Thursday, March 26, 2009

Canibalismo puro

Canibalismo puro:
Un cadáver muy exquisito


'La poesía debe ser hecha por todos y no por uno'.
Lautréamont.


Alberto Llanes


El cadáver exquisito no es nada nuevo. Es una técnica por medio de la cual se ensamblan colectivamente un conjunto de palabras o imágenes; y al resultado se le conoce como cadáver exquisito o cadavre exquis en francés .

Esta técnica la usaron los surrealistas en 1925, y se basa en un viejo juego de mesa llamado "consecuencias" en el cual los jugadores escribían por turno en una hoja de papel, la doblaban para cubrir parte de la escritura, y después la pasaban al siguiente jugador para otra colaboración.

Neruda y Lorca los llamaron: poemas al alimón. Nicanor Parra y Huidobro: quebrantahuesos (junto a Parra, Enrique Lihn y Jodorowsky hicieron una exposición denominada "El quebrantahuesos").

Decía Rulfo que no existen más que tres temas básicos: el amor, la vida y la muerte: para captar su desarrollo normal, hay que saber cómo tratarlos, qué forma darles, sin repetir lo que han dicho otros. En tanto metabolismo continuado de anteriores lecturas, podría considerarse si la literatura no es en sí misma un gran cadáver exquisito a partir de temas y preocupaciones bastante simples.

Sin embargo, el cadáver exquisito es aplicable tanto para narrativa como para prosa, y en los talleres literarios (de una y otro), o en las clases didácticas para escuela de escritores, su uso es muy socorrido entre sus integrantes y me atrevería a decir que, muy recurrente.

Se pueden escribir de diversas maneras: cada uno de los integrantes del grupo puede escribir una frase y el siguiente continuarla, o cada uno proponer varias palabras e incluirlas en un poema o cuento.

Y ahora, con la tecnología, dos o más personas se pueden conectar al Messenger y cada uno escribir una línea poética, o qué sé yo, como a veces hacíamos para la elaboración de un cadáver exquisito.

De esta labor pueden salir cosas interesantes, poemas intensos, cuentos apropiados. Sin embargo, se corre el riesgo, en poesía, de que una línea o verso sea genial, mientras que la que le sigue dé al traste con la maravilla poética que hemos obtenido verso atrás. También es importante recordar que el abuso de esta técnica puede resultar engorroso y/o escribirse por automatismo; es decir, aunque no se tengan verdaderas ganas de hacer poesía o narrativa en dicho momento.

Esto último se puede notar en el compendio que presentamos a continuación. Una frase brillante, verso genial, línea inspiradora, arte poética de lujo, se puede venir abajo en la línea que le siga, línea por supuesto que es de alguien que jamás se ha dedicado a la poesía y que no tiene ese sentimiento a flor de piel. Y obvio, rompe con la verisimilitud y la belleza del poema (o verso), sólo por que el cadáver fue creado bajo la espontaneidad del momento.

Sin embargo, ese compañero nuestro quiere departir y ser parte del grupo y pues cómo no invitarle si yo tampoco soy poeta de abolengo, y más bien soy narrador. Así que intentado e intentando (que al cabo qué), nos sentamos a escribir cada quien una línea y listo, tenemos un poema que generalmente saca los demonios (catarsis) que cada uno lleva, o el sentimiento de cada integrante del grupo.

O como dijera el mismísimo Saúl Hernández en la canción Déjate ver del disco El equilibrio de los jaguares: “entiende ya, que para poder llorar no hace falta matar”.

Y yo preguntaría, ¿Y qué se necesita para ser poeta?: “una estrella en la frente, un resplandor visible, o un rayo que le salga de las orejas” (Sabines, 1997: 263).

Quizá las respuestas sean muchas, como las propuestas por Jaime Sabines en el poema El peatón. Yo propongo algunas más: quizá se necesita ser un infeliz, un lector ávido de poesía, of course, un loco, un cretino, un muerto de hambre, un pobretón, un artista, un Dios, y un largo etcétera más.

Lo que vamos a leer a continuación son brotes de genialidad con esporádicos saltos (que son los más), de líneas en verso libre que salen de la magnificencia de un grupo de artistas varios y variopintos, que se juntaron para hacer poesía en verso libre.

Aunque si nos fijamos bien en el grupo de amigos, y si los conocemos tan bien como los conozco yo, podemos darnos cuenta que no todos se dedican al rimbombante oficio de escribir, y menos poesía, que a decir de Jorge Ibargüengoitia, en su libro Ideas en venta, en el capítulo titulado “¿Usted también escribe?”, es la cosa más complicada:

Según parece, en los Estados Unidos el número de personas que han escrito una novela es monstruoso. Muchas veces mayor, por supuesto, al número de personas que han publicado una novela. En nuestro medio, inclusive, a pesar del elevado índice de analfabetismo que tenemos, el número de personas que creen que podrían escribir una novela con las experiencias que han tenido en su vida, es tremendo. Un soneto es algo mucho más difícil, porque hay que aprender a rimar y a contar sílabas. Pero una novela, ¡En prosa!, es la cosa más fácil del mundo. Basta con sentarse frente a una hoja de papel y contar todo lo que nos ha pasado en nuestra vida, que es tan interesante (Ibargüengoitia, 1997: 9).

Así de fácil, aunque parezca mentira, es escribir una novela, baste el simple hecho de escribir los pormenores de nuestra nefasta existencia, o de nuestro dichoso idilio en este mundo y ya está. Aunque para estos días, como bien lo dice el escritor Daniel Sada: “escribir sobre patetismo es igual a éxito seguro”. Así que todavía más fácil.

Pero eso, mis queridos lectores, eso pasa únicamente con la prosa, con la novela, puesto que es tan difícil escribir una obra buena, como una historia verdaderamente mala. Espero escribir una de cada una para sentir la experiencia. Pero no pasa igual con la poesía.

La poesía es diferente, es más complicado como lo decía Jorge Ibargüengoitia. Ahí hay que contar sílabas, rimar, usar miles de estrategias poéticas: que la retórica, que los tropos, que la metonimia, que la estética, que el retruécano, que el hipérbaton, que la hipérbole, y otros tantos términos poéticos complicados, que más bien parecieran nombres de medicina deconstructiva que artimañas para hacer… escribir poesía.

Pero, y es que también aquí existe uno, está la libertad que nos ofrece el verso libre: El abominable hombre del poema libre verbigracia, como dijera el poeta español Félix Grande, en el pedazo de poema que titula: Oda fría a una cajetilla de L&M. Del poemario Blanc Spirituals.

Más adelante, en el mismo texto, Jorge Ibargüengoitia (Ideas en venta) dice lo siguiente:

Esta situación, la de vivir en un medio de novelistas potenciales, no frustrados, porque nunca han intentado ejercitar sus talentos, ni fracasado en el intento, hace que las personas, como yo (y como yo también) , que no hacemos más que lo que todos podrían hacer, seamos considerados como una raza parasitaria, superflua y, francamente, de muy poco talento, porque nos cuesta un trabajo horrible hacer lo que todos harían en sus ratos de ocio.

Por otra parte, esto de usar para expresarse un medio que todos conocen a la perfección desde primero de primaria, hace que los escritores tengamos una cantidad de críticos exactamente igual al número de personas que saben leer y escribir. El de lectores, en cambio, es mucho más reducido, porque la mayoría de los críticos son apriorísticos. (Ibargüengoitia, 1997: 9).

Así que este libro, de un grupo de amigos talentosos (cada uno en su rama, hay que decirlo también), a partir de ahora tendrá un sinfín de críticos que llegarán al texto incluso, por accidente, y en el mejor de los casos la gente lo leerá y emitirán un juicio (el que sea), dirán que son puras mamadas, o que son versos chidos, dirán que qué pedo con estos güeyes, dirán muchas cosas, las mismas a las que está expuesto todo escritor al momento de llegar humildemente a mostrar su trabajo a un grupo de personas y con los folios bajo el brazo.

Amigos escribas, hay que estar preparados para las críticas, buenas o malas. La cuestión es que ustedes se atrevieron a hacerlo, y eso es bueno, este es el primer paso, algunos seguirán haciendo su poesía (Jaime Obispo), otros dedicándose a su arte (Carlos Giffard y Huiznahuatl), otros haciendo páginas web y manejando a buen nivel las computadoras (Alí Crespo), quizá otros hagan prólogos como éste y escriban de cuando en cuando uno que otro cuento, greguería o minificción (Alberto Llanes).

Lo que va a durar siempre es la amistad y el gusto por hacer lo que otros tantos, aunque sea en prosa o en poesía hacen tan bien o peor que nosotros.

Y para terminar quiero hacer de nueva cuenta uso de ese texto de Jorge Ibargüengotia tan citado, pero tan cierto, que dice:

─Oye, ¿cómo no me habías dicho que eras escritor? ─me preguntó una mujer con quien he tenido la desgracia de trabajar varias veces en congresos─. A ver qué día me regalas tus libros. (Esto también les va a pasar, queridos amigos, si creían que tenían 100 amigos, cuando publiquen el libro les van a salir 200, porque todos lo querrán regalado, a pesar del trabajo que cuesta escribir un buen verso, así es esto) .

Ha de creer que uno tiene que andar anunciándose, y que los libros los escribe uno para regalarlos. Yo nunca le pregunté si era casada, y si me enteré que tenía una tortillería, fue por boca de terceros. Además, nunca se me hubiera ocurrido perdirle una tortilla regalada.

─Oiga, patrón, ¿cuándo escribe un libro de veras bueno? ─me preguntó un mimeografista a quien cometí la torpeza de regarle un libro─. Digo, porque ése es de relajo.
Pasa uno muchas vergüenzas.

─Tus libros me parecen muy superficiales ─me dijo una culta y, por supuesto, mal educada─, pero mi yerno dice que tienen mucho por venir, y él es argentino.
Fue un consuelo, y concluye la cita.

Así es. Yo por ejemplo, estoy esperando mi pago por la hechura de este prólogo, que espero no sea en libros sino en algo más redituable. En fin.

Enhorabuena a todos los participantes de estos cadáveres , quizá haya algunos exquisitos, otros verdaderamente exquisitos, los demás quizá no tanto, pero el esfuerzo ahí está, la idea es buena y se llevó a cabo con el apoyo de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Colima.

Lo que sigue sólo el tiempo y la crítica lo decidirá, por lo pronto, si oyen que a alguien no le gustó su trabajo, qué va, así decían de la novela de Juan Rulfo y no podemos negar su éxito. Y otros tantos ejemplos más de personas a las que en su momento les dijeron no y la perseverancia los llevó a opinar lo contrario…
Por mi parte, a mis amigos ahora poetas los invito a seguir trabajando, que la labor del escritor se hace con el día a día, con las horas-nalga que uno pasa frente a una historia que no quiere, no se deja escribir.

Al público, no me resta más que agradecerles que se hayan chutado este texto, que bien pudieron saltárselo por que lo mero bueno, aún está por venir:
Los cadáveres exquisitos.

Tengan ustedes muy buen provecho.


Febrero 2009.


Notas:
1 Encontrado en: http://es.wikipedia.org/wiki/Cad%C3%A1ver_exquisito, el día 23 de febrero de 2009.

2 Encontrado en: http://es.wikipedia.org/wiki/Cad%C3%A1ver_exquisito, el día 23 de febrero de 2009.
3 El subrayado es mío.
4 El subrayado es mío.
5 Estos textos aparecieron semanalmente en el periódico Avanzada.

1 comment:

Bernardo Araujo said...

bueno namás hay que recordar que los surrealistas utilizaron este ejercicio de escritura automática... que es una de las virtudes del cadaver: un destape del subconciente... saludos

¿Qué es lo primero que levantas del suelo después de un terremoto?

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