Café exprés
Sin piedad, pegando fuerte y pegando primero como bien rezan las reglas del karate Cobra Kai… así fue como llegué a ver la serie de Sony Pictures Televisión, difundida por Youtube y que ahora está en Netflix dentro de su contenido, todo esto lo acompañé con una mórbida curiosidad por ver cómo habían envejecido sus protagonistas (Ralph Macchio, William Zabka y Martin Kove quien personifica la maldad Cobra Kai en persona o, por lo menos en la saga de películas llamada Karate Kid, así nos lo deja ver), pero también me acerqué a la serie con cierta nostalgia por la década de los años ochenta, su música, el cine de la época y más.
Quería ver a
las nuevas estrellas de los dōjōs tanto de Miyagi Do Karate
como de Cobra Kai; porque era y es un hecho que ni Ralph Macchio, ni William
Zabka iban a ser los contendientes (no por lo menos frente a frente, aunque
espero que la serie, que todavía no termino de ver, me deje ver un
enfrentamiento cara a cara entre estos dos personajes) en esta nueva era de
mucha tecnología y avances no sólo en este aspecto sino de la verdadera
importancia del karate de la vieja escuela en estos días tan extraños y
complejos que corren.
Debo
decir que la serie me atrapó, son apenas dos temporadas de diez capítulos cada
una (se espera una tercera temporada para enero de 2021) y, desde el inicio, la
nostalgia se hace patente. Y aunque me hubiera encantado ver Elisabeth Shue en
su papel de Alli Mills, entiendo que ahora (en la historia) está casada (con un
tipo con cara de idiota a decir de Daniel y Johnny), tiene hijos, estudió
medicina y Larusso la estalquea de cuando en cuando en el Facebook, dice
que no le manda ninguna petición de amistad porque Alli Mills tampoco le manda
ninguna petición de amistad al maduro y ahora plenipotenciario vendedor de
autos Daniel Larusso.
Se me encogió
el corazón cuando le dedican un episodio al gran señor Miyagi, personaje
entrañable actuado por Noriyuki “Pat” Morita fallecido en el cada vez más
lejano 2005. Pasa rápido el tiempo y muchas cosas cambian, pero cuando se está en
pandemia parece que el tiempo se aletarga, pero nada más parece porque desde
marzo que comenzó el confinamiento y recién arrancaba este año 2020 y ya han pasado
infinidad de cosas amén de estar en casa, cuidándonos de la amenaza del
Covid-19. En fin.
Hace
treintaicuatro años no había pandemia y en la saga de películas se narra la
historia de un joven que llega a Los Ángeles a hacer amigos; provienen (él y su
mamá) de New Jersey (un cambio de lado a lado del país), sin embargo, Daniel
Larusso se topa con un grupo de jóvenes que, al parecer, buscan líos y no
reciben a Larusso de muy buena gana y menos cuando éste pone los ojos en Alli
Mills (personaje actuado por la bella Elisabeth Shue).
Daniel se mete
en líos por salvar a Alli de las garras (por decirlo de algún modo) de Johnny
Lawrence, personaje que actúa William Zabka. Y es cuando Daniel quiere aprender
karate, aunque llega al dōjō Cobra Kai donde el sensei es, justamente, John Kresse
personaje actuado magistralmente por Martin Kove y es John Kresse quien les enseña
a sus pupilos aquellas frases como: «Sin piedad. El dolor no existe en este
dōjō. No
entrenamos para tener piedad. La piedad es para los débiles. Aquí, en las
calles y la competencia, un hombre te enfrenta, es tu enemigo. El enemigo no
merece piedad», fuertes declaraciones del sensei.
Daniel no
sabe que Johnny Lawrence es alumno de Kresse. Y es justo ahí cuando comienza la
rivalidad que los llevará a disputar el trofeo All Valley de 1984 que Daniel
Larusso gana con la famosa patada (que le enseño el señor Miyagi) de la “Técnica
de la Grulla” y lo demás es historia…
Por
supuesto que no vengo a espoilear ni las películas, ni la serie de
televisión. Lo que mencionaré es que en esta columna he escrito dos palabras
que hace treintaicutatro años no las usábamos: estalquear y espoilear;
esto viene a colación porque en la serie veo un fuerte choque generacional de
entrada, cuando los chicos/as (hace unos años ni siquiera usábamos ambos
géneros femenino y masculino) ven al karate como algo pasado de moda y sin
chiste o aburrido e, incluso, violento por el uso de las manos y los pies al
momento de soltar golpes o patadas.
El uso de
las redes sociales y de ciertos dispositivos electrónicos también es algo que
llama mi atención dentro de la serie. Hace treintaicuatro años un celular habría
hecho que el señor Miyagi llegara más pronto al auxilio de Daniel San, aunque
Miyagi, sin celular y quién sabe cómo, siempre estaba ahí, como el dinosaurio
de Augusto Monterroso.
En la
película de 1984 vemos, en la escena de la playa y en lo que será el primer
enfrentamiento a golpes entre Johnny y Daniel, una vieja grabadora de aquellos
años (con pilas, seguramente de las gordas, conocidas en el mercado como pilas
tipo D o tamaño D que se acababan en un par de horas de reproducción de un
cassette o cinta magnética de audio), puf, lo sé, todo esto bien podría entrar,
junto con el walkman, el discman y demás, al museo de lo obsoleto, como las
cintas de video y audio VHS, Beta y súper BetaMax donde, seguramente, se
grabaron millones de copias de la cinta Karate Kid. Para la nueva generación de
Cobra Kai y, seguramente para muchas generaciones venideras estaré hablando en
un lenguaje totalmente descocido…
Vemos
a Johnny Lawreence utilizando expresiones propias de la época hasta que alguien
de sus pupilos le dice que no puede utilizarse ya, Johnny se refiere a las personas débiles como
“nenitas”, ese alumno le dice a Lawrence que eso es sexista, machista,
discriminatorio y demás; Johnny tampoco sabe usar el internet, no conoce una
laptop (menos sabe de marcas, estilos, capacidad de disco duro, memoria y su
uso) y, por supuesto, lejos de su entendimiento está el conectarse a una red
wifi, por ende, no ha entendido que la publicidad ha cambiado y que, para
promocionar su dōjō Cobra Kai lo puede hacer con el poder del internet, los videos
en YouTube y los comerciales que aparecen cuando ves un video en esa plataforma.
Sí, el
tiempo es despiadado como dice el ahora maduro Lawrence, como despiadada es la vida,
pero así y con todo hay que vivirla y aprender. Johnny sigue siendo el tipo
rudo de antaño que quiere, sin embargo, hacer las cosas bien pero que arrastra
un pasado con el que tiene que pelear, sí, no sólo es Larusso su enemigo, sino
el pasado, aunque esta serie apuesta más bien a que no hay enemigos, pero sí
rivalidades que se tienen que enfrentar para arreglar asuntos del pasado.
Cobra
Kai y Miyagi Do Karate luchan por el retorno del Karate de la vieja escuela,
pero más que el Karate, luchan por el regreso de la disciplina, el coraje y
valor para enfrentar tus miedos (oponentes) o a la vida misma que puede ser una
patada en el trasero o una palmada en el hombro, como cada uno quiera que sea.
Me gusta,
sin embargo, el karate ofensivo y rocanrolero de Johnny Lawrence, pero también
entiendo el karate defensivo y místico de Daniel Larusso (además sé, por mi
fanatismo al futbol americano, que las defensivas ganan títulos). Recordé,
también, las dos reglas de Miyagi Doi Karate que son: “El karate es sólo para
defensa” y “Aprender bien esa primera regla”, aunque luego el mismo señor Miyagi
dice: “Pelear no es bueno, pero si debes hacerlo, gana” y “Está bien perder con
el enemigo, pero no contra el miedo”.
Sabiduría
milenaria que se nos queda grabada en la cabeza, nos hace eco y tratamos de
aprender, porque siempre estamos aprendiendo y tanto Johnny Lawrence como
Daniel Larusso tienen mucho que aprender, como nosotros…
Quizá
el karate vuelva a ponerse de moda, porque toda la moda es cíclica; en tanto me
voy a poner a: “Encerar con mano derecha y limpiar con mano izquierda. Y
sobre todo y en estos días de pandemia… Respirar profundamente, muy
profundamente”.
Quizá
vuelva a un concierto donde pueda cantar a todo pulmón la canción de “Puto”
(que era un grito de libertad, de rebeldía y contra la opresión) de Molotov
como lo hacíamos antaño, quizá… no lo sé.
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