusiste de esa loción after shave y todo se arregló, la herida no se notaba nada.
No habías abierto el grifo del agua cuando el despertador sonó otra vez, marcaba las siete de la mañana en punto, sonaba cada hora. En el estéreo el tercer track del disco que te regaló Lilí empezó a sonar: por debajo de la mesa acaricio tu rodilla y bebo sorbo a sorbo tu mirada angelical…, pinche Lilí bajita la mano era una puta, pendeja, pero puta.
Acabas de bañarte, siempre lo haces en quince minutos pero ahora esos quince se volvieron diez por la falta de agua caliente y por culpa del frío de la Ciudad de México. Efectivamente, el reloj del buró marcaba las siete y diez de la mañana, la junta es hasta las diez, o sea que puedes arreglarte con todo el detenimiento del mundo.


***


Sales de tu casa hecho todo un galán de telenovelas tipo Eduardo Capetillo, vestido con traje, camisa con mancuernillas, zapatos bien lustrados, cabello cortado y engominado con los espejuelos que dan ese aspecto entre intelectual, jovial e interesante. Recuerdas que la junta para presentar el proyecto en el que has trabajado tanto es a las diez de la mañana. Si te lo aceptan ¡ya chingaste!, a ser el jefazo de toda esa bola de güeyes que siempre te han tirado mala onda, caso contrario, a seguir siendo pisoteado, a seguir haciéndole la barba al pendejo de tu jefe, que es un pendejo y lo sabes y lo malo de todo es que lo sabe él, pero se da ínfulas de licenciado y ni la carrera terminó el muy cabrón, o sea, como te dice tu madre cada que le hablas por teléfono o la visitas, a seguir siendo el lame huevos de la compañía, pero no, -Piensas- nada puede fallar, tienes el apoyo de los inversionistas, si a tu jefe no le gusta el proyecto por algo, lo que sea, que se chingue y que vaya a chingar a su reverenda madre, o que presente un proyecto más cabrón que el tuyo, haber si es cierto pinche jefecito lame huevos también. Y te acuerdas que la única lame huevos aquí es Liliana y lo sabes y lo sabe ella también, ¡y tremenda forma de hacerlo!
Antes de cerrar la puerta te detienes, ya desayunaste, te rasuraste y te ves varonil, la cortada no se nota, te pusiste loción Carolina Herrera 212 for men, apagaste todo lo eléctrico, el gas no lo ocupaste, llevas las llaves, el portafolios donde va el proyecto en cedé, en mini cedé, en disquette, impreso, en gráficas, en diapositivas y en planos grandes, que no son planos precisamente, pero que a la distancia lo parecen.
Vas bien vestido, de gala diría yo, llevas el reloj bolsillo regalo de tu padre en la navidad ¿de qué año? Uta, no te acuerdas, pero en alguna navidad, el celular está cargado hasta full por si Lilianita quiere meter cosas en su boca, en fin, vas bien preparado, has estudiado un chingo ese proyecto, por semanas, incluso no pasa nada si le ponemos meses, han sido meses de trabajo arduo, nada puede fallar, recuérdalo, es tu día, tu gran día y el tiempo no es motivo de angustia.
Sales del edifico, el cual dejarás si aceptan tu proyecto para cambiarte a un penthouse en una zona muy exclusiva, muy chingona, y no es que tu depa esté jodido, pero si se puede cambiar ¡qué mejor! Haces la parada a un taxi, lo cual dejarás de hacer si aceptan tu proyecto, porque vas a comprar la Cruisier que tanto quieres y has querido. Llevas todo a tu favor, hasta el maldito tiempo, a penas son veinte para las ocho.


***


Al WTC por favor, -Le dices al chofer-, Perdón, -Te responde él, le repites con gusto pero eufórico, Al edificio Central de Transacciones Mundiales, Con gusto, -Dice al final-.
Vives en la ciudad más grande del mundo, pero hasta eso, el World Trade Center no está retirado de donde vives, pero en la Ciudad de México hablar de distancia es hablar de tiempo. Casi al llegar el edificio, el Dobleú Te Ce se ve imponente, grandioso, nada que pedirle a los gringos –Piensas-. Pagas el servicio y te bajas con todos tus planos que no son planos y te diriges a la entrada para de ahí, ir a la sala donde se va a hacer la presentación de tu proyecto. Echas un vistazo al reloj bolsillo e indica nueve y veinte, hiciste cuarenta minutos de viaje y eso que no vives tan lejos del Dobleú Te Ce, el chofer te bajó doscientos cincuenta pesos por el servicio de taxi y ahora estás ahí, en el edificio que te verá ser el chingonazo en días venideros.
En vacaciones escolares la capital se ve bien, luce incluso sin smog y el tráfico es fluido. Luego de cruzar un tercio de la ciudad, santiguarte en dos que tres iglesias a tu paso, estás a las afueras del Dobleú Te Ce repasando mentalmente el proyecto, el cual, te sabes de memoria.
No has cruzado el umbral cuando la que será tu secretaria si aceptan ese proyecto y que está muy mami, muy rica, lo que se dice una secretaria de primer nivel, sale a tu encuentro y te da un aliviane con los planos que no son planos pero que lo parecen a la distancia.
La que será tu secre si todo sale bien, te dice que aún faltan varios minutos para que empiece la reunión pero que si quieres ir a la sala a preparar las conexiones, ya está lista y que tu jefe Urquidi, quiere verte para ajustar algunos pequeños detalles. De reojo le ves las nalgas a la secre que está rebién y le dices a todo que sí, sin saber a ciencia cierta qué fue lo que te dijo.
En el elevador, te le quedas viendo en el escote y ella se da cuenta y se lo abre un poco más para que disfrutes plenamente de ese paisaje montañoso que te ofrece, a cada piso que suben el elevador se va llenando de gente pero también vaciando, llega un momento en que quedan pecho a pecho, a escasos milímetros de chocar tu boca con la de ella, ¡claro! si no fueras en esa posición como flexionando las piernas para poder quedar precisamente así, con la boca de ella casi en tu boca.
Llegan por fin al piso setenta y dos y se separan, ya no sientes la opresión de sus pechos, te lanza una última mirada y se va a la sala donde se hará la junta, tú, tú tienes que ir con Urquidi, tu jefazo, el pendejo. Llegas a su privado, el cual si todo sale bien será el tuyo. El pendejo de tu jefe te espera como siempre con su cara de baboooosssso y te dice quien sabe qué cosas y que le eches ganas y que impresiones a los inversionistas y no sé qué boberías más, bien sabes que lo dice por puro pinche formalismo, porque de salir todo bien, el jefazo serás tú y él, pues él tendrá a la mejor que irse y buscar otra chamba o dejar de mandarte por lo menos.
Te ofrece el muy cacique una taza de café, sabe que odias el puto café y aún así te quiere joder, aceptas mejor un vaso con jugo de naranja, el cual te lo lleva la secre, la misma que si todo sale bien será la tuya, te vuelve a lanzar esa mirada cachondona que te lanzó hace apenas unos minutos en el elevador y dejas caer el líquido amarillo en tu estómago, sientes que empieza a tronarte refeo ¿será mal augurio?, no, es tu día, tu gran día, justo en ese momento recuerdas tu mísero desayuno, agua, trago de jugo de la botella, queso, dedo de cajeta y de mayonesa, rebanada de jamón y ahora otra vez jugo.
A las diez en punto llegan los empresarios todos vestidos con traje de rigor, caras enjutas y colores serios. Se abren las puertas de la sala de juntas donde ya está todo listo para la ponencia de tu proyecto, dime, ¿qué jodidos puede fallar?, has repasado todo una y mil veces, el proyecto es tuyo, lo sabes de memoria, nada fallará…
Se cierran las puertas, la que será tu secre si todo sale bien entra a la junta a oír lo que tienes que decir para estar enterada de lo que su nuevo patrón “si todo sale bien”, va a hacer en los años venideros.
Empiezas muy seguro pero luego y tras esas miradas de cachondez de la que será tu secretaria, empiezas a ponerte nervioso, ves de reojo su mini, sus senos, sus cabello, imaginas su espalda desnuda, recuerdas que eres fetiche de espaldas, te gustan, sobre todo si están desnudas y con pecas, te imaginas qué calzones traerá, su sostén y esos senos apretados dentro del bra., dos o tres tallas más pequeño de lo normal para que resalten tras el escote.
Te acuerdas que Lilí es una pinche puta caliente, pero já, tú también lo eres, pero dizque lo disimulas y eso quizá es peor.
Valió madre –Dices en voz alta y todos se te quedan viendo-. Empiezas a decir una serie de disparates que no estaban dentro del script original. La que será tu secretaria sigue haciéndote decir estupideces y esta vez saca la lengua golosa y la pasa por toda la boca como incitando haaaa… y te acuerdas de la zorra de Liliana porque ella hace algo igual cuando quiere sexo oral. Estás nervioso pero excitado, sientes la mirada de tu futura secretaria en ti, en tu pene, no quita los ojos de ahí… hasta que ya no puedes más y le dices en tono claro y fuerte para que todos lo oigan.

-¡Quítate la ropa, bájame el cierre y chúpalo, perra!

Se hace un silencio incómodo en la sala, todos se te quedan viendo en el pantalón que se comienza a abultar justo ahí. Los empresarios japoneses salen diciendo una serie de improperios en un lenguaje que no conoces (que tú crees que son improperios por el gesto irritado con que los van diciendo), tu jefe sale tras ellos hablando el mismo lenguaje, en español les dice que te vas a retractar y no funciona, que es parte de la campaña publicitaria para promocionar una nueva guitarra Yamaha, pero tampoco funciona, la regaste, ni modo. Rebasaste el límite de la obscenidad.
La secre rubia se te queda viendo y pone cara de: “éste güey qué dañado está” y sale de ahí a toda prisa antes de que te la tires en esa sala de proyecciones y vaya que te proyectaste… de pronto y a lo lejos suena la voz de Liliana: “recuerda que sólo es tu imaginación…”.
En eso te despiertas. Desde hace mucho vives solo por eso en la cama sólo estás tú, las sábanas, dos grandes almohadas sin las cuales no puedes dormir, la colcha que siempre amanece tirada en el suelo a pesar del tremendo frío de la ciudad, el tazmania regalo de tu ex, el cual y aunque parezca mentira e increíble sin él, tampoco logras conciliar el sueño.
Una vez despierto te estiras, larga, pausada, cómoda y tranquilamente. Tus brazos se estiran cuán largos son, junto con tus piernas, te estiras a todo lo ancho y largo de la cama king size, hasta que una lágrima aparece en uno de tus ojos, siempre el izquierdo, tu hemisferio y escuchas cómo truenan todos y cada uno de los huesos de la espalda.
¡Se siente bien rico verdad!, se siente una sensación como de descanso, de tranquilidad, de que no te angustia nada y es verdad, no te angustia nada, por el momento. Ahora bostezas, bostezas tanto y tan fuerte y tan amodorrado y tan profundamente y tan rico y tan largo y tan cautelosamente, pero de verdad tan tan tan rico, que de tus ojos está brotando llanto como dice la canción, una agüita empieza a salir de ellos, lista para resbalarse por las mejillas recién adormiladas y tupidas de barba de tres días y perderse en quien sabe dónde.
Desde que te despertaste sentiste la sensación, siempre desquiciante pero sensación al fin y al cabo, de que hoy, sí, no mañana ni ayer, no, hoy será tu día. El reloj despertador que está en tu buró, junto al siempre imprescindible vaso con agua, que siempre tomas antes de hacer cualquier otra cosa después de levantarte del camastro, marca las…¡putísma madre!, las diez de la mañana con cinco minutos, los minutos te los pasas por los huevos pero las horas, esas sí no, se te volvió a hacer tarde, la alarma nunca sonó porque simplemente no programaste bien el reloj despertador y por ende no vas a llegar a tiempo a presentar ese proyecto de campaña publicitaria en el cual has trabajado tanto, tantísimo tiempo.
Tu jefe debe estar echando pestes de ti a esta hora y la que iba a ser tu secre si todo salía bien, debe estar recordando aquella vez que en el privado hicieron el amor y seguro ya no se repetirá jamás porque de seguro te van a correr. Cabrón…
Lilí ha de estar creyendo que a estas horas su novio está presentado tranquila y cómodamente ese proyecto en cual han trabajo tanto y cogido tanto también.
No cabe duda, ¿sientes que es tu día?, pues sí, es tu día, es el día en que seguirás siendo el mismo pinche lame huevos del jefe como bien te dice tu mamá cada que le hablas por teléfono o la vas a visitar…

1 comment:

Anonymous said...

no hay cosa más nefasta que un cuento en segunda persona mal hecho.

¿Qué es lo primero que levantas del suelo después de un terremoto?

 En palabras Llanes     I Una vez más México hace historia; otro 19 de septiembre que « retiembla en su centro la tierra al sonoro...