Tuesday, February 10, 2009

Aguas… ¡Calientes!




Aguas… ¡Calientes!


Alberto Llanes


Por fin, después de un rato de chamba, me pongo a escribir la crónica de Aguascalientes.
Martes 27 de enero. Siete de la mañana. Mi mujer (Alejandra Mercado), me da un mega aventón a la central de camiones. El autobús que me llevaría a Aguascalientes, al IV taller regional saldría en 30 minutos. No acostumbro llegar tarde, aunque creo que esta vez se me hizo un poco tarde.
El lunes 26 aún nos sabía si iba a ir o no. La semana anterior me la había pasado en Chiapas (Tuxtla Gutiérrez, San Cristóbal de las Casas, Yaxchilán, Bonampak, Zinacantan, San Juan Chamula, tantito así de Guatemala y zonas anexas), en un maravilloso e inolvidable viaje de bodas.
Por lo que el lunes 27 (primer día de trabajo luego del regreso del viaje), aún no sabía qué pedo con mi vida y el viaje a Aguascalientes. Luego de un par de llamadas a la Secreta de Cultura. Esaú me dijo que pasara por mis boletos a donde ya sabía y que salí al otro día para Aguas. Así que fui por lo mentados boletos y fui a la casa a sacar ropa sucia de la maleta, para volver a meter (ropa limpia) y partir muy de mañana al día siguiente.
Día siguiente.
Con tremendo cansancio voy con mi esposa rumbo a la central. Nos despedimos luego de pasar toda una semana mega-juntitos. Es complicado pero así son, a veces, las cosas. Documenté la maleta. Extendí mi boleto apócrifo (era una mendiga fotocopia), y le pedí a la e-de perro (o sea E de can) una bebida y subí al ETN.
Dentro.
Como la vez pasada. El buen Esaú me puso junto a mi compañera de viaje (en esta ocasión “La malinche”, mejor conocida en el bajo mundo como Erickona. Pensé que no iba a estar, pero oh, pensé mal, pues ocupaba el lado de la ventanilla.
─Hola ─saludé─.
Ella me contestó. /Tú eres Alberto/. Sí, Ah, cámara. Y ocupé el asiento número cuatro. Debo decir que a Erika la conocía sólo de vista, así que pensé que no habría mucha plática en el transcurso del camino. No fue así. La morra bien buena onda. Y luego de decir las cosas típicas, qué dónde trabajas, qué voy a cursar el cuarto semestre de la carrera, que qué chido, que esto y que lo otro, que nos vamos dando cuenta que hasta fuimos a la misma secu., chance y hasta la misma generación, porque tenemos la mismita edá. Alome.
Total, que todo el camino nos fuimos platique y platique. Salvo el instante en que La malinche se quedó dormida, y aproveché pa´ samparme el sándwich pinchurriento que dan en las líneas de autobús (pero más ojete resultó el sándwich que nos dieron lo de primera plus). Total, en ese momento proyectaban la película Dos muertos… pero de miedo.
Guadalajara.
Una vez que llegamos a Guadalajara habría que tomar el camión directo a Aguas. La pinche botellita de agua que me tomé junto con el sándwich hicieron mella y tuve que ir a tirar el miedo. Antes claro fue la malinche a hacer lo propio. A su regreso me confesó algo inconfesable, pero que le sucede cada que viaja. Así que para no quemarla por este medio, sólo diré que desde ese momento, le cedí el asiento del lado del pasillo. Yo ocupé siempre, la ventanilla, para cualquier emergencia.
Llegadito el tiempo abordamos el autobús para Aguas. El chofer resultó un tipo musical, pero para mi gusto traía el sistema aleatorio, porque de José José pasaba a Los Dandys, y luego a Enrique Guzmán y luego a la Sonora Santanera y así todo el camino. Un amplio repertorio musical, sin duda.
Aguascalientes.
El año pasado había estado en el mismo taller, en la misma ciudad, con un autor diferente. En aquella ocasión fue Mario Bellatin.
Ya conocía la central y más o menos el centro histérico de la ciudad. Así que le dije a la Malinche que fuéramos a dejar las maletas al hostal y que fuéramos a buscar dónde vendían chelas. Ella dijo que podíamos registrarnos en el hotel a partir de las cinco, y que sí, que fuéramos por unas chelas. Era la una y media de la tarde. No podíamos andar por todo Aguas con las maletas. Así que tomamos un tx y le dimos la dirección.
El señor no tenía ni idea de dónde quedaba el lugar. Yo pensé, igual que Erika, que se estaba haciendo wey, pero resultó que no, que efectivamente el lugar era poco conocido: “La catrina”, así que sin más le dio por unas calles, veía su mapa, se hacía wey (seguía pensando en ese momento yo), se rascaba la cabeza, me preguntaba por el nombre de la calle, por ene vez se lo di, dijo que era por el jardín San Marcos y le di rumbo allá. Y en efecto. La calle profesor Manuel Topete (no sé qué), estaba por el jardín San Marcos. Era una sola cuadra y no había ningún letrero que dijera HOSTAL CATRINA. Por lo que nos dejó en la calle y lo demás corrió por nuestra cuenta.
Buscamos el 115 de la calle profesor manuel bla bla bla, y órale, la fachada, como bien decía el correo electrónico que nos mandaron, no daba la impresión de contener en su interior un hostal, pero ahí era. Por el megáfono me dijeron qué chingados quería, y luego de dar mi contraseña automáticamente (o mejor dicho, eléctricamente) se abrieron las puertas.
El Hostal.
Yo de inmediato recordé una película de Pepito y Chabelo contra los monstruos, o alguna del Santo. Erickona dijo que nos iban a dar una casa de campaña y órale. Porque a decir verdad, entramos a lo que hacía de estacionamiento. Luego de caminar unos pasas zas, dimos con una puerta que nos transportó a un lugar de ensueño. Me cae de madres.
Primera chela.
Erickona no quiso comer. Así que le dije que igual fuéramos a un cafetín que conocía, que vendía chela e igual algo de comer (por si le daban ganas). Fuimos caminando por el centro histórico, y llegamos al café del codo. Pedí un tarronón de chela y un baguete, Erickona sólo chela con clamato. Antes claro, paramos a comprar unos Benson (mentolados), marca que fuma la buen malinche. Ahí platicamos de la ciudad, de Saramago, de literatura, de Colima, de la facultad. Otra chela. Muy rico todo y bla bla bla.
Junto a nosotros se sentó el buen Beto (luego supe que era él). Notaba una sutil mirada cada que hablaba de literatura. Iba con una chica que luego supe también, se llamaba Arlete Luévano, poeta y lectora y todo muy bien. El buen Beto, aprovechando que yo fui al baño, y que por cierto el de los hombres estaba ocupado y tuve entonces que usar el de las chicas, le comentó a Ericka que si ella era ella. Es decir, que si ella era Erika Trejo. A lo que ella dijo que sí y se sacó de onda por su tan famosa presencia. Luego se le vino todo abajo cuando Beto (dedujo) que entonces yo era Tocayo Llanes. Resultaba que Beto trabajaba en el Ciela Fraguas y que nos había oído platicar y por eso dedujo que éramos quienes éramos, porque mencionamos en alguna parte de la charla a Colima.
Obvio no me tomé nada más una chela. Fueron tres tarros, de dos chelas cada uno. Decir la primera chela es nada más, precisamente, un decir.
En la noche.
Esa noche cenamos en el Sangron´s. Bautizado así porque la gente que va ahí es medio mamona. Y así, sin más. Erika y yo nos fuimos al hostal. Ella tenía la habitación 2002, yo la habitación 201. Aún nuestros compañeros de cuarto no estaban registrados. Por lo que cada quien se armó de su cama y a esperar el día siguiente la primer actividad.
Mientras estábamos en el Sangron´s, vi que estaba Arturo de la Sota, un chico que había asistido el año anterior con Bellatin. Y mientras pagábamos la cuenta (que decir pagábamos era un decir, porque todo corrió por el instituto), vi que otros dos chicos le cargaban la cuenta al Ciela. Seguramente compañeros de aquel encuentro. Y sí, lo fueron. Resulta que eran los así apodados: De la Vega, la comitiva de Querétaro.


Al otro día.
El clima estaba chido. Con un chalequito de mi etapa de repor-perro la armé. Salí de mi habitación. Toqué en la puerta contigua y la buena Erika estaba terminando de arreglarse para ir al primer día de actividades. Y caminando llegamos bien tempra, primero a desayunar, donde volví a ver a los De la Vega y a Arturo de la Sota, y en el fondo, solo y leyendo y risa y risa, al buen Daniel Sada, que dicho sea de paso, me lo encontré de idem mientras iba al baño.
El Ciela.
En cuanto llegamos al Ciela nos recibió Adriana (antes nos hubiera recibido el buen Edilberto), pero como en el Big Brother, las reglas cambian. Ipso facto nos presento a una señora de Guadalaraja y a nuestro buen y bien preponderado amigo Bernardo, que resultó más gandul que el mismísimo Alfonso Zayas. En ese preciso momento dimos un recorrido por el todo el lugar (que ya conocía del año anterior). Y regresamos al patio central, donde se iba, en el interior, a impartir el Taller. Poco a poco fueron llegando más y más invitados, incluyendo a los De la Vega.
La primera jornada.
Al poco rato llegó el autor. Mismo que ya había visto en el baño del Sangron´s y muy amable se presentó de saludo de mano y toda la cosa a cada uno de nosotros. Luego vino el turno de la mera mera, la mera maciza del Ciela Fraguas, Claudia Santa-Ana, que muy amable nos dio la bienvenida y nos invitó a que pasáramos a lo que iba a ser la primera sesión. Trajeron sus copias /preguntó/, Sí dijimos Colima uno y Colima dos al unísono, pero ambos sabíamos que no era verdad. Aunque ahora que lo recuerdo Erika sacó las copias en el inter en que compraba cigarros. Maldito alemán que me trae vuelto loco.
Después de todo… y sus papás…?
Después de leer tanto texto se antoja una buena dotación de cervezas. Así que luego de comer fuimos a comprar unas como ño. Jalamos entonces el buen Bernardo, Adriana, Erika, PP y un ser-vil. La bandota. Dos de Guanajuato, dos de Colima y el solitario de Zacateclas (hubiera estado genial que hubiera ido el buen Tripas. Saludos donde esté). Total. Esa fue la banda que se armó y con esa, y el enano, tuvimos para echar buen desmadre.
(Continuará)…

5 comments:

Bernardo Araujo said...

ke inche onor carnal... Alfonso Zayas jaja

deivid said...

el payasismo en todo su esplendro, bristilindro. Un abrazo.

Anonymous said...

Jajaja... Alfonso Zayas es la mera onda... y sí... el puro payasismos en grande... no cabe duda... hay que ir pa´l próximo mi david chévez...

Sv Alteza said...

éricka no es buena onda, es putona; confundes su zorrez con amaistosidad. jojojó.

Malinche said...

jajja , no manches, no habìa leìdo tu crónica, qué shido!!!!!


la malinche putona, pero amistosa y buena onda!!!

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