Monday, February 28, 2022

Por pandemia o por violencia

 En palabras Llanes

 

 

Es jueves 10 de febrero de 2022. La noche de anoche fue particularmente tétrica; en la calle sirenas, coches a alta velocidad, perros aullando, pasos de gente que corre, mucho ruido, cualquier sonido del exterior de la casa hacía que mi mujer y yo nos volteáramos a ver aterrados, abriendo grandemente los ojos y con una expresión intranquila, de asombro, de espanto. Los días se han superpuesto así, violentos, donde los hechos que involucran sangre parecen ser del diario.

              Hay fechas impostergables y hoy jueves fue una de ellas. Salí a la calle con todo el temor del mundo, observando (que no viendo) para todos lados. Con el valor bien adentro caminé del bachillerato número cuatro a la Maclovio Herrera; el recorrido lo hice en diez minutos, quince cuando mucho. En los ojos de los colimenses se notaba incertidumbre, desazón; en tres días sumamente violentos, la autoridad del estado no se ha pronunciado para nada. El silencio nos carcome las entrañas y también interpreta algo, mucho. El que calla otorga. La comunidad no sabe qué hacer, qué no hacer. Volteaba a ver a todos y todos me volteaban a ver a mí, con desconcierto.

              Las clases en diversas escuelas se han cancelado a consecuencia de los actos delictivos. Regresamos otra vez a virtuales cuando estábamos, apenas, agarrándole el gusto a retomar a las actividades presenciales escolares, luego de casi dos años de estar en confinamiento. Cuando no es por la contingencia sanitaria es por violencia que tenemos que resguardarnos en la casa; en días de pandemia nos dijeron que eran sólo cuarenta días, y ya vamos a ajustar dos años y la pandemia aún no se ha terminado, sin embargo ya estamos de regreso en las aulas; en el caso de la violencia no se sabe cuántos días estaremos en resguardo, las autoridades hablan de cancelar actividades escolares, por lo pronto, jueves y viernes para retomar el lunes venidero, lunes 14 de febrero que es día del amor y la amistad y lo que menos tenemos o lo que menos se ve en la sociedad colimense es justo esto, amor y amistad.

              Me topé, en mi recorrido, con muchos negocios cerrados. Pensé de nuevo que la economía se verá afectada sobremanera, no terminamos de reponernos de esto y no es cierto que veníamos bien y llegó la pandemia como dijo AMLO. La actividad en la calle no es la de un jueves por la mañana, donde algunos van a la escuela, otros al trabajo, los demás a sus negocios y otros a vivir la vida. El más ateo se persigna ante cualquier imagen religiosa a su paso; me di cuenta de ello al andar por el centro de la villa y ver gente fuera de la catedral (San Francisco) rezando, persignándose, persignando a sus hijos pequeños, lo noté también en la iglesia de San Francisco de Asís, gente viendo para la iglesia, orando, elevando una plegaria, totalmente desconcertados. Dicen que pensar en el color rosa mientras oramos, calma un poco el alma, no lo sé de cierto…

              El corazón me da vuelcos y camino a paso mega veloz, más de lo acostumbrado, tengo que llegar a mi casa; hay mucha confusión en maestros, alumnado, en la gente y tengo que orientarlos aunque yo mismo esté desorientado o sin comprender todo esto, no salimos de una y estamos inmersos en otra.

Puedo ver que algunos son ateos por la mirada, esa mirada que es la ventana al alma y que dice muchas cosas aún con el cubrebocas puesto. Sin embargo, la mirada de nuestra gente es diferente, los que llevan el rostro descubierto se ven desconcertados, quienes usan cubrebocas se les nota el terror en los ojos; al pasar junto a ellos se hacen a un lado, como si yo fuera el delincuente, no voy en mi mejor gala, debo decirlo también, llevo ropa deportiva para poder caminar velozmente, yo tampoco confío en nadie, nadie confía, en realidad, en nadie y estamos en esta misma tierra, tierra de nadie.

De cualquier manera, la gente tiene que salir a buscar el sustento de sus familiares, vendedores ambulantes que caminan con zozobra, analizando a cada persona que pasa junto a ellos. Es una mañana extraña, diferente, que yo recuerde es la primera vez, por lo menos la primera vez en muchos años, que se cancelan actividades escolares debido a la delincuencia. El gobierno sigue haciendo mutis y yo me pregunto ¿Para eso querían llevar las riendas del estado?

A veces dan ganas de no tener ninguna red social, mucho menos teléfono celular, para no vivir al tanto de estos bombardeos noticiosos que nos ponen mal, siento que el estómago no da para tanto y que la vida, antes de estos aparatos era feliz. Seguimos sin saber qué hacer, ni para dónde hacernos, el silencio también comunica y, en este caso, desconcierta y, dijera el poeta…y costras de silencio, asfixian, matan, resucitan… aunque esto último vemos que siempre no. ¿Será cierto que tenemos el gobierno que nos merecemos? Quiero creer que no…

 

 

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